Capítulo 19

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Ya habían pasado dos semanas desde la partida de Peter... No tenía ni un mensaje suyo pero sabía que estaba vivo y eso era lo más importante.
Lupe y Marcos venían todos los días a casa para intentar que yo salga de la habitación. Odiaba tener que mentirles así que simplemente no decía nada y me negaba a moverme de la cama. Eugenia, se había enterado de que Peter estaba vivo hacia una semana porque la habían metido en la investigación. Nos quiso comer vivos cuando se enteró que nosotros lo sabíamos pero se puso tan feliz, que lo olvidó rápido. Ella era mejor actriz que yo, realmente podía seguir laburando y manteniendo su vida social, mientras fingía que Peter ya no estaba. Yo... Tenía que estar entre cuatro paredes para que no descubran que era un poco feliz.

—Me gusta Vico —dijo Euge y se sentó en mi cama —Mucho además... Pero yo soy la primera que dice que no hay que mezclar trabajo con amor.
—¿Eugenia le tiene miedo al amor? —reí y ella me fulminó con la mirada.
—Una vez sola estuve enamorada... Era mi compañero y terminó muerto ¡Perdoname sino quiero repetir la historia!
—¡Ay, perdón boluda! —me llevé las manos a la cabeza —Soy una bruta, no me di cuenta.
—¿Crees que debería pedirle para salir?
—Claro, serias boluda sino lo hicieras —le agarré la mano —No siempre las cosas van a salir mal.
—Supongo que no pierdo nada por intentarlo.

Maxi entró con una bolsa de golosinas y se la pasó a Euge qué enseguida la abrió y empezó a comer.

—Voy a ir a casa a buscar unas cosas.

—Te acompaño —le dije mientras intentaba agarrar una golosina pero Euge se apartaba para que no pudiera.
—No creo que sea buena idea.
—No te voy a dejar ir solo.
—Se supone que ahora no está.
—Dale, déjame acompañarte. Mientras vos hablas con tu mamá, yo te voy guardando las cosas... Así aprovechas.
—Está bien, vamos.

Maxi apenas tenía contacto con su madre, ya que desde que nos mudamos y dejó la empresa, Bedoya lo tenía cruzado. Yo apenas veía a mi viejo, él se sentía demasiado culpable por todo lo que pasaba y yo, aunque lo quería, no podía evitar culparlo un poco también.
Eugenia y Vico, su nuevo compañero, nos seguían siempre. Ellos pensaban que no nos habíamos dado cuenta pero lo sabíamos perfectamente y la verdad, nos hacía sentir más seguros.

—Maxi, Lali no sabía que iban a venir —nos dijo Julia cuando nos vio entrar y fue a darnos un abrazo.
—Ma, estás cada vez más flaca —la miró de arriba abajo con cara triste —No deberías seguir con él...
—Ya lo hablamos hijo, no vamos a entrar otra vez en ese tema.
—Tranquila Julia, vamos a encontrar la forma de qué salgas de esta casa.

Le vi un moratón en su brazo, pero cuando se percató, lo tapó con su bata de seda. Nunca escuché a Maxi hablar de que Bedoya le pegara a Julia, así qué seguro que no lo sabía, aunque a mi ya nada me sorprendía de aquel ser horrible.
Los dejé solos y me fui a la habitación de Maxi para guardar en una maleta, las pocas cosas que le quedaban.
Aprovechando que no había nadie dando vueltas por la casa, me metí en la habitación de Bedoya, con la esperanza de encontrar algo que lo metiera en la cárcel para siempre.

—Deberías saber que no dejaría nada en mi casa —estaba justo detrás de mi —Te tenía más inteligente Lalita —se acercó lo suficiente como para que pudiera oler su peste a alcohol y puros.
—Mejor me voy —le dije cuando me di la vuelta. Avancé hacia la puerta pero me frenó.
—Peter está muerto ¿Qué es lo que estás buscando?
—Sé que fuiste vos —me atreví a decirle mirándolo a los ojos.
—Lo sospechas —se rió —pero no lo sabes.

Intenté irme, otra vez, pero me agarró por los brazos muy fuerte y me empujó a la cama.

—La verdad que siempre te tuve ganas —cerró la puerta con llave y me miró.

Sentí pánico cuándo se empezó a acercar a mi. Quería gritar pero no me salia la voz, quería moverme pero estaba paralizada. Él sonreía, se acercaba despacio y cuando llegó a la cama me agarró fuerte del pelo.

—Pensé que me lo ibas a poner más difícil —susurró en mi oído.

Después de esas palabras, grité como nunca en mi vida y empecé a moverme para soltarme, pero él era mucho mas fuerte y grande que yo, así qué me resultaba complicado. Gritaba el nombre de Maxi con muchísima fuerza, aunque la casa era enorme, confiaba en que al haber tanto silencio, me escuchara.

—No me hagas nada... —le suplique cuándo me tiró en el suelo y se puso encima de mi.
—Llorá un poquito, que me calienta más...

Maxi empezó a golpear la puerta, gritaba e intentaba abrirla. Bedoya, mientras, me tapaba la boca y ya se había desabrochado el pantalón.
La puerta se abrió, él se dio la vuelta y Eugenia le estaba apuntando con el arma.

—¡Hijo de puta! ¡Te vas a pudrir en la cárcel! —se acercó y le dió una patada en las pelotas que lo hizo retorcerse del dolor.

Maxi, estaba desquiciado, se quiso acercar a pegarle pero Vico lo frenó. Mientras Eugenia venía a mi lado para ver que estaba bien, Julia apareció con un arma. Todo pasó tan rápido que ninguno pudo reaccionar, se le acercó y le disparó en el pecho varias veces.

—Julia, tranquila —Euge se levantó de mi lado y se acercó despacio —Dame el arma.

Julia lloraba, estaba ida y temblaba. Vico se acercó rápido a ella, le sacó el arma de un sólo movimiento y la descargó. Maxi se acercó a su madre y los dos acabaron en el suelo llorando.

—¿Está muerto? —pregunté a Euge y ella me clavó una mirada que parecía decir que era bastante obvio que si.
—No podemos dejar que vaya presa —le susurró a Vico y él sacó su teléfono.
—Nadie se va a enterar, sácalos a todos de acá, yo llamo a los chicos y me encargo.

Bajamos a la sala, Euge caminaba de un lado a otro, estaba muy nerviosa.

—¿Que va a pasar con Julia? —le pregunté cuando se sentó a mi lado.
—No lo sé. Confío en que nuestro jefe haga lo correcto. Cuando trabajas para la policía secreta, se hacen muchas cosas que no son legales... Pero si son éticas, son humanas... Siempre que mires por el lado de la justicia de las víctimas. Entre esas cosas está, falsear informes y escenas del crimen. Lo más lógico en este caso es echarme la culpa a mi, soy policía y lo hice por defender a un civil, además al pertenecer al servicio de inteligencia, tengo otras licencias, no me pueden juzgar por esto. Si ella puede demostrar maltrato, sería más complicado, se tardaría más...
—No puedo creer lo que pasó —la miré y empecé a llorar.
—Se acabó la pesadilla, La... —me abrazó con fuerza.

A los pocos minutos llegó un coche con algunos agentes y empezaron su trabajo.

—Lamento que se haya llegado a esto, ojalá no hubiera corruptos en el cuerpo, le pusieron las cosas muy fáciles a esta lacra. —se disculpó el jefe —Todo va a salir bien, nos vamos a encargar de esto y no va a tener ningún problema Julia, le doy mi palabra.

Euge me dio un codazo y me hizo una seña para que mire hacia la puerta, Peter estaba ahí.

—¡Mi amor! —corrí hacia él, me levantó en el aire y lo besé mientras lloraba.
—Te amo... —susurró en mi oído.
—¿Qué hacés acá?
—No me había ido lejos, estaba en la casa de un compañero y atento a todo lo que estaba pasando.
—Se terminó...
—Perdón por dejarte sola amor —me agarró la cara entre sus manos y empezó a llorar. —Me moría si te pasaba algo, si te perdía... Si te hacían daño...
—Estoy bien —apoyó mi cabeza en su pecho —Ahora estoy mejor que nunca.
—Nunca más te voy a dejar sola.
—¿Me lo juras? —me aparté para mirarlo a los ojos.
—Te lo juro, amor — volvimos a besarnos.

El presente y nada más ||Laliter||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora