ocho; suegra

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Valentín.

Los golpes en mi puerta resonaron haciéndome despertar de golpe, esa costumbre que tiene mí mamá de tirar la puerta abajo cada vez que me viene a despertar.

—¡Chicos, arriba! —Gritó desde el otro lado y lo siguiente que escuché fueron sus pasos alejándose de la puerta.

El brazo alrededor de mi cintura se movió con delicadeza apretándome más hacia atras, la respiración pesada en mi nuca se convirtió en una más calmada y pausada.

—Buen día, ojitos. —Dijo mi mejor amigo dejando un beso suave en mi nuca, erizandome los pelitos que ahí reposaban.

—Buen día, Dan. —Soltando un quejido y saliendo muy a mi pesar de su abrazo, me levanté de la cama y estiré mis extremidades.
Según quedamos anoche con Daniel nos ibamos a levantar y en el desayuno ibamos a hablar con mi mamá.

—Levantate, dale. —Dije saliendo del baño después de vestirme, toda mí vida me cambié frente a Daniel pero ahora que somos algo me da bastante verguenza que me vea.

—¿Estas nervioso? —Dijo sentándose en la cama y estirando sus brazos.

—Un poco, ¿vos? —Daniel asintió sacándose la remera, poniéndose rápidamente la misma que tenía anoche y levantándose, al fin, de la cama.

—Va a estar todo bien, ¿sabés? —Esta vez yo asentí y él dejó un beso en mi frente antes de ir al baño.

Suspiré fuerte intentando borrar el nudo que sentía en mi pecho, no sabía cuál iba a ser la reacción de mí mamá cuando le contemos y su opinión siempre fue importante para cualquier decisión que tomé, incluso Daniel le consultó toda la vida las cosas antes de hacerlas, tragando el nudo en mi garganta salí de la habitación yendo al comedor, mamá nos había hecho el desayuno completo como siempre, café, té, tostadas, queso crema, mermelada y manteca, había que aprovechar siempre que venía Dani porque solo así ella hace el desayuno, igual mi diabetes me deja comer muy poco de todo esto así que la mayoría es para Daniel.

—Buen dia, má. —Dije sentándome frente a ella y agarrando una taza, Daniel estaba tardando en el baño y conociéndolo está nervioso mirándose al espejo hasta tener el coraje de salir.

—Buen día, buen día. —Escuché al fin a Daniel acercándose hasta rodear la mesa y dejar un beso en  el cachete de su suegra y otro en mi cabeza, sentándose al lado mío.

Los minutos pasaban y los tres estábamos en silencio, ningún sonido más que el de las tazas contra la mesa.

—Maia. —Dijo Daniel provocándome levantar la cabeza y mirarlo, igual que mí mamá. —Te tengo que decir algo.

—Tenemos. —Acoté yo haciendo que mí mamá deje la taza sobre la mesa y saque la vista de su celular.

—¿Qué pasa? No me asusten.

—Con Dani... estamos como... no, lo que pasa es que—

—Estamos juntos. —Interrumpió Daniel agarrándome la mano y mirando a los ojos a mi mamá.

—¿Juntos? —Respondió mí mamá levantando la ceja y mirando nuestras manos unidas. — ¿Juntos cómo?

—Juntos como una pareja.

Mi mamá levantó ambas cejas en señal de sorpresa y hizo una mueca con la boca. —Bueno, ya estaban tardando mucho.

—¿Qué? —Dije confundido mirando a Dani, quien me miraba igual.

—Chicos, a uno lo tuve en la panza nueve meses y al otro lo conozco hace trece años, ¿en serio pensaban que no me iba a dar cuenta? Además Silvia me contó lo que hablaste con ella, Dani. —Daniel y yo soltamos un suspiro aliviado al unísono.

friends ; wosaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora