⚜Capítulo VI⚜

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Aquel día, el recorrido por el pueblo, que bordeaba el palacio, se sintió misteriosamente silencioso. Choi Minki, el escribano quien los acompañó en el primer tramo del recorrido, se encargó de anotar todos los desperfectos que el soberano notó a su paso. Plazas en las que debían invertir un poco más. El comedor comunitario para los desprotegidos, la armería del pueblo que se notaba algo descuidada y las chozas de familias que no tenían un sustento económico diario. El rey siempre se encargaba de velar por todos y no por ser más importante, pensaba ignorar a aquellos que más necesitaban.

En el trayecto de regreso al palacio, el joven hombre abandonó al rey, mostrando sus respetos para ir a preparar el informe que su alteza necesitaría antes de decidir dónde invertir primero y en qué medida. El rey lo despidió con un asentimiento y posterior a eso, miró al joven de negros cabellos que se encontraba a su lado. Sin creérselo, su cachorro se había mantenido tranquilo todo el camino. Ni siquiera husmeó por las ventanas del carruaje como solía hacerlo en sus paseos. Mucho menos parloteó con Choi, preguntando por lugares nuevos que conocían en cada recorrido semanal.

—Cachorro, ¿ocurre algo? —preguntó Jimin, al lobo dos años más joven que él.

Solo entonces, Yoongi levantó la vista de sus manos entrelazadas sobre su regazo y observó a su amo, todavía con el mismo pensamiento rondando por su mente. Jimin el sonrió cuando el joven no hizo más que mirarlo a los ojos y Yoongi sintió un extraño cosquilleo en su vientre.

¿Cuándo se había vuelta tan egoísta como para desear que nadie más pudiera ver esa hermosa sonrisa?

—Yoongi... —murmuró el rey, acariciando sus cabellos para hacerlo reaccionar. En cambio, recibió un suave bufido y un gruñido que solo murió en el pecho del lobo. Jimin no pudo evitar reír cuando su cachorro se restregó contra su mano, pidiendo más de sus mimos.

Pero entonces, esos bellos ojos azules volvieron a mirarlo con decisión, haciendo al rey vacilar sobre su acto.

—Jimin... ¿hace cuánto envías las expediciones a las montañas del este? —el rey miró curioso al lobo cuando al fin se atrevió a soltar aquello que le estuvo molestando todo el camino. Por un segundo, sus dedos se retrajeron, con la intención de parar sus caricias en la mata de negruzcos cabellos, mas el lobo no lo dejó cuando volvió a reclamar por los mimos.

—¿Oyendo tras las paredes, cachorro? —molestó entonces el joven rey, sonriendo complacido cuando las mejillas del otro se pintaron de rosa —. Desde que mi padre ya no pudo hacerlo —confesó luego y los ojos del pelinegro se ampliaron con sorpresa.

—¿Cómo...?

—La noche que cambiaste por primera vez frente a él... —confesó el soberano, viendo como su cachorro lo miraba aterrado —. Supongo que aprendiste a escuchar detrás de las paredes de tu amo —bromeó para aligerar el ambiente.

No es que en realidad Jimin hubiera puesto esfuerzo por ocultar lo que sus hombres buscaban en las montañas. De hecho, en algún momento sabía que debía hablarlo con su cachorro. Después de todo, se trataba del pasado del lobo.

A sus quince años, aquella noche en que siguió al lobo cuando lo abandonó en la madrugada, Jimin jamás pensó que lo encontraría platicando con su padre. Aunque la mayor parte de la charla no la entendió por ser en otra lengua. Fueron los pasos de aquel niño de cabellos castaños los que Yoongi escuchó esa noche antes de huir y fue el príncipe quien visitó a su padre luego de su cachorro, para preguntarle si había algo que debía saber de Yoongi antes de que su progenitor partiera.

Chanyeol no había dicho más que «déjaselo al cachorro», pero tanto el hombre como su hijo eran conscientes de que eso no iba a pasar. No pasaron ni dos días más y el rey ya había cedido ante su hijo, pidiéndole también que fuera prudente con sus actos.

El perro guardián del rey [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora