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Bueno, nuevo cap con bastante retraso. Sorry guapas y guapos. Espero que el confinamiento esté resultando soportable y que vosotr@s y vuestros seres queridos estén sanos y salvos.

Deseo que lo disfrutéis y os de un ratito de fantasía y ternura. He huido cual rata de mi escaleta y he vuelto a intercambiar las escenas pero ahora, sí que sí, en el próximo cap toca batalla.

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Es firme, es bonita, como las sonrisas en verano cuando son sinceras.

Es una promesa y es férrea.

Es la seguridad de querer descubrirse en las pocas facetas que les restan.

Es el trato de un juego eterno sin objetivo claro, ni medidas o reglas. O quizás es que las normas son tantas que resultan sumamente contradictorias.

En realidad? En realidad poco importa cuando algo sí tienen claro, ni el reloj ni el calendario cuentan.

Y de oro sólo hay una regla.

Quererse y respetarse por encima de todo incluso, y aunque suene malsano, por encima de a uno mismo.

- Qué haces, usdita (peque)?

El menor, a su lado, parece dormitar una entrevela. Sus facciones son tranquilas y soñadoras, respira profundamente, con cada inspiración una sonrisa se abre paso. Todo indicaría un apacible descanso de anidawehisdis (angelitos) voladores y deshojadas margaritas si no estuviera firmemente sostenido sobre sus propias piernas.

- Memorizando el olor para esta noche – sonríe y se ilumina con esa luz dorada que siempre le aguarda escondida en exclusiva

Raoul ha comprendido que no puede aplicar la lógica ni los estereotipos, en cuanto a los tiempos y las parejas, y que se va a quedar mordiendo las ganas cien o mil veces. Puede gustarle o no, pero ahora sabe bien que el primer impulso jamás justificará sentir cómo todo su interior se comprime, en un efecto espejo de su mitad morena.

- El mío?

- De quien, si no, mi wayisdi (lobito)?

- No me sabes ya de memoria?

Agoney asume, a pasitos pequeños de gigante diminuto, que la moral pierde sentido cuando la naturaleza lupina que se asoma por el cascarón es suma y brutalmente cegadora y le deja la boca sin habla, sin aire y muy reseca. Ni todo su lago saciaría la sed que anticipa su pequeña alma gemela.

- Y tú?

- Tú cambias tan rápido que me asusta perderte de vista

- Por eso te duchaste volando?

- Es solo una ducha, Raoul, no tiene mayor secreto

- Es lo que tú quieres que sea, Agoney. Qué quieres que sea?

- Una ducha

- De acuerdo

- Qué querías que respondiera?

- Que por ahora es solo eso

Es así como ambos flotan por la vida felices, dejándose guiar confiados por el contrario, aunque sea tímidos y sonrojados, situados aún cada uno en una esquina pero mirando en la dirección correcta. Es más fácil si lo hacen aferrados a la mano que siempre espera atenta, esa que entreabre los dedos presta a intercalarlos con sus gemelos.

- No es lo que imaginas

- Vamos a dejar el tema, no estás cómodo

Los silencios que otorgan acostumbran a ser de los malos, a veces hieren cobardes, otras anuncian la huida con alevosía en la penumbra de la madrugada. Aquellas que anticipan mañanas en las que te despiertas doblemente vacío y sin ganas. No para ellos. Ellos tienen un colgante y una pulsera demasiado cotillas y dos estómagos que continuamente se susurran confidencias.

WayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora