𝕺𝖓𝖊 𝕾𝖍𝖔𝖙𝖘 𝖁𝖊𝖌𝖊𝖇𝖚𝖑 - 𝖁𝖊𝖌𝖊𝖙𝖆 𝖞 𝕭𝖚𝖑𝖒𝖆

Recompensa

La pequeña Bra de apenas un poco más de 2 años permanecía sentada en la cuna de su cuarto, con el ceño fruncido y los ojos llenos de determinación.

-Vamos cariño, ya casi lo logras-Le animaba su madre quien tomaba firmemente el borde mientras veía a su pequeña intentar pronunciar aquella palabra.

-¡Ta-da!-Decía la mini ojiazul mientras hacía muecas intentando que su boca pronunciase lo que su mente quería

Bulma sintió como el alguien le rodeaba la cintura por detrás.

-¿Cómo estuvo el entrenamiento?-Pregunto con tranquilidad girando la cabeza para responder el pequeño beso que su esposo le ofrecía.

-Como siempre, Los robots necesitan un poco más de velocidad-Le dijo hundiendo el rostro en el cuello de ella

-En cuanto tenga tiempo libre veré que puedo hacer-Dijo mirando nuevamente a su hija

-¡Ta-da!-Dijo la pequeña nuevamente aferrándose a los barrotes de la cuna con mucha firmeza

-Hey, ¿Qué te pasa, Bra?-Dijo el azabache sacudiéndose el cabello

La pequeña rio pero volvió a fruncir el ceño casi al momento buscando concentración, el príncipe levanto una ceja extrañado y se despidió de ambas. La bebe al notar que el mayor disponía a retirarse frunció mas el señor y se levantó aun agarrando firmemente los barrotes.

-¡Ta...ta-da!-Repetía con impotencia

Justo cuando el peliflama estuvo por poner un pie fuera de la habitación el grito de su niña lo dejo helado.

-¡PA-PA!-Logro decir al fin el orgullo marcado en sus delicadas facciones

Vegeta giro sobre sus talones y miro perplejo a la pequeña y luego a su esposa que la felicitaba con alegría por haber logrado su primera palabra.

-¡Pa-pa!-Dijo tranquila al verlo acercarse sonriendo

-Si pequeña-Dijo Bulma cargándola hacia el príncipe- es tu papa-La sonrisa de la peliazul mayor fue lo que complemento el revoltijo de emociones satisfactorias dentro de Vegeta.

Y era así, él estaba sumamente orgulloso de su niña por haberlo llamado así, sintió como todo aquella lucha interna con la que lidiaba a diario se esfumo por un dulce momento. Y ahora más que nunca le agradecía a la vida y a su flamante esposa por haberle dado tanta felicidad de la cual no se sentía merecedor. Porque para él su familia era...

La mejor recompensa...