C.6.

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El enfrentamiento.
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Me encuentro sentada en el balcón de mi habitación, viendo a la nada. El día estaba lindo pero era aburrido estar encerrada en una mansión en medio del bosque a dos hora de la ciudad. No había nada entretenido en esta casa, ni siquiera habían canales buenos en la televisión, no tenía móvil para ver las redes sociales. No tenía nada.
Salgo de mi habitación y bajo las escaleras a pasos lentos, escucho el ruido de una puerta abriéndose y luego cerrándose, yo me detengo a la mitad de los escalones y luego, lo veo. Él empieza a subir las escaleras sin darse cuenta de mi presencia hasta que alza la mirada y se detiene. Yo quedo helada, su mirada es fría y oscura y su aura sigue siendo oscura. Él sigue subiendo las escaleras mientras me ignora, yo soy un hielo, no podía moverme hasta no sentirlo cerca, cuando pasa por mi lado su brazo choca con el mío lo que hace que hormiguitas recorran desde ahí hasta el resto de mi cuerpo; siento confusión acerca de mi reacción a su roce, de seguro fue porque su piel estaba fría y la mía tibia, sí, eso debió ser.

Cuando ya no siento su presencia, bajo los escalones que me faltaba y voy fuera de la casa, voy cerca de la piscina y me siento en una banca bajo un pequeño techo de madera, mi vista va hacia el agua calma de la piscina, quisiera meterme, pero ¿qué tal si la bestia se molesta por hacerlo?... ¿Qué tendría de malo hacerlo?.
Subo a mi habitación y me coloco un bikini y bajo hasta la piscina, me siento al borde de esta y meto un pie en el agua, está algo tibia por el sol pero me gusta, meto mi otro pie y de a poco voy metiendo mi cuerpo, empiezo a nadar y a sentirme libre, lo que hace tiempo no sentía. Me pongo boca arriba y dejo que el movimiento del agua haga que me mueva de adelante hacia atrás. Abro los ojos y veo hacia arriba, hacia una habitación y veo que alguien está mirando por la ventana, no podía ver quién era por culpa del sol, me vuelvo a la posición vertical y regreso a mirar hacia arriba pero ya no había nadie, que raro.

Edmond POV.

Estoy revisando unos papeles en mi escritorio cuando escucho el sonido del agua en la piscina, hace rato no se usaba, ni siquiera mi hermana la usaba cuando venía. Me levanto de mi silla y voy hasta mi ventana, había una chica nadando no podía ver su cara ya que estaba boca abajo, pero luego se voltea quedando acostada y flotando sobre el agua. Era esa chica, la rarita. La observo un rato y ella parece notar mi presencia porque se me queda viendo, luego se vuelve a su posición anterior y yo me alejo un poco de la ventana para que no me siga viendo. La observo un rato más y luego vuelvo a mi escritorio.

Al acabar de revisar todos los papeles, salgo de mi habitación para ir a llevárselo a Martín para que lo llevase a la empresa de mi padre, cuando me topo con la rarita. Ella se queda quieta en su lugar al verme, yo miro sus pies, ¡estaba mojando el piso!.

—¡Estás mojando el piso!. —digo molesto. Su pecho empieza a subir y bajar y hace una mueca de horror.

—Di... disculpe. —su voz tiembla. —Yo lo seco luego. —intenta caminar pero resbala y cae sentada. —Mierda. —murmura.

Bufo y le tiendo mi mano, ella la mira y luego me mira a mí, toma mi mano con duda, siento como tiembla, la ayudo a levantarse y ella camina rápido pero con cuidado hasta su habitación. La veo irse hasta que entra y empiezo a caminar hacia las escaleras.

—¡Elizabeth!. —grito.

—Dígame señor. —dice apareciendo a mi lado.

—Limpia el desastre que hizo esa chica allá arriba. —ordeno y ella asiente y se va a buscar las cosas de limpieza. Niego y voy en busca de Martín.

EdmondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora