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Un vestido de color rosa escandaloso, era el centro de atención en aquella habitación. Los holanes abultados y un enorme armazón, hacían del vestido lo más pesado que Lena había usado jamás.

- Me parece que es demasiado. - La joven se miró al espejo, se veía ridícula, su rostro convertido en una pequeña mueca oculta, no quería que Grettel se sintiera mal, pero le parecía un vestido demasiado carnavalesco.

- Quizá si recogemos el cabello... - Grettel la miraba sentada desde una cómoda silla, moviendo la cabeza de un lado a otro para admirar todos los ángulos, usaba gafas de media luna, entrecerraba los ojos y parecía pensativa - Sí, creo que sería bueno recogerte esa melena negra...

- ¡Uh! Tal vez con un tocado a juego - Dijo Christina, la costurera de madame Grettel.

- Sí, eso podría funcionar. - Consintió Grettel.

Lena observaba como los rizos caían sobre sus hombros, su cabello estaba tan largo que casi llegaba a su cintura, ella no quería recogerlo, al menos no del todo ¿Y un tocado a juego? ¡No! Ese color rosa la estaba mareando, no podía permitir algo sobre su cabeza del mismo color. Observó los colores de tela sobre el escritorio, las opciones que Christina les había llevado.

- Me gusta mucho más este color. - Dijo Lena acercándose con dificultad a la tela, aquel vestido no la dejaba ni caminar. El color que señalaba era un verde aceitunado, con algunos toques de encaje dorado.

- Querida, ese color lo traje como opción para madame Grettel - Expresó Christina - ¿Por qué no le agrada el rosa? Todas las señoritas de su edad aman el rosa.

Y quizá por esa y muchas más razones; Lena lo detestaba.

- Lo siento Christina... pero prefiero colores más adecuados para la fiesta de Madame Gallagher... - Explicó Lena y giró hacia Grettel - ¿Podría escoger este color?

- No me gusta en lo absoluto que una señorita como tú use ropa tan deprimente, sin embargo, el verde de esa tela es encantador... - Dijo Grettel algo vacilante - Un poco más de costuras doradas lo harán más adecuado para ti... ¡Oh! Y no quiero que uses esos guantes horribles.

¡Ni hablar! Ella necesitaba los guantes, no solo por protección para ella sino también para los demás. A los nueve años su padre le había hablado del "sentir", sino usaba los guantes corría riesgo de usar la nigromancia sin querer, sentiría los sentimientos de todas las personas a las que tocase, y esto podría incluso desequilibrar sus propios sentimientos. Pocas veces había tenido la oportunidad de experimentar con el sentir, y solía ocurrir cuando su padre se lo pedía, el resto de su tiempo se encargaba de tener los guantes puestos.

- Son negros, hacen buena combinación con todo. - Dijo Lena viéndose los guantes, recordó que aparte del sentir, también debía ocultar su cicatriz.

- En lo absoluto querida, no quiero que...

- Puedo hacer unos guantes adecuados para la fiesta madame - La interrumpió Christina, quien ayudaba a Lena a quitarse el voluminoso vestido.

- Bueno... - Accedió Grettel - Pero deben ser hermosos y elegantes.

- Gracias, madrina. - Agradeció Lena, quien había tomado con gracia la petición de Grettel de que la llamara "madrina", de igual forma, agradecía con sinceridad el que la dejara usar guantes.

***

- ¡Y todos nos verán solo a nosotras! - Dijo una.

- ¡Con nuestros brillantes vestidos! - Exclamó la otra.

- Niñas hagan silencio, Grettel y yo tratamos de conversar. - Les dijo su madre, la cual estaba sentada en una mesa al otro lado de la habitación.

The Cirque Black Moon ⋆(Supercorp)⋆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora