Conociendo

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Me llevó de la mano hasta la puerta de la salida en donde se encontraba el estacionamiento, ella siguió caminando sujetando mi mano y me jalaba a alguna parte, hasta que llegamos frente a una motocicleta Harley-Davidson, rápidamente pensé: que hermosa es, me gustaría conducirla.

Sentí que unas manos me tocaban la cintura de ambos lados, y Regina me decía:

-Sube, ella es mi bebé, nos llevará a mi casa

-Es muy bella- contesté

Regina se subió primero, como piloto y me subí en la parte de atrás, me dio un casco blanco con una franja horizontal negra, ella tenía uno negro con una franja horizontal blanca.

-Sujétame, vamos a ir rápido, porque ya se nos hizo tarde- me apresuró

Dudé, pero no tenía otra opción, es la seguridad, así que le rodeé la cintura con mis brazos, me hubiese gustado ver esta escena con los ojos de Aime, ¿qué pensaría?

[...]

Ya llevábamos como media hora en la carretera, a los lados solo veía árboles y pasto, por adelante un camino al que no le veía fin, hasta ahora que empecé a divisar una casa blanca estilo victoriano, parecía un castillo, era el único edificio que se encontraba ahí, como si no existiera nada en ese momento, solo esa majestuosidad frente a mi. Regina se estacionó enfrente de aquella casa, la cual, tenía un camino de cemento pintado de marrón que dirigía a la entrada, y un alegre jardín lleno de plantas y varios árboles, también habían unas escaleras que llevaban a la puerta. Nos encontrábamos paradas frente a la entrada cuando vi que la mano de Regina se dirigía al timbre, cuando lo presionó sonó por un momento pero nadie respondió, a lo que ella añadió:

-¿Para qué tenemos timbre, si no le dan uso?- acción siguiente, sacó de su bolsillo las llaves y escogió una muy peculiar que abría la puerta, ya abierta me invitó a pasar. Entré y ella hizo lo mismo después de mi, al ver el interior de la casa, me aluciné, jamás había estado en un lugar así. Los muebles, las pinturas, la distribución, las escaleras, el piso, era como un sueño...

-... me acompañarás?

-¿Qué? ¿Me estabas hablando a mi Regina?, perdona, es que...

-Si, lo se, parece una mansión, mi madre está algo obsesionada con la época victoriana

-¿Mansión? Querrás decir castillo, me siento como en uno de esos cuentos de hadas, donde la princesa vive llena de lujos

-Jajaja, bueno, lo que te estaba preguntando era que si me acompañabas a ver donde está mi mad...

Una voz interrumpió y exaltada dijo:

-¿Una nueva amiga? ¿Hace cuánto que no traes a una?

-Mamá, no ne hagas pasar vergüenza cada vez que traigo a alguien- le susurró Regina a su madre

-Perdón, es que me emociona ver que interactues con personas-

-Si, claro madre, bueno ella Marina Blanquet, es mi...

-¿Novia?- preguntó su madre

Me asustó que la madre de Regina diga eso, un escalofrío me invadió, ¿qué pensaría si su hija le dijera que en verdad somos novias?

-Si, mi novia, quería una mejor presentación pero ya que sacaste el tema, te explicaré, ella es un año mayor que yo, no habla mucho como podrás ver, porque ya la asustaste

-¡Oh! Lo siento, yo soy Isabel, la madre de Azulita, es un gusto Blanquita, no hay problema de que te llame así, ¿verdad?

-Emm... no, no se preocupe, un gusto- alcé mi mano para estrecharla con la de ella, y me devolvió el gesto

-Pues suban, yo las llamo cuando el almuerzo esté listo, y por favor, no hagan nada pervertido mientras estoy aquí, tengan pudor, sobretodo tu Azulita

-¡MAMÁ!- refunfuño Regina

-Sabes que es cierto, no me gustaría entrar y que estén en su intimidad, no me vaya a encontrar lo mismo que pasó con tu antigua nov...

-No, esta vez voy en serio- con su voz tan peculiar, que me empieza a gustar

-Siempre dices eso, y terminan desechandote, aun así no vayan rápido, no se coman el romance-

-Si, llámanos cuando todo esté terminado- dijo Regina concluyendo la plática.

Me tomó de la mano y empezamos a subir por las escaleras -que vaya, que hermosas eran-, ya que llegamos al segundo piso, seguimos caminando hasta una puerta que estaba al fondo del pasillo, en ella había escrito >No pasar<.

-Bueno, creo que oíste la anécdota que mi madre contó, por eso lo escribí

-Claro- respondí

-Entonces, pasemos- dijo al mismo tiempo que abría la puerta de su habitación.

No es solo una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora