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El cap de hoy es uno de esos... cómo calificarlo... extraños...?

Uy, extraño! Si que estoy yo optimista a estas horas, no? Es más bien una grumosa mezcla de un cúmulo de hechos deleznables. Sí. Eso sí es bastante más aproximado...

Y es que, solo hoy, mueren 4 y ninguno es de los malos.

Y, por si eso fuera poco, además es condenadamente largo. He intentado remediarlo, os lo prometo, pero cuanto más reescribía más escribía hasta que mi nimia fuerza de voluntad ha claudicado. Vamos... que optimizando y perseverando soy un auténtico fraude.

Así que yo soy un fiasco y vosotros, por ende, una panda de desgraciados porque en lugar de un solo cap destinado a la gran batalla vais a tener que comeros 2 (y espero que se limite a ese número aunque aún no estoy en disposición de jurarlo).

Creo que a estas alturas, y marcando un record histórico de tan solo 6 frases, he perdido ya a la mitad de mis, ya de por sí escasos, lectores. Al resto, amores, os quiero, y os mando muchos besitos y os pido que seáis cariñosos y cariñosas conmigo porque actúo así desde la desesperación. Podéis oírlo? Es mi propio miedo. Y, oye... puestos a sufrir me he dicho, pues vamos a hacerlo todos juntitos que con tanto confinamiento más de uno tendrá un ratito para dramar conmigo.

Fuera bromas, se que os estoy asustando, de verdad que lo lamento y lamento que esto no termine aquí hoy. Pero juro que, si me dais un poquito de tiempo, voy a arreglarlo.

Una última cosilla. Hay varias palabras en Igbo, el dialecto de una etnia africana con cierta fama por su tradición en bujería. La traducción, como siempre, en paréntesis y cursiva.

Así que, sin mucho más que añadir, ya no lo pienso más y empezamos. Lo haremos exactamente en el mismo momento y el mismo lugar en el que nos despedimos la semana pasada.

Y es que... my dear friends, show must go on.




🔮🔮🔮🔮🔮🔮🔮



- Están aquí – no ha llegado siquiera a un susurro, son solo dos pequeñas palabras delineadas en los labios. Sin aire. No hay aliento, es solo miedo. Uno terrible

Porque, aunque apenas sean solo un puñado de atacantes, lisiados y maltrechos, llevan un punto de locura contagiosa con ellos. La demencia de ese medio-ejército teñirá todos y cada uno de sus actos, sumiendo a una sociedad, recta y ordenada como la druida, en el caos más absoluto.

Ese será su eslabón más débil y esa debilidad se reproduce constante en las visiones de Raoul.

Nerea observa a su amigo unos instantes, con los ojos desorbitados en parálisis reflexiva, facciones inquebrantables de hielo y un claro futuro de brujilla anunciado en la juventud de sus pupilas.

- Hay que avisar a Juan Antonio - concluye

Raoul no reacciona. Está concentrado en el interior de su mente, recordándole a su comestible y extradulce luna de azúcar una sagrada promesa de meñiques. El juramento de una noche eterna que no debía ser la última, sino tan solo la primera de otras muchas compartidas. Está inmerso en su lobo, convertido en oso y guerrero, y en el miedo atroz que le produce la posibilidad de no poder volver a dormirse abrazado a su cuerpo.

Nerea lo sabe. Profecía no es una palabra que hayan verbalizado, ni leyenda, ni mito o lobo blanco. Pero Nerea es muy lista, Raoul siempre lo ha afirmado. Y ella sabe cosas, mira, calla, memoriza y deduce cual "elemental, mi querido Watson".

Visiones y telepatía. Lobos blancos y un poco mágicos. Canis Lycaon o raros Lobos negros. Hombres grises enfundados en la sombra apagada del anonimato, cuando en la intimidad brillan aunque intenten ocultarlo. Nvdisdi. Nvda. Lunita y luna y una única razón por la que la naturaleza decidiría que dos almas gemelas se diferenciaran en edad: la necesidad de protección hacia uno de los dos miembros de la pareja. Evidentemente Raoul. Raoul valiente y humano, humilde y paciente... Raoul protector, mágico, perseverante y sexy. Raoul sin pecados y con las virtudes de las cuatro razas.

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