Capítulo 12

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Naruto se encontraba en su apartamento inseguro de qué hacer, Sasuke lo había llamado hace unas horas para informarle que sería el nuevo director administrativo del Konoha Center. Desde niño siempre había querido ocupar un puesto así de importante, era como un sueño tener a su cargo una institución tan prestigiosa. 

Pero lo que le preocupaba era esa chica, al parecer trabajaba allí como cirujana. «Qué gran ironía, primero pensé que no volvería a verla y ahora soy su jefe», pensó mientras terminaba su plato de ramen. Le preocupaban los planes de Sasuke con ella ¿Si seguían juntos sería capaz de decirle la verdad? ¿Cómo reaccionaría la chica?

Ella se encargaba de salvar vidas y Sasuke las destruía, no podía encontrar el punto positivo a esa relación, aunque no era de su incumbencia su mejor amigo estaba ahí implicado. Se pasó una mano por el cabello y suspiró, si Sasuke quería continuar él también tendría que hacerlo aunque tuviese que fingir.

Decidió irse a dormir, no estaba listo para lidiar con tanto drama.

Al día siguiente fue presentado al comité administrativo como el nuevo director de finanzas, la mujer de nombre Tsunade a pesar de ser muy estricta se encargó de enseñarle cuidadosamente todas sus funciones con paciencia y esmero, pasaron toda la mañana en ello y después de unas horas juntos había comenzado a tener simpatía por ella, era una mujer dura que a simple vista se podía deducir lo mucho que había vivido, tanto cosas buenas como malas. Podía entender perfectamente por qué tomó la decisión de dejar la administración.

Después de mucho trabajo finalmente estuvo libre a la hora de almuerzo y decidió que era hora de acercarse a ella. A Sakura.

Dió vueltas por los numerosos pasillos del hospital buscando su oficina y después de perderse en más de una ocasión la encontró. La puerta estaba abierta, se escuchaban voces y risas y salía un leve olor a comida, debía estar almorzando con alguien más.

Miró de reojo desde la puerta con cuidado de no ser visto todavía. Su compañía era una chica de cabello negro con uniforme de enfermera la cual estaba de espaldas, Sakura estaba concentrada en la comida mientras hablaba alegremente, ninguna de las dos se dio cuenta de su presencia hasta que él se aclaró la garganta.

Sakura lo miró confundida durante unos segundos hasta que lo reconoció, su cara dibujó una expresión sorprendida y se quedó con la boca medio abierta y las cejas levantadas en asombro.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó ella.

—No realmente, ehh, verás.. sólo quería saludar. La última vez que te vi no pude hacerlo.

—Tienes razón —respondió extendiendo la mano mientras sonreía—. Soy Sakura y esta de aquí es mi amiga Hinata.

—Mi nombre es Naruto Uzumaki —dijo estrechando su mano— Hinata, mucho gusto. Es un placer conocerlas, de ahora en adelante estaré a cargo de la administración... Realmente espero que nos llevemos bien.

—Así que eres el socio de Sasuke, me preguntaba a quién pondría en ese puesto.

—Ahh sí, también somos amigos de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano, además no deja de hablar de ti y por eso vine a conocert.. —Se detuvo en seco, había acabado de meter la pata demasiado hondo. Quiso golpearse mentalmente cuando Sakura de inmediato adoptó una expresión entre asombro e incredulidad.

—No imaginé al frío Uchiha hablando de una chica, para serte sincera.

Pudo sentir el calor subiendo a sus mejillas, hizo una excusa rápida y se dirigió a la puerta, no sin antes darle un vistazo a Hinata para despedirse, ella había estado callada todo ese tiempo y además estaba roja como un tomate. Se quedó pasmado unos segundos olvidándose del error que había acabado de cometer, esa chica era extremadamente preciosa. Volvió a la realidad y huyó antes de que Sakura hiciera más preguntas, sólo esperaba que no mencionara nada, Sasuke iba a matarlo si se enteraba de eso.

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Para Sakura su semana fluyó tranquilamente, no había tenido muchos pacientes así que no tuvo que cubrir horas extra. Había conocido finalmente al raro de los bigotes que con la luz del día se dio cuenta de que eran marcas, probablemente de nacimiento, su nombre era Naruto y al parecer no podía controlar su lengua. El chico le había caído muy bien, tenía el presentimiento de que serían buenos amigos.

Sasuke le escribía ocasionalmente un mensaje de buenas noches y también se presentó un par de veces en su oficina, cada que debía ir al hospital por negocios pasaba a saludarla aunque no se quedaba mucho tiempo. Sakura no se quejaba en absoluto, le alegraba verlo incluso un par de minutos. No habían vuelto a besarse o tener intimidad, para ambos era suficiente intercambiar algunas palabras.

Estaba empezando a conocerlo un poco más, era un tipo muy frío y no solía demostrar muchas emociones, al hablar llegaba a ser muy seco, diciendo únicamente lo preciso. Aún así podía ser muy coqueto y sexy cuando se lo proponía, la hacía derretirse por él en cuestión de segundos y lograba derrumbar cualquier barrera que hubiera erguido, tenía un efecto en ella que nadie más era capaz de causar.

Lo que dijo Naruto hace unos días seguía sonando en su cabeza, «¿Realmente habla de mí con su mejor amigo?» Todas las respuestas que venían a su cabeza parecían más irreales que la anterior. No encontraba explicación alguna, en su mente no cabía la idea de que le gustara, sí era cierto que había demostrado interés por ella pero de ahí al gusto había un gran trecho. Ni siquiera estaba segura de en qué términos se encontraban ¿Eran novios? No, él no le había pedido salir directamente. Su estómago dio un vuelco por la nueva inseguridad que se desató en ella, estaba muy asustada de que él sólo la tuviera como pasatiempo mientras ella se estaba encariñando como una tonta.

Se encontraba en su casa, tenía su laptop en sus piernas para llenar unas historias clínicas que había dejado pendientes, era una noche agradable y ya no hacía tanto frío. Al día siguiente sería su cena con Sasuke y se sentía tan nerviosa y emocionada como una adolescente en su primera cita con su primer amor.

Sumado a eso, había recién hablado con Sai, su vecino. Ino se flechó por él desde que lo vio cortando el césped de su jardín meses atrás, se sentía feliz, finalmente pudo organizarles una cita. A pesar de que el chico solo había visto a Ino un par de ocasiones aceptó de inmediato, dándole a entender a Sakura que él también estaba interesado en ella.

Pero toda su felicidad se desvaneció en el momento que recibió un mail de el mismo remitente anónimo de aquella noche, de repente un escalofrío recorrió su médula y sus manos comenzaron a temblar, esa ocasión terminó en un ataque de pánico que por poco la lleva a morir congelada. Tenía miedo de abrirlo. Tuvo que reunir todo el valor posible y aún con manos temblorosas le dio click.

"Sakura

Lamento mucho lo de aquella noche, no tenía idea de que mi mail te caería así de mal. No fue mi intención ponerte en peligro pero me alegra de que hayas salido ilesa.

Si te lo preguntas, no te estoy vigilando, me enteré por otra fuente acerca de tu estado.
Ahora bien, sé que debo tener más cautela por ser algo delicado para ti, pero tengo que darte más datos acerca de tus padres, mereces saber la verdad, la vez anterior te dije que buscaría más información y finalmente la tengo.
Descubrí que tu linaje cuenta con niveles de chakra muy elevados para ser normales, sé que no tienes idea de lo que es, pero no tengo mucho tiempo así que lo explicaré luego.
Tus padres eran conscientes de ello pero trataron de ocultarlo para mantenerte segura y debo decir que lo lograron, si los demás clanes se dieran cuenta de quién eres te buscarían sin cansancio. Afortunadamente yo me dí cuenta primero y trataré de mantenerte segura.
Volveré a escribirte en cuanto pueda, prometo explicarte todo lo que no pude en estas letras.

Hasta pronto".

Las lágrimas estaban comenzando a salir, no entendía una sola palabra de lo que esa persona estaba diciendo ¿Linaje? ¿Chakra? ¿Clanes? ¿De quién tenía que protegerla? ¿Qué era todo aquel sinsentido y por qué estaba ella involucrada?

Aunque no tenía motivos para creerle tampoco los tenía para dudar, muy en el fondo sabía que ese individuo decía la verdad, una verdad que había desconocido por 23 años y que ahora le aterraba saber.

Necesidad de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora