Capítulo 2

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Cap. 2

Abrí los ojos con un ligero dolor de cabeza, lo primero que vi fue un techo color blanco, esperé a que mi visión se orientara mejor y observé a mi alrededor, estaba recostado en una cama de hospital y una habitación de paredes color crema.

¿Dónde demonios estoy?

Me senté colocando mis pies en el frío suelo, traté de levantarme y fue mala idea porque el mundo me dio vueltas así que caí de golpe en la cama nuevamente.

No me había dado cuenta que me habían cambiado de ropa, ahora estaba usando una pijama color azul oscuro. No había ventanas, así que no sabía si era de día o de noche, ni cuánto tiempo llevaba inconsciente.

Me recosté otro rato hasta que la puerta se abrió dejándome ver a una mujer alta y rubia vistiendo un vestido negro.

—Buenos días, señor Jones. —Miré a la mujer con el ceño fruncido— ¿Durmió bien?

— ¿Quién demonios es usted? —La mujer me regaló una sonrisa—

—Mejor dese una ducha y se viste, en el baño hay una muda de ropa y toallas, lo espero afuera señor Jones.

La mujer extraña salió

Solté un suspiro largo y con cierta desconfianza miré la puerta del baño.

Entré y me quité la pijama azul. Me metí en la ducha y abrí la regadera, el agua fría empezó a caer sobre mi cara y mi cuerpo, conteniendo mis músculos, me eche un poco de shampoo y enjuague mi cuerpo con el jabón.

Después de esa larga ducha, salí y me seque con una de las toallas. Revisé una de las gavetas del closet en el baño y encontré un pantalón negro y una camisa blanca con cuello en "V", también habían un par de botas militares color negro así que las tomé y me las coloque.

Salí del baño aun secando mi cabello cuando la puerta se abrió, dejando ver nuevamente a la mujer rubia.

—Mucho mejor, señor Jones. —Dijo sonriéndome—

—Ahora si me dirá, ¿Quién es usted? Y ¿Dónde estoy? —Pregunté con cierto fastidio—

—Acompáñeme. —Ambos salimos de la habitación y pude notar que estábamos en un tipo de agencia, habían miles de computadoras y agentes uniformados caminando de un lado a otro—Señor Jones, está en la Unidad Central de la DEA, en Washington.

— ¡¿Qué?! ¿Y cómo demonios llegue aquí? —Pregunté indignado—

—Lo hemos estado rastreando desde hace seis meses, bueno, más que rastreando yo diría: Investigando.

— ¿Y eso por qué? ¿Qué hice?

Llegamos a una puerta negra, ella abrió la puerta y entramos a lo que parecía ser su oficina, me ofreció asiento y yo cedí.

—Hacerse pasar por narcotraficante, por ejemplo.

—Le juro que todo tiene una causa, yo jamás me metería en negocios sucios.

La mujer colocó sus manos sobre la mesa. —Eso lo sabemos muy bien, señor Jones. Simplemente, lo contactamos desde Boston porque necesitamos su ayuda.

— ¿Mi ayuda?

—Sí. —Asintió la mujer—Soy la Agente Crystal Waller, estoy encargada del caso Santorini, debe conocerlo bien, ¿no?

Bajé la mirada.

—En nuestras investigaciones, logramos descubrir que usted sobrevivió a ese atentado y que meses después de eso usted quiso buscar a los responsables de tal tragedia.

—Ellos...ellos acabaron con mi familia y mi novia. —Suspiré—

—Lamentó su perdida. Pero con lo que vengo a ofrecerle, usted podrá hacer justicia por sus seres queridos.

— ¿Qué quiere de mi? ¿Por qué yo? Ustedes, por Dios, son la DEA son las personas que cazan, literalmente, a los maleantes más peligrosos de todo Estados Unidos. ¿Por qué yo?

—Porque ninguno de nuestros hombres tiene la motivación que tiene usted Harry, solo piénselo, en este año que ha cazado a la Mafia Italiana no ha conseguido nada. Usando el equipo y el entrenamiento necesario puede conseguir a Francesco Simonetti en tres días.

La miré a los ojos.

— ¿Quién?

—Francesco Simonetti. Él es el líder de la Mafia Italiana, él es el responsable de que usted tenga esa sed de venganza tan grande.

No respondí.

—Sabemos bien que tiene un certificado policial en la Academia de Policías en Virginia, pero si acepta ser parte de la DEA necesitará más entrenamiento.

—Si acepto, solo pido una cosa señorita Waller.

—Crystal. —Me corrigió—

—Bueno, solo deseo una cosa, Crystal. —Cerré mi puño—Si logró atrapar a ese desgraciado, quiero que me dejen matarlo.

—Como usted diga. —Sonrió—Entonces, Harry. ¿Acepta o no?

Lo pensé por unos segundos, Crystal estiró su mano y la estreché.

—Trato.

—Perfecto. Ahora, quiero que me acompañe, quiero que conozca al director de la sede.

Asentí.

EL APRENDIZ © || Libro 1 || #WATTYS2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora