Dulce café

Arca

"Constrúyete un arca de madera resinosa, hazle compartimentos, y cúbrela con brea por dentro y por fuera. Dale las siguientes medidas: ciento cuarenta metros de largo, veintitrés de ancho y catorce de alto. Hazla de tres pisos, con una abertura a medio metro del techo y con una puerta en uno de sus costados."
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Génesis 6:14-16

Desde pequeños nos cuentan la historia de "El arca de Noé". El hombre obediente que construyó un barco gigante y lo llenó de animales. Pero esta historia tiene un hermoso trasfondo.

El Señor le dio los parámetros a Noé de cómo debería construir el arca. Desde aquí vemos a un Dios detallista. Cada centímetro, cada metro que indicó a Noé ya estaba medido por su infinito amor.

Aunque esta petición tomó a Noé por sorpresa ya que para ese entonces nunca había llovido, en acto de reverencia y obediencia a Dios, Noé inició la construcción de aquella arca.

Y el diluvio comenzó...

Suele pasar que estamos en medio de un proceso muy difícil como: la muerte de un familiar, la enfermedad de un hijo, sumergidos en la depresión, un proceso de divorcio, el desempleo.
En una situación que nos tiene ahogados espiritual y emocionalmente. Sentimos estar en un diluvio que no se detiene, y cada día el nivel del agua sube más y más, no se logra ver el cielo.

Imagina que en este momento tú eres esa arca que el Señor creó con esas medidas tan exactas y perfectas, tan llenas de amor. Solo alguien que te ama con inmensa pasión, tiene tal dedicación al crear una cosa.

Tú eres el arca del Señor. Y aunque sientas que el diluvio no se detiene, aunque quieras llorar y soltarlo todo, Dios te ama y te está encaminando a una tierra nueva.

Tu tormenta podrá ser muy fuerte, los truenos podrán retumbar en tu cabeza, pero tu arca se mantendrá a flote, solo confía.

Noé fue la persona que Dios eligió para fabricar el arca, pero él era un simple humano, sus medidas podían fallar, los clavos podía partirse, los amarres soltarse. Pero la seguridad de Noé no estaba en lo que él había hecho, su confianza estaba en la fidelidad de Dios.

El Señor te ama inmensamente, y su propósito nunca será lastimarte. Él quiere lo mejor para ti, pero a veces nosotros le complicamos el trabajo, tratando de hacer las cosas a nuestro modo, sin su dirección.

Como arcas diseñadas por Dios debemos dejarnos guiar por Él, ya que Dios es el único que puede llevarnos a un puerto seguro. El Todopoderoso es quien tiene el mapa con la ruta de nuestra arca.

Para la hora del café: Meditar en esas cosas que trato de controlar por mis propias fuerzas y dejarlas en las manos de Dios para que sea Él quien me guíe.

Oración: Señor y Padre amado, en este momento rindo el arca de mi vida ante ti, pidiéndote que tomes el control de ella, Padre. Ayúdame cada día a vivir bajo tu divina dirección. En el nombre de Jesús, Amén.