Capítulo 34

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Mirando por la ventana de su oficina desde el último piso del edificio pensó en lo afortunado que había sido de encontrar a alguien como ella. Sakura era una mujer espectacular en todos los sentidos. Lo había logrado, después de meses finalmente lo había conseguido.

No había pisado Continental desde muchas semanas atrás hasta que Sakura lo obligó a volver, alegando que ahora que todo estaba bien él debía poner de su parte por enderezar su vida y tomar de nuevo las riendas del negocio. Afortunadamente Sasuke contaba con un buen arsenal de empleados que cumplieron sus funciones a la perfección en su ausencia sin descuidar la empresa.

Sakura había trabajado hasta el agotamiento pero logró que todas despertaran, por supuesto, sin recordar nada. Había noches en que debía sacarla en brazos a punto de desmayarse por uso excesivo de chakra, sin embargo ella no se detuvo hasta haber acabado su misión. Día tras día durante meses visitó cada hospital de la ciudad alegando estar en medio de una investigación para un nuevo tratamiento, todos le abrieron las puertas, nadie se atrevía a cuestionar a la hija de Tsunade. Obviamente él estuvo a su lado en todo el proceso, primero porque debía protegerla, segundo porque era parte de su propio proceso de redención. A pesar de que ellas no lo recordaban para él era suficiente ver sus caras y poder perdonarse a sí mismo, soltar su pasado y dejar ir sus culpas. Suspiró aliviado, no sentía paz desde hace muchos años y todo gracias a ella.

Pero poco sabía que esa paz no iba a durar.

Su secretaria había llamado hace 3 minutos para informarle que un hombre quería verlo. Sasuke no recordaba tener programada ninguna cita y tampoco estaba de ánimos para atender a nadie pero terminó aceptando sólo por decencia, si era un cliente no podía rechazarlo. El hombre llegaría a su piso en cuestión de segundos.

La pesada puerta de roble de su oficina se abrió de repente, obviamente dicho hombre ni siquiera se molestó en tocar. Sasuke frunció el ceño y miró expectante.

La vista que tenía enfrente lo recibió como un baldado de agua helada. Sasuke estaba completamente atónito y petrificado, en cuestión de segundos su mandíbula se tensó, el estómago se le encogió como una pasa y sus puños se cerraron al punto de ponerse blancos sus nudillos.

No le cupo la menor duda de se trataba de Itachi, su hermano al cual no había visto desde que tenía 10 años y que creía muerto. Supuso que se parecerían pero no se imaginó que sería tanto, podrían pasar por gemelos fácilmente. La mirada de Itachi era severa pero de alguna forma tampoco daba crédito a lo que veía.

Sasuke observó con cautela a Itachi acercarse al pequeño bar que estaba a unos metros de la puerta. Sirvió dos vasos de Whisky y le tendió uno a Sasuke.

—Si estás sintiendo lo mismo que yo en este momento estoy seguro que necesitas un trago tanto como yo.

Sasuke asintió y tomó el vaso con cuidado de no tocar su mano. Ambos bebieron en un incómodo silencio sin disimular la evidente tensión que había.

—¿Quién empieza? —espetó Itachi.

—Lo haré yo —respondió Sasuke sin titubear. Acto seguido dirigió su mano empuñada hacia la cara de su hermano, golpeando su mejilla con toda la potencia que pudo reunir en un par de segundos.

Itachi no se alteró, por el contrario parecía calmado y sólo se limitó a recuperar el equilibrio ¿En qué momento su pequeño hermanito había aprendido a golpear así? El moretón que iba a salir al día siguiente iba a ser difícil de disimular.

Al no obtener respuesta de su parte Sasuke estalló de nuevo, esta vez lanzando el vaso que aún tenía en la mano hacia la pared del otro lado de la oficina. El vaso reventó en pequeños fragmentos y aún así, Itachi no se inmutó.

Necesidad de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora