🌤️ ONCE 🌤️

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El reloj electrónico indicaba que eran las tres de la mañana en punto. Yuta no podía dormir, era la primera vez que experimentaba el insomnio y sabía que la principal razón era por culpa de sus pensamientos, tantos que no podía canalizarlos de manera correcta y poder ignorarlos para quedarse dormido en solo siete minutos, al igual que siempre lo había hecho.

Sabía que debía sentirse feliz, emocionado y con un sinfín de emociones positivas más, pero ni siquiera el hecho de estar cumpliendo su mayor sueño y meta de su vida, le era suficiente para dejar de sentir aquella opresión en el pecho, la cual le recordaba que con cada minuto menos era más próxima su partida, su regreso al laboratorio con sus demás hermanos y a su aburrida y rutinaria vida.

Giró su cuerpo sobre el colchón de aire en el que había estado durmiendo en el último tiempo, quedando frente a frente con el rostro de Sicheng, el cual descansaba sin ser consciente de que Yuta seguía tan despierto como en el momento en que decidieron que debían ir a dormir.
Con sumo cuidado acercó una de sus manos hasta aquel rostro delgado, acariciando las mejillas calentitas, limpiando los hilos de saliva que habían logrado salir de entre sus labios, dándole un toque cansado y que expresaba que dormía tan profundamente. Yuta sonrió sin dejar de acariciar a Sicheng, pasando de su piel a sus cabellos, bajando por su línea T y volviendo a comprobar lo suave que era al mínimo toque.

Yuta no quería irse, de eso estaba seguro, pero también estaba seguro que no podría quedarse. Él no pertenecía al mundo de Sicheng y el chino tampoco al suyo. Ambos sabían que aquello iba a suceder en un momento u otro, que incluso por más que quisieran omitirlo o no hablar de ello, era algo que les rompería el corazón en el momento de tener que enfrentarlo.

Se quitó las cobijas de encima, saliendo de entre Sicheng y Taeil. Caminó fuera del colchón y abrió las largas cortinas que cubrían el ventanal más grande del departamento. Las luces de los edificios iluminaron un poco el interior, pero Yuta quería apreciar aquella vista que jamás antes había tenido la oportunidad de ver con atención y cuidado. Su suspiro solo le comprobó la melancolía que sentía, el recordar cada momento que había sido parte de aquella aventura que nunca olvidaría.

Si tan solo hubiera una manera de hacerlo posible...

—¿No puedes dormir? —escuchó la débil voz de su hermano mayor.

Taeil se levantó de la comodidad de aquella cama improvisada, siguiendo los pasos que Yuta había trazado minutos antes y sentándose a su lado, abrazando sus rodillas contra su pecho.

Taeil seguía sin encontrarle el gusto a aquel pasado tan saturado en todo sentido; cada vez que tenía que salir a la calle suponía un martirio para él, el tener que entender que todo lo que aquellas personas de ese país hacían era solo por culpa de su mala costumbre y cultura, él no era nadie para juzgarlo o quererlo cambiar, por eso quería regresar a su hogar lo más pronto posible, incluso si sus hermanos no lo quisieran tanto como él, no permitiría que ninguno de los dos se quedara a morir en aquel lugar.

—Sigo pensando en todo lo que fue hoy —respondió Yuta después de un rato.

—Fue mucho —rió levemente el mayor—. Cuando nos atraparon a Mark y a mí si que pensé que sería nuestro fin.

—Pero no fue así.

—Valió la pena gracias a Sicheng —dijo el mayor sonriendo.

Yuta asintió levemente con la cabeza, dejando de mirar a su hermano y regresando la vista al ventanal que tenían enfrente.

—¿Estás listo para volver? —se atrevió a preguntar Taeil, pero el silencio del otro fue respuesta suficiente.

—¿De verdad es necesario hacerlo? —susurró.

Piso Catorce. ((yuwin))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora