diez; ejercicio

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Valentín.

Me desperté sintiendo el vacío en el lado derecho de la cama, abajo se escuchaban voces y el sonido de la licuadora al encenderse, me estiré en la cama mirando la hora en el celular, era temprano todavía pero si Dani ya se había levantado me iba a aburrir acá solo.

Bajé las escaleras escuchando las voces de mis mamás y la risita pegajosa de Daniel.

—Buen día. —Dije dejando un beso en el cachete de Dani y escuchando el sonido de ternura que soltaron mis mamás antes de salir de la cocina.

—Mirá, hice un desayuno saludable para que dejemos de tomar café con medialunas todas las mañanas.

—Pero a mí me gusta el café con medialunas. —Dani me miró con cara de orto mientras metía unas bananas a la licuadora.

—Me vas a romper la licuadora así, cortá más chiquitas las cosas. —Dije rodeando su cintura y hundiéndome en su cuello.

—Terminamos de desayunar y hacemos ejercicio, mirá, me puse mi outfit fitness. —Salí de su cuello prestándole atención a su ropa, toda la ropa era mía y obviamente le quedaba grande, una remera que terminaba en sus muslos y un short que le tapaba las rodillas, parecía más chiquito de lo que era.

—Harto de que seas tan lindo. —Dani se rió y se colgó de mi cuello.

—Besame ahora así no nos escuchan. —Dijo prendiendo la licuadora.

Me reí en su boca antes de besarlo correctamente, mis manos en su cintura lo apretaron más a mi cuerpo mientras mis labios se fusionaban con los suyos.

Sin despegarse de mí, Dani apagó la licuadora silenciando el lugar, picoteó mis labios un poco más antes de separarse por completo, en el momento exacto en el que entró mi mamá.

—Valentín, decile a Dani que se deje de joder con querer comer bien, que compré como tres paquetes de manteca y si no los comen se van a pudrir. —Dani se reía fuerte ante las palabras de mi mamá, mientras intentaba bajar los vasos de la alacena.

—Mami, déjalo. —Estiré mi brazo agarrando dos vasos cuando vi que a la altura de Dani se le estaba complicando.

—No come nada este chico, va a venir un viento fuerte y se lo va a llevar a la mierda, vas a ver. —Mamá y sus exageraciones salieron de la cocina.

—Ojitos, ¿le pongo edulcorante al tuyo? —Asentí sentándome en la barra de desayuno, Dani puso un vaso enfrente mío y se acomodó en su silla.

—¿Te despertaste muy temprano?

—Más o menos, tus viejas ya estaban despiertas igual.

—Ellas se despiertan re temprano siempre, hasta cuando no tienen que laburar. —Daniel asintió con la boca llena, la imágen de sus cachetitos llenos me llenó de ternura el pecho.

—¿Terminaste? Dame que lo lavo y buscá las colchonetas para hacer ejercicio. —Me quejé ruidosamente bajando de la banqueta y moviéndome despacio, Daniel se reía pero yo realmente sufría cada vez que tenía que hacer ejercicio, mi abdomen marcado era más genética que otra cosa.

Cuando bajé con las colchonetas en mano, Dani estaba buscando videos en Youtube.

—Que no sea nada muy fuerte porque me puedo llegar a morir.

—Ay Valentín, no seas exagerado. Mirá, este tiene 10 minutos y dice que en dos semanas vamos a tener abdominales definidos.

—Es imposible tener abdominales en dos semanas, te re mienten estos. —Me senté a su lado abrazándolo y hundiéndome en su cuello, a ver si desiste de hacer ejercicio y nos podemos quedar así.

—Dale, parate, vamos a elongar. —Daniel se levantó con todas las ganas, estirando sus brazos sobre su cabeza.

Me levanté bufando, sabía que cuando una idea se metía en la cabeza de Dani no había forma de sacarla, estiré las piernas imitando a la chica en la tele, me desconcentré un poco cuando Dani se agachó tocando la punta de sus pies y la parte de atrás de su remera se levantó.

Los ejercicios eran fáciles, faltaba uno más para terminar cuando decidí darme vuelta y mirar a Dani.

Las gotas de sudor corrían por su frente y la remera se le había pegado al cuerpo dejando ver su pancita, me quedé embobado mirándolo y cuando me dí cuenta el video ya había terminado.

—No puedo respirar, no puedo respirar. —Un agitado Dani se bajó casi de un sorbo la mitad de la botella de agua.

—Ay, que exagerado que sos Daniel. —Dije imitandolo, Dani me fulminó con la mirada antes de arrastrarse hasta el sofá y acostarse en él.

—Creo que nunca en mi vida estuve tan cansado. —Dani regularizaba su respiración mientras yo me arrodillaba a su lado dejando besitos en su cara. —Es un asco lo que estás haciendo, y no me beses que me vas a sacar el poco aire que tengo.

Haciendo todo lo contrario a lo que me pidió, le agarré la cara uniendo nuestros labios y soplando dentro de su boca. —Ahí tenés aire.

—Gato de mierda, ya que me vas a besar besame bien. —Me subí a su lado en el sofá, nuestras piernas entrelazadas igual que nuestras lenguas, mis manos acariciaban cada detalle de su cara y sus manos reposaban en mi espalda.

—No cojan acá, se los pido por favor, no saben lo difícil que es limpiar este sofá. —Escuché atrás nuestro separandome rápido, Daniel se reía mientras yo miraba mal a mi mamá. —Y bañense, que la transpiración se les va a secar y se van a enfermar.

Bufé tirándome en el cuello de Daniel mientras esté reía y acariciaba los pelitos en mi nuca.

Y  estoy seguro que nunca en mi vida voy a amar tanto a alguien como lo amo a él.






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