Capítulo 4

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La noche es magnífica, estamos en un parque, sentados en el césped... me maravilla todo alrededor, la gente, la luz, los ruidos, olores... su olor, lo diré tal cual, el olor de Saori – que me ha prohibido llamarla Athena por la connotación que tiene- me lanza fuera de mi cuerpo, de mi mente... no sé qué es lo que siento exactamente, pero no es nada que haya sentido antes, ni eso que percibí al verla siendo un bebé, después a sus 14 años... a sus 17 esto cambió, para entonces ya hacía un par de años de nuestra resurrección y el trato más cercano me llevó a sentir cosas que me asustan. Sí, me asustan y me atrapan. ¿Por qué? Pues porque soy un hombre, un hombre que lleva demasiado tiempo solo, solo conmigo mismo sin dejar que nadie entre, bastante daño hice ya... no quiero volver a tomar parte en el sufrimiento de nadie... pero la miro y... esta necesidad oscura, urgente me crece por dentro, sólo puedo luchar por sujetarla y no permitir que se desborde.

Ella lleva mi nombre escrito en la piel... puedo sentirlo, con cada abrazo, inocentemente me tiende los brazos cómo si pudiera salvarme de todo y yo a ella también. Y cuando me pregunta... ¿puedes abrazarme? todos mis demonios se ponen en guardia y además... traen refuerzos con ellos. Podría perder el alma entre su pelo... es maravilloso acariciarlo, olerlo...aunque para ser sincero... preferiría perderla en otras partes de su deliciosa anatomía... perderme yo mismo. Si sigo así van a crecerme colmillos.

Por momentos la miro y siento que mi alma se queda sentada en algún rincón oscuro cuando se aparta de mi lado llevándose toda la luz con ella, ¿qué puedo decir? tengo 33 años soy un hombre hecho y derecho, pero aun así... ¿Qué me está pasando?, ya nada ni nadie me llena. Los breves momentos en los que tengo que autocomplacerme me dejan vacío... la necesito, ya no puedo más, está contención me está matando.

Se nos han acercado grupitos de gente, aquí son bastante abiertos sobre todo los jóvenes... nunca imaginé que me llamarían "abuelo" o  "viejo", escuece... me siento desplazado, tampoco creí nunca que unos simples vaqueros y una cazadora... pudieran convertir a Saori en alguien tan fascinante, y por eso se nos arriman tanto, ella fascina, el nuevo aspecto de Camus no ayuda mucho tampoco,  los chicos aquí son muy descarados. Aioria y Shura no hacen más que gruñir a su alrededor, veo que conocen a varios de estos chicos porque se acercan a saludarnos y no hacen más que besarlas y abrazarlas, esto me pone nervioso, que toquen con tanta familiaridad a mí Saori...he visto como la miran esos niñatos, joder ¿no ven que está acompañada?.

Entonces sucede, Saori nos presenta a Aioria y a mí como dos amigos griegos, obviamente conocen a los demás, y les cuenta que pronto se marcharán con nosotros de vuelta a Grecia, tras presentarnos, me coge la mano y entrelaza sus dedos con los míos, y todo  su calor me traspasa la mano recorriéndome el brazo a una velocidad supersónica adueñándose de todos mis rincones... ¿es que ella no siente nada, es  sólo cosa mía?.

"Vamos a tomar algo", me dice y se acerca al quiosco en medio de la plaza casi tirando de mí, la señora que nos atiende es muy simpática, botellas de agua, cerveza y refrescos para todos, mientras Afrodita y Shura han ido a un bar cercano a por bocadillos, llegamos antes que ellos y nos sentamos al pie de un olivo... junto a Aioria, Mu y Camus que estaban charlando animadamente, sé que no debo meterme pero Aioria no se despega de Cam... esto va a traer problemas aun así me mira con reproche al ver como Saori se recuesta sobre mi pecho sentada entre mis piernas... me quedo totalmente rígido... mientras ella busca la postura... el calor sigue aumentando... ¿porque a mí?, ¿Por qué, por qué?, un día de estos debo hablar con ella... no sé si es consciente de lo que su cercanía me provoca, no sé qué hacer trato de ser lo más correcto posible pero ella se comporta tan amistosa, y sobre todo se acerca mucho a mí, más que al resto, y los demás se han dado cuenta, Camus me sonríe levemente mientras Aioria le dice algo sobre sus ojos y ya no puedo evitarlo, sé me nota que soy mayor que todos ellos pero a las cosas por su nombre.

Desde el silencio (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora