Doy un brinco en la cama al escuchar un fuerte ronquido, abro los ojos y veo que la habitación está iluminada. Ya es de día. Paso mis manos por mi cara y me siento en la cama, miro por toda la habitación encontrándome con alguien sobre el sillón, durmiendo; hago memoria de la noche anterior y recuerdo que la bestia había dormido allí, aún sigue durmiendo, por lo que me levanto en puntas de pie y camino sigilosamente a mi armario para buscar mi ropa, luego hasta el baño y me doy una ducha. Cuando salgo, seco mi cuerpo y cabello, lavo mis dientes y luego me visto, cepillo mi cabello y abro la puerta, cuando iba a salir, me encuentro a la bestia sentado en el sillón con la manta aún cubriendo sus piernas, su torso desnudo está en mi campo de visión, dejándome ver su abdomen y pecho tatuado —en realidad, todo su cuerpo tatuado—. Lo escucho carraspear y regreso mi mirada a su cara, la cual contiene una mirada fría, como siempre.—¿Ya acabaste de mirar?. —pregunta frío.
—Sí, ahora puedes irte.
Él se levanta y sale de la habitación sin siquiera mirarme, ha vuelto a actuar como lo venía haciendo todos los días anteriores, ya me parecía extraño que ayer actuara así, de seguro algo lo había puesto sensible y eso lo llevó a actuar de esa manera. Esperen, ¿sensible?, si esa cosa no tiene sentimientos, ¿qué lo pondría sensible?. Nada.
Salgo de la habitación y bajo las escaleras hasta llegar a la cocina donde me encuentro a Gloria preparando el desayuno.—Hola Gloria. —sonrío.
—Hola señorita. —me mira y sonríe con amabilidad.
—La ayudo. —digo acercándome.
—Oh, ya acabé. Gracias. —toma las bandejas.
—Entonces, deja que te ayude con eso. —cojo una de las bandejas y ella niega con una sonrisa.
Caminamos hasta el comedor y allí está la bestia, sentado en una punta de la gran mesa, cuando escucha que entramos levanta la mirada y la fija en mí. Al conectar miradas, siento como algo presiona mi pecho, no sé por qué, tal vez por su mirada intensa, profunda y fría o porque... No, eso no, no puede ser eso, es absurdo. Quito todo pensamiento absurdo y dejo la bandeja sobre la mesa después de Gloria. Estaba por seguir a Gloria fuera del comedor pero una profunda voz hace que me detenga.
—Ven a desayunar. —lo escucho. Me giro sobre mis talones y camino hasta la mesa nuevamente.
La verdad, no iba a desayunar con él, iba a esperar que acabara y se fuera, pero el hambre es más fuerte que mi orgullo así que hago caso a lo que dice y me siento a desayunar. Cuando él acaba, se levanta y se va, yo suelto todo el aire que no sabía que estaba conteniendo y me concentro en acabar mi desayuno. Acabo y salgo del comedor para llevar lo que había ocupado para lavarlo.
—Oh, gracias. —dice y toma los platos de la bestia, pero frunce el ceño cuando no le doy el mío.
—Lo lavaré yo, Gloria. —sonrío.
—No no, yo lo haré. —intenta quitármelo de las manos.
—Déjame ayudarte. —digo y me acerco al fregadero.
—Está bien. —dice rendida.
Cuando acabo con los platos, empiezo a caminar por todo el interior de la mansión buscando alguna habitación que indique que es un gimnasio. Cuando por fin encuentro, entro por la puerta de cristal y recorro cada parte del lugar, salgo nuevamente y subo a mi habitación para cambiarme, regreso al gimnasio y subo a la caminadora, luego de acabar con eso, subo a la bicicleta y así en uno más, estiro y salgo de allí. Iba a salir del pasillo para llegar a las escaleras pero un gran cuerpo cubre mi camino, levanto la mirada un poco y veo a la bestia.
ESTÁS LEYENDO
Edmond
Teen FictionElla era la bella. Él era la bestia. Ella era cálida como la primavera. Él frío como el invierno. Ella era amor. Él era odio. Beth: ¿A caso puede alguien ser feliz sin ser libre?. Edmond: Por favor, perdóname, no era mi intención causarte ningún dañ...