2

1.7K 68 1
                                    

Miedo.
______________________

Siento el coche detenerse y miro hacia todos lados con temor, no puedo ver nada debido a lo negro del cristal del auto y a la oscuridad. El viejo abre la puerta y se baja, luego abre mi puerta y me toma del brazo para bajarme, forcejeo pero él es más fuerte y logra sacarme de la camioneta. Frente a mí se encuentra una gran casa. Una mansión, blanca, con un gran jardín lleno de decorativos como rosas, arbustos perfectamente podados, árboles, faroles y algunas estatuas, el césped estaba perfectamente cortado. La casa tenía faroles por las paredes, un balcón en el segundo piso con un gran ventanal de vidrio y cortinas azules, en la entrada de la planta baja tenía una puerta de madera color marrón, con dos ventanas a sus costados. Era de ensueños.
El hombre me jala hasta la puerta y vuelvo a recordar qué hago aquí. Mi cuerpo empieza a temblar y temo caerme, toca el timbre y a los segundos una señora de unos cuarenta años nos abre. Su semblante era alegre, en su rostro tenía una gran sonrisa, su cabello era castaño claro, algunas arrugas se marcaban por debajo de sus ojos y a los costados de sus labios, sus ojos eran de un color avellana que aunque esté sonriendo y se vea alegre, se puede notar que no todo es como demuestra.

La señora se hace a un lado para dejarnos pasar. Si afuera es un lujo, adentro es mucho más. Hay adornos por todos lados, jarrones chinos, retratos de paisajes, pinturas, muebles muy costosos, una alfombra roja en lo largo de la escalera y dos divisiones en el pasillo de la planta alta.
El hombre me da un leve empujón indicándome que siga caminando, el miedo vuelve a mí. Camino a paso lento con él detrás de mí hasta llegar a las escaleras.

—Suba. —ordena.

Yo subo temerosa con él a mi seguidilla. Al llegar al pasillo del segundo piso, me indica que tome el pasillo izquierdo, me guía hasta una puerta y seguido la abre.

—Esta será su habitación. —se hace a un lado y me señala que pase.

Entro dudosa, enciende la luz y me quedo anonada con el lujo de la habitación, si no fuese porque he sido vendida estaría saltando o disfrutando de un baño en el jacuzzi.
Me adentro más a la habitación y luego escucho la voz del viejo.

—Ha dicho el señor que la disfrute. —me informa.

Uff, la disfrutaré al 100% y haré de cuenta que no me ha comprado.

—Son las ocho en punto, tiene tiempo de darse una ducha y descansar hasta las nueve horario de cenar, allí conocerá al señor. —me informa. —Sus prendas están en ese armario, si necesita algo ahí tiene el fijo. —me señala la mesita de noche donde hay un teléfono fijo color negro. —Hasta pronto. —hace una media reverencia, cierra la puerta y se va.

La habitación contaba con un gran armario de roble en la pared que parecía otra habitación, un gran baño, aire acondicionado, ventilador de techo, una gran cama que tal vez cabían diez personas, una televisión de alta definición y un balcón con un gran ventanal de cristal y cortinas azules; las paredes estaban pintadas de un leve color rosa.
Las ganas de llorar me vuelven a invadir, me dejo caer al suelo y a los segundos mis mejillas están húmedas. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?. Quisiera retroceder el tiempo y que nada de esto pase, quisiera tener a mis padres junto a mí diciéndome que esto no es real y que solo fue una pesadilla, que nada me pasará, pero no, estoy sola, en la casa de un desconocido que me ha comprado.

Llorando me meto al baño y me doy una ducha caliente mientras intento relajarme y pensar que todo está bien, que pronto despertaré de esta pesadilla. ¡Joder, nada está bien, no es una maldita pesadilla!.
Salgo de la ducha y me coloco una bata que se encontraba colgada a un lado de la ducha, cierro el grifo y salgo del baño, me meto al armario y me quedo sorprendida con todas las prendas de mi talla que se encuentran colgadas en los percheros. Tomo un jeans azul ajustado y una playera blanca un poco suelta, busco unas zapatillas y me las coloco, vuelvo al baño y empiezo a cepillar mi cabello.

EdmondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora