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Señora Marie.
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Me encontraba sentada en el césped, detrás de la casa, viendo las copas de los árboles los cuales se movían por el viento y donde se asomaba el sol. La brisa chocaba contra mi rostro, haciendo que mis mejillas y mi nariz se enfriaran. Los pájaros cantaban y volaban por el patio.

—Hola. —dice una voz femenina detrás de mí.

—Hola. —respondo sin girarme.

—¿Cómo haz amanecido?. —se sienta a mi lado.

—Pues, bien y ¿tú?.

—Bien. ¿Vamos a ver cómo ha quedado tu habitación?. —me mira y yo asiento. Nos levantamos y nos dirigimos a mi habitación.

La pintura se había secado, ha quedado hermosa. Nos ponemos a pintar los muebles, ponerlos en su lugar y cambiar las cortinas y sábanas.

—Ha quedado preciosa. —dice ella.

—Hemos hecho un buen trabajo. —sonrío.

Bajamos a desayunar.

—¿Me acompaña a hacer unas compras?.

—Claro.

Subimos a su coche y ella le da la orden a Brandon de que nos lleve a la ciudad. Él obedece y enciende el coche. El viaje duraba hora y media por la distancia que había entre la ciudad y el bosque de las afueras de la ciudad. Entramos a un centro comercial y empezamos a buscar tiendas de ropas, en cada una que íbamos, Martina entraba y compraba cinco bolsas de ropas y esas las tenía que cargar Brandon, que por cierto, él había venido con nosotras por nuestra "seguridad". Acabamos de comprar y nos dirigimos a un parque de diversiones donde Martina, en cada juego que jugaba ganaba algún oso de peluche u otra chuchería. Tenía pena por Brandon así que decidí pedirle para cargar algunas cosas, pero se negó. Al acabar, nos dirigimos nuevamente a la casa, no me había percatado del tiempo que hemos pasado afuera que cuando miro el reloj, este marcaba las 5:34 p.m., no tenía hambre porque habíamos comprado comida en el centro comercial y dulces en la feria, pero sí estaba agotada, la había pasado genial. Desde que he llegado aquí pensé que todos mis días iban a ser una tortura, pero doy gracias a Dios que me ha mandado a Martina para cambiar mis expectativas.

Aunque he de decir que tengo un mal presentimiento, siento que Ed se molestará demasiado con su hermana y con Brandon, eso me hace sentir mal.

—Iré a descansar. —le aviso a Martina.

—Espera, toma esto. —me tiende dos bolsas de ropa, una de zapatos y tres osos de peluche. Los tomo, agradezco y subo a mi habitación.

Coloco las ropas y zapatos en el armario y pongo los osos de peluches sobre mi cama, me pongo la pijama y me meto a la cama.

[...]

—Linda, levántate. —dice suavemente moviendo mi hombro.

—¿Qué pasa?. —digo adormilada.

—Baja a cenar.

—No tengo hambre. —me quejo.

—Sí tienes hambre, vamos. —me hala del brazo.

—No. —vuelvo a quejarme.

—Sí. —logra levantarme y me arrastra hasta abajo.

—Estoy en pijama y mi pelo está un desastre, deja ir a cambiarme y cepillar mi cabello. —me suelto de su agarre.

—Está bien, pero iré contigo. —me sigue.

Me cambio de ropa y cepillo mi pelo, me coloco un zapato y bajamos. Cuando entramos al comedor pude ver que estaba Edmond y una señora mayor sentada a su lado. Al parecer era su madre porque tiene una semejanza a ella, aunque la señora tiene cara de ser amable y risueña.

—Te presento, ella es mi madre Marie, mamá ella es Beth. —nos presenta, la señora se levanta y me sonríe.

—Un gusto linda. —besa mi mejilla y me abraza.

—El gusto es mío señora. —le devuelvo el abrazo.

—Oh, por favor, llámame Marie. —sonríe. Yo asiento dudosa.

Se vuelve a sentar y Martina igual, yo hago lo mismo, bajo la atenta mirada de la bestia. No sé cuándo había vuelto, estoy empezando a sentirme nerviosa e incómoda.

—Y díganme, ¿dónde se conocieron?. —pregunta la señora. La bestia carraspea y le da una mirada cómplice a Martina.

—Bueno, este, en el jardín botánico de Brooklyn. —se rasca la cabeza evidenciando su nerviosismo.

—Interesante. —sonríe. —Pero no es un sitio que sea de tu estilo. —mira a Martina.

—Fue gracias a Martina.

—Así es. —Martina sonríe y me mira.

—¿Y hace cuánto se conocen?.

—Hace un año. —vuelve a hablar Edmond, lo miro pero él evita mirarme.

—Eso es mucho, y nunca me la haz presentado cariño. —me mira. —Eres muy hermosa.

—Gracias. —sonrío amable.

Gloria nos sirve la cena y al acabar, Marie se despide de mí y de Martina, luego se monta al coche de Ed y se dirigen a la ciudad.
¡Vaya!, no me esperaba esto.

—Iré a descansar. —empiezo a subir las escaleras.

—Está bien, yo igual. —me sigue.

Subimos las escaleras en silencio y al llegar frente a la puerta de mi habitación ella se despide.

—Que descanses linda. —sonríe.

—Igual tú. —le devuelvo el gesto y entro a mi habitación.

Me cambio por la pijama y luego me voy al baño a cepillar mis dientes, vuelvo a la cama, me acuesto y me arropo con las sábanas.

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Holiiiis, ¿cómo están?.
Bueno, aquí les dejo un nuevo capítulo, está un poco corto pero espero que les guste.
No olviden de dejar su voto, gracias.

Hasta la próxima, saludo de codos💙

EdmondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora