dos; curarte

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Valentín.

—¿Me vas a acompañar?

—Ya te dije que sí, hincha pelota.

—Daniel, estás insoportable, no te mato porque se va a poner triste tu mamá y la quiero mucho. —Daniel se rió fuerte y me abrazó, estábamos en el sofá de la sala de su casa jugando a la play, Daniel ya se estaba poniendo fastidioso porque le gané casi todos los partidos.

—¿Pero adónde querés ir a comprar? Porque tengo paja.

—Bue, dejá, no me acompañes nada. —Dejé el joystick en la mesa y me dirigí a la cocina buscando algo para comer, Daniel me seguía atrás.

—Sí te voy a acompañar moño, estás re sensible. —Esta noche ibamos a ir al boliche con nuestro grupo de amigos y le vengo diciendo hace dos días a Daniel que necesitaba comprar ropa. —Me baño y vamos, así que cambiate, dale.

Daniel subió las escaleras corriendo a pesar de que le digo todos los días que se puede lastimar, yo era el más responsable de los dos, lo sabíamos bien, así como él era el ordenado y yo era un desastre en eso, la mayoría de las personas que no nos conocían pensaban que eramos pareja, era entendible igual, siempre estábamos demostrándonos cariño tanto en público como en privado, no era algo nuevo que toda persona que nos conocía nos pregunte hace cuanto estábamos juntos, y nosotros le teníamos que explicar que sólo somos amigos desde los cinco años.

Subí a cambiarme de ropa, la habitación de Daniel era prácticamente mía también, cama de dos plazas con mi lado ya asignado, la mitad de su ropero era mío, tenía ahí un cepillo de dientes, como si viviéramos juntos, y es que era así, o yo pasaba semanas en la casa de Daniel o viceversa.

Aunque tenía todo mi ropero, me puse una remera de él que estoy queriéndole robar hace un montón y no me deja, es mi venganza porque él me sacó un millón de buzos y remeras, lo escuché salir del baño y entrar a la habitación con solo una toalla rodeando su cintura.

—Ay, tapate rancio.

—No hay nada que no hayas visto, tarado. —Dijo poniéndose un boxer por debajo de la toalla.

—Eu, si no tenés ganas de ir hoy a la noche no vamos. —Yo sabía que a Daniel no le gustaba ir a boliches, no le gusta ni la música que pasan, además cuando se pone en pedo es medio insoportable.

—Vamos bobo, necesito ponerme en pedo.

—Bueno, pero no tanto que después te tengo que traer yo. —Los dos bajamos las escaleras después de avisarle a la mamá de Dani que nos ibamos, llegamos al centro y nos encaminamos al local en el que compramos ropa siempre, los dos nos vestimos bastante parecido así que no es mucho problema encontrar ropa, hablé con la empleada y agarré un par de cosas para probarme.

—¿Y? ¿Te gusta? —Le dije a Daniel saliendo del probador, tenía una remera violeta y una bermuda de jean negra común, me gustaba pero necesitaba la aprobación de mi mejor amigo.

—Te queda muy linda, te resalta los ojos. —Me dijo la empleada interrumpiendo a Daniel, quien la miró con una sonrisa.

—Sí amor, te queda hermosa. —Ya sabía lo que estaba haciendo, lo hacemos todo el tiempo, cuando vemos a alguien que nos quiere chamuyar actuamos como que somos novios para poner nerviosa a la otra persona, es muy gracioso en realidad.

—Gracias bebé, me cambio y nos vamos. —Sonreí y me volví a meter al probador porque no iba a aguantar más la risa, la empleada estaba roja de la vergüenza, salí y fuimos al mostrador a pagar las cosas seguidos por la chica con la cabeza baja.

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