Capítulo 10

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Cap. 10

Volví a mi tienda seguido de Ashton, esté chico me agradaba.

—No les prestes atención, son unos idiotas.

—Ni que lo digas. —Dije con fastidio—

—Ellos y Marco se creen la gran cosa porque el jefe les tiene confianza y Aarón así como lo ves, sólo actúa así porque quiere follarse a Maya.

Eso último por alguna razón me molesto, es muy poca cosa para alguien como Maya.

—Y no me digas, es amigo de Marco solo para mantenerse cerca de ella.

—Empiezas a entender.

Ambos reímos.

—Me parece una estupidez, ¿Qué edad tenemos, quince?

—En un sitio así podrás vernos en forma e intimidantes con el armamento, pero sólo somos chicos de entre veinte y treinta años.

— ¿Qué edad tienes tu, Ashton? —Caminamos a las fogatas que rodeaban las tiendas—

—Veintitrés.

Como lo sospeche, era un chico solamente.

—Yo tengo veintisiete. —Él rió— ¿Sabes? No mentí cuando dije que quería ser el acompañante de Maya.

—Tendrás que trabajar muy duro para eso. Enserio, Harry, no tienes idea de cómo son los entrenamientos del General.

—Sé que no, pero puedo intentar. Y no me daré por vencido.

— ¿Por qué tanto interés?

—Algo personal. —Me encogí en hombros—

—Como digas. —Me miró—Te ayudaré.

— ¿Enserio?

—Claro, se ve que no eres como los imbéciles de este equipo. Me caes bien, amigo.

—Tú también a mí.

Ashton se fue al reloj dar las 8pm, el toque de queda comenzaba a esta hora, me encerré en mi tienda y me dispuse a sacar varias cosas de mi maleta, mi laptop por ejemplo.

La abrí y entre en las galerías, cuando murió Paige me dispuse a borrar todo lo que me recordara a ella, o eso creí.

En la carpeta de mi graduación de la secundaria, había una fotografía de nosotros. Ella se veía tan hermosa con su cabello recogido en una media cola y su vestido color salmón.

—Esto lo hago por ti, mi amor...—Susurré—Por nosotros...

Hacía tiempo que no lloraba, cerré la laptop aún teniendo la imagen de Paige en mi mente. Ella fue mi primer amor, nos conocimos en tercero de primaria y me atreví a confesarle mi amor en segundo de secundaria, duele, duele saber que la persona que fue tu primera vez en más de una cosa desapareciera de este mundo, ella era tan leal, tan dulce. Sé que ahora el hecho de que ella este muerta es mi culpa, quise hacer que nuestro compromiso fuera algo inolvidable y lo fue, pero tuvo un final desgarrador.

Logre conciliar el sueño y no me di cuenta, solo lo note cuando desperté. Aún era de noche, miré el reloj de mi muñeca y este marcaba las 2:31am, supongo que el toque de queda tiene un límite, pero no me quedaría aquí despierto por cuatro horas.

Me levanté y abrí la tienda, no se veía ni un alma y todo estaba en paz, hacía frío así que me coloque mi chaqueta y salí. Caminé un poco y llegue a lo que parecía ser el comedor de los soldados, entre y estaba vació, un vaso de leche nocturno sería bueno para el insomnio, Paige solía prepararlo cuando me sucedía.

Tome un vaso y saque la leche, la serví y después la metí en el microondas. Pasaron veinte minutos y mi leche estaba perfectamente caliente, salí del lugar y note que la luz del sótano estaba encendida, alguien estaba entrenando a estas horas.

Sabía que eso del toque de queda eran solo bobadas.

Baje las escaleras cautelosamente y la vi, se movía con cierta gracia, una técnica que solo ella sabía utilizar se deslizaba en el suelo y volvía a subir mientras golpeaba al muñeco de hule en frente de ella, era como ver a un ave en su habitad natural.

Maya García era simplemente única.

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EL APRENDIZ © || Libro 1 || #WATTYS2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora