Era sábado por la noche, Sicheng entraba al edificio donde vivía con los brazos llenos de bolsas de papel del supermercado, apenas y tenía visible el paso para ver por dónde andaba. Logró llegar al elevador, apretó el botón que esperaba fuera el de su piso y dejó caer las bolsas, rio ante el ruido de las frutas rodar por el piso del artefacto, las puertas se cerraron y el elevador se sintió subir.
Sicheng se arrodilló para poner el súper que había hecho de regreso a su lugar. Ahora las bolsas de plástico habían sido reemplazadas por de papel y cajas de cartón, los restaurantes ya no ofrecían servicio a domicilio ni se podía llevar la comida a casa sin llevar envases reutilizables. La contaminación en todo el mundo se había agravado de una manera peligrosa. De repente el aire de las calles picaba en la garganta y provocaba alergias y reacciones cutáneas, los virus habían comenzado a mutar y matar a la población, creando epidemias y pandemias tanto locales como a nivel mundial, llegando consigo el desabastecimiento de los recursos básicos; comida; agua potable; medicamentos. Aunque habían pasado un par de décadas desde el último desastre viral, las cosas comenzaban a verse mal de nuevo, pero podían vivir tranquilos mientras tanto.
—El 2056 se está poniendo feo —murmuró, quitándose la mascarilla negra de la boca.
Sacó su pequeño inhalador de la bolsa y aspiró el medicamento, tosió un poco y cerró los ojos cansado. Recargó su espalda por completo en la pared de metal y sacó su teléfono celular del bolsillo, lo encendió y entró a la sección de mensajes, pero se percató que no tenía red móvil. La señal no marcaba ni una línea. Suspiró y regresó el aparato al interior de su bolsillo del pantalón.
—Vamos, nunca tardas tanto —dijo mirando a los botones que marcaban cada piso, pero notó algo extraño.
El botón con el número 14 en el centro estaba iluminado con una especie de luz verde neón, mucho más intensa que la que Sicheng estaba acostumbrado a ver. El asunto se ponía extraño porque pensó que se dirigía al piso trece en donde compartía un departamento con su hermana menor y lo que ponía todo aún más extraño era que en aquel edificio no existía un piso catorce.
Sicheng volteó a cada extremo y a cada esquina del elevador, esperando encontrarse con una cámara escondida, que algún programa de televisión le estuviera haciendo una broma al azar, últimamente eran comunes ese tipo de bromas hacia personas comunes y corrientes. Pero la sangre se le fue hasta las orejas cuando no encontró nada raro o fuera de lugar. Nadie le estaba gastando una broma. Se talló ambos ojos con fuerza, casi sentía que se traía entre dedos las cortas pestañas negras que cuidaban sus globos oculares. Regresó la vista a los botones de metal y enfocó el único que brillaba en aquella luz que no le daba ni un poco de buena leche y soltó un quejido cuando comprobó que ahí seguía, que el botón brillaba con la misma fuerza, que el número seguía siendo uno más de lo normal y que el elevador seguía ascendiendo a quién sabe dónde.
El ambiente se quedó en completo silencio, el elevador se había detenido.
—Tiene que ser una broma —susurró Sicheng pasando la saliva con fuerza. Se inclinó sobre sus pies y se tapó la cabeza con ambas manos, cerrando con fuerza los ojos—. Es un sueño, es un sueño, seguro me quedé dormido en el autobús...
Escuchó un timbre, el elevador anunciaba que había llegado a su destino, el chino abrió de a poco los ojos y respiraba con fuerza. No reconoció su alrededor, el elevador había dejado de ser de metal y bien conocido, sino que ahora las paredes estaban tapizadas con papel café con líneas del mismo color, pero en diferentes tonalidades. La puerta había desaparecido y ahora en su lugar había una red metálica de color café que permanecía cerrada.
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Piso Catorce. ((yuwin))
Fanfic-Sicheng ¿dónde has estado? -En el piso 14. -¿De qué hablas? Nuestro edificio solo tiene trece pisos. -Exactamente. Ambos hermanos se miraron, ninguno podía decir qué acababa de pasar. Sicheng sube al elevador de su edificio y sin querer viaja más d...