🌤️ CINCO 🌤️

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La luz del sol entraba por la pequeña y única ventana del cuarto. Sicheng abrió los ojos por casualidad, encontrándose con el lugar iluminado naturalmente.
El cuerpo entero le dolía. Había dormido durante toda la noche en la misma posición —abrazándose a Yuta— y sus músculos lo resentían. Se sentó en el borde del colchón, estirando sus brazos y logrando relajarse un poco. Volteó a ver a Yuta, encontrándolo aún dormido y con la boquita un poco entre abierta, soltando suspiros cortos y jadeos casi inaudibles. Sicheng revolvió su propio cabello, bostezando y sintiéndose un poco cansado.

—Yuta —le susurró al mayor, movió un poco el cuerpo hasta que el otro despertó—. Buenos días.

—Hola —dijo el otro sonriendo y tallando uno de sus ojos.

Sicheng se volvió a recostar cerca de Yuta, sintiendo su calor y sonriendo como si fuera un tonto enamorado. El mayor acariciaba la piel del viajero, sintiendo la textura y apartando los mechones que se colaban por el delgado y un poco hinchado rostro.
Escucharon voces en el pasillo, la estruendosa risa de Mark y los gritillos del menor de los hermanos Moon. Yuta y Sicheng salieron de la cama. Abrieron la puerta, avisando que estaban allí ya despiertos.
Taeil caminaba en compañía de los dos menores, ignorando los jugueteos y risas que soltaban con diversión.

—Sicheng ¿qué tal estuvo tu primer noche aquí? —preguntó el mayor de todos sonriendo.

—Estuvo... Bien —respondió intentando concentrarse para no ponerse rojo cual tomate.

—Bien, ¡andando!

Siguieron a Taeil hasta el primer piso, conversando unos con otros y tomando asiento cuando llegaron al comedor de la cocina, saludando a los demás hermanos y agradeciendo por la comida que habían preparado para los dos invitados especiales.
Sicheng pudo descifrar un poco cuál era el rol de cada hermano dentro de la familia; Taeil sin duda se desarrollaba como el líder, el que encabezaba al equipo y apoyaba en todo lo necesario. Yuta era el segundo al mando, asegurándose de que sus hermanos menores se mantuvieran centrados y responsables de sus acciones, aunque en realidad no era para nada estricto. Johnny, bueno, Sicheng logró catalogarlo como el bromista, el que hace el ambiente más ameno y divertido a pesar de ser uno de los tres mayores, no se dejaba llevar por el semblante de hermano temerario. Para el chino, Doyoung era el más listo e inteligente de los siete, siempre con una mirada serena y listo para dar los pros y contras de cada situación. Jaehyun y Jungwoo eran un poco distantes, no exactamente groseros o cerrados, sin duda eran amables y atentos, siempre al tanto de los demás y encontrando la manera de que las cosas salieran perfectas. Y terminando con Donghyuck, al ser el hermano menor siempre tenía la mirada de todos encima, cuidando de él y percatándose que cada día aprendiera lo suficiente para en el futuro seguir con el trabajo que su padre dejó para todos ellos.

Sin duda Sicheng disfrutaba estar allí, a pesar de que era poco el tiempo que había descubierto aquella realidad alterna a la suya, le gustaba conocer poco a poco a los hermanos Moon, dándose cuenta que en su propia ciudad no tenía tantos amigos como desearía.
En realidad la vida de Sicheng era solitaria. Siempre en compañía de su hermana y deambulando solo por los pasillos de su universidad, escuchando a sus espaldas los estúpidos rumores que había sobre él; el hecho de que su madre haya sido diagnosticada con una enfermedad mental, no quería decir que él también la tuviera. Seguramente ya hubiera presentado algunos síntomas de aquel desorden mental, alertándolo a él y a los pocos que le rodeaban.

Entonces, el poder compartir una mesa con ocho personas era como un sueño para él, sintiéndose parte de un grupo real... Uno que coexistía a más de mil años adelante de su época.
Sicheng sentía la palma de Yuta sobre uno de sus muslos, acariciando de arriba hacia abajo sobre la gruesa tela del pantalón, no pudo evitar sonrojarse, pensando que en realidad aquel toque lo consideraba como algo íntimo y estaba claro que jamás había sentido una mano ajena tan cerca de su... Parte íntima. A Yuta ni siquiera le cruzaba por la cabeza todo lo que provocaba en el menor, él simplemente se dedicaba a acariciar el muslo, pensando que así podría demostrar un poco de afecto que no lograba decir con palabras.

Piso Catorce. ((yuwin))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora