DESDE EL PUNTO DE VISTA DE PETER.
Era una locura todo lo que había vivido estos años. Quien no crea que el amor mueve montañas… no entiende nada. Yo me enamoré de Lali siendo un niño y nunca dejé de amarla. Aún lejos todo lo que hacía era para cuidarla y salvarla de su destino.
Cuando me fui a Londres y arranqué a estudiar informática empecé a tenerla muy clara y enseguida por mi cuenta conseguí aprender muchas cosas. Entre esas cosas a hackear. Así fue como me metí en todos los archivos de BEES y encontré muchas pero muchas irregularidades.
Tenía un compañero en clase que su hermano era policía así que fui a hablar con él para asesorarme sobre que podría hacer. Él pasó la información y un día vinieron a buscarme a casa agentes de investigación secreta. Estaban detrás de Bodoya y Esposito por fraude fiscal, posible tráfico de drogas y explotación laboral es sus fábricas del exterior. Enseguida me ofrecieron trabajar con ellos. Así que mientras seguía estudiando me formaba también de forma secreta en la policía.
Mi papá no sabía nada de esto así que yo iba a verlo en mis vacaciones pero en realidad me seguían instruyendo. Lo malo era que solo veía a Lali de lejos. No podía correr el riesgo de acercarme a ella, al menos al principio no me dejaron hacerlo… Hasta que descubrí que el señor Esposito y Megan querían acabar con Bedoya. Ahí me puse en contacto con ellos y se sumaron a la investigacion. Por eso pude volver a ver a Lali aunque no podía contarle nada de lo que pasaba. Tuve que mentirle para protegerla… Ya había metido mucho la pata cuando descubrió el departamento y había visto a mi compañera Eugenia. Tuve que hacerle creer que había tenido algo con ella y que me odie, pero no podía saber que estaba detrás de Bedoya. Tenerla lejos era bueno para no estar distraído pero la echaba muchísimo de menos. Le había mandado mil emails, pero no respondía ninguno… Deseaba verla y poder explicarla todo pero para poder hacer eso tenía que estar Bedoya tras las rejas.—Fue a Aruba —me dijo Euge.
—Seguro que por el video de Lali. Estoy convencido de que no le habían dado autorización.
—No te preocupes, falta poco. Si cae en la que tenemos preparada, se va a pasar el resto de su vida tras las rejas.Bedoya nunca se ensuciaba las manos, sabía moverse tras las sombras pero detestaba que alguien le hiciera sombra. Hacía años que un policía se hacia pasar por un gran narcotraficante que le estaba quitando el puesto a Bedoya de ventas al exterior. Él no entendía como era posible que a aquel hombre nunca le encontraran un cargamento, así que se había reunido con él un par de veces para hacer negocios. Estaba en la boca del lobo y casi lo teníamos todo para detenerle.
—Vamos a comer —Euge me tiró mi chaqueta —Me muero de hambre.
Salimos a comer unas hamburguesas.
—Deberías ir a Brasil.
—No quiere saber nada de mi.
—Cuando se entere van a estar juntos.
—Lali no me va perdonar tan fácil que la haya dejado fuera de todo esto.
—Es por su bien.Mi teléfono empezó a sonar. Era del hospital, mi padre estaba muy mal. Salí rapidísimo para ahí.
—Viejo —le agarré la mano — ¿Qué pasa?
—Perdón… no puedo más — susurró.
—No, no me digas eso…Me quedé a su lado horas, sujetando su mano y aguantando las lágrimas. Mi abuela vino cuando le avisé pero no aguantó quedarse en la habitación mucho tiempo. No podía ver así a su hijo.
—Me saliste buena madera hijo —sonrió —Te quiero mucho.
—Yo también te quiero, viejo…Y se fue, cerró los ojos y no volvió a abrirlos. Aunque sabía que este día iba a llegar, no estaba preparado. Estaba roto, necesitaba a Lali, necesitaba un abrazo suyo, un beso… la necesitaba a mi lado. Quería que supiera todo lo que pasaba, que no me odie… que lo entienda y quiera pasar el resto de su vida a mi lado.