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Viernes 16 de Julio.

La jornada escolar recién termina, ha sido un largo día. Con tranquilidad guardo mis cosas y salgo del aula de clases. Algunos estudiantes aún se encuentran en la universidad caminando por los pasillos con apuro.

Al salir del lugar me dirijo hacia uno de los semáforos cercanos y me detengo a esperar que este indique que pueda cruzar la calle, al igual que otros; tenía pensado pasar a recoger a mamá del trabajo e ir a casa juntos. La carretera se encuentra llena de autos, supongo la mayoría están saliendo de sus trabajos; y entre todos estos, que pasan en frente de mí, localizo a mi progenitora del otro lado.

Sonrío un poco y recuerdo haberla escuchado decir que vendría a traerme e iríamos juntos a casa, más no pensé que lo decía en verdad. Alza la mano con una sonrisa y la agita de un lado a otro en saludo, repito su acción.

Minutos después noto que el semáforo ha cambiado, permitiendo que nosotros crucemos. Ella es la primera en dar un paso al frente y unas cuantas personas más le siguen.

Todo pasó tan rápido.

Los pocos que venían detrás retrocedieron al instante, sin embargo, ella caminaba con la vista fija en mí que no se percató de aquel vehículo. Cuando volteó la vista al lado ya era muy tarde.

Me quedé sin aliento, impactado ante el suceso.

Mis ojos se abrieron en demasía, viendo como su cuerpo giraba en los aires hasta caer el suelo. Todo pareció detenerse. Mis piernas no reaccionaban, no podía argumentar una sola palabra y un extraño nudo en mi garganta empezaba a formarse.

-M-mamá -logro decir en un hilo de voz.

Mis mejillas no tardan en llenarse de lágrimas. Un circulo de personas la rodearon tan pronto como su cuerpo calló. Doy un paso al frente, casi tambaleándome, y en menos de lo esperado ya estoy arrodillado ante ella. Pongo mi mano debajo de su cabeza sintiendo al instante como su rojiza sangre la mancha.

-Mamá, mamá d-despierta, por favor -pido entre sollozos.

-Una ambulancia ¡Llamen a una maldita ambulancia, no se queden mirando!

Mi pecho duele tanto. Si tan solo hubiese sido yo, si tan solo yo hubiera ido a recogerla, tal vez no nos encontraríamos así en este momento.

Un jadeo capta mi atención.

Sus ojos se abren de apoco al igual que sus finos labios y con dificultad pronuncia algo que me es imposible de escuchar, gracias a la sirena de una ambulancia a lo lejos. Inclino mi cabeza hacia la suya, encontrándose a centímetros una de otra, la ladeo y me estremezco al sentir sus labios rozar mi oreja.

-Jungkookie -logro escuchar- está bien, todo e-estará bien, amor.

-Mamá, no cierres tus ojos, no te duermas -sollozo.

-Cielo...

-No te vayas por favor, no me dejes tú también. No podré soportarlo.

-No d-digas eso.

Su voz va decayendo poco a poco, mis ojos no dejan de lagrimear. Muerdo mi labio inferior tratando de evitar romper en llanto. Mamá me mira, sus ojos brillan un poco, y me regala una débil sonrisa.

-Recuer-do, recuerdo cuando me p-pedías las bolsas de compras y t-tú decías: "Y-yo puedo mamá" "Yo las llevaré" O cuando dejaste de p-pedirme ayuda en t-tus tareas: "Yo puedo mamá, n-no te preocupes" C-creciste tanto, Jungkookie. ¿Cuándo dejaste d-de ser m-mi travieso bebé?

-Nunca dejé de serlo mamá -dije con la voz quebradiza.

-Siempre estaré aquí -su dedo índice apunta el lado izquierdo de mi pecho- justo aquí.

-Mamá.

-Te amo tanto, bebé -acaricia mi mejilla limpiando unas cuántas lágrimas, y sonríe con cariño.

-Yo más -susurro- mucho más.

Sus ojos se cierran y su mano cae, un último suspiro sale de sus labios. Ha fallecido.

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lamento la tardanza aa, no sabía cómo narrar este capítulo unu.

someone you loved • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora