Prólogo

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Prólogo.

"hace 12 años"

La desgracia se había aprendido mi nombre.

Desde que vi la luz algo malo crece en mi interior... apenas soy un muchacho y ya los astros marcan mi destino, ¿acaso no tengo derecho a escribir mi propia historia?

Mi hermano... mi otra mitad, me conoce tan bien... sabe de mi dolor interno, de mi miedo, del mal que me aqueja, he tratado de mantenerlo al margen pero parece haberse contagiado de la misma desgracia, ya no sé si es mejor dejarme arrastrar hacia la nada que me llama, me ahoga y grita mi nombre a través de los siglos que cargo en mi mente, maldito código genético y maldito yo entre todos los hombres; en mi alma... este vacío que me agota, nada lo llena...  nadie puede calmar el vacío que me arrastra, me está poseyendo una vez más... Y si digo que es una tortura pensarán que exagero, apenas tengo 13 años y ella está cerca nos la han anunciado los astros, mi diosa , mi rival... mi compañera, ¿será acaso tan dulce como nos cuentan, sabrá entender? ¿acaso perdonar? aquella que podría salvarme, pero... ¿tendré voluntad para esperarla, para verla convertida en una mujer con la esencia divina que la delate ante los ojos de todo el santuario?, mientras tanto ¿que hago?, este dolor que grita dentro de mi cabeza parece que va a romperme en dos, ya casi no me reconozco, ¿cómo puedo confiar en un bebé si no confío en mí mismo?.

Hermano... ¿Por qué me has dejado solo y abandonado a mi suerte?, espero que donde te encuentres puedas elegir libremente, a veces nuestra estrella gemela se equivoca al elegirnos, llegamos con la maldición, ahora debo luchar contra mi mismo... ¿y qué puedo hacer...? Necesito paz, quiero paz y mientras este anciano nos gobierne... no habrá lugar donde mi corazón pueda refugiarse..., dónde esta pesadilla no me tiente, veo a los niños crecer, entrenar con sufrimiento y dolor... no sólo físico sino también anímico. Yo mismo les entreno junto a Aioros.

Vuelve a tentarme... ¿o soy yo mismo, incapaz de discernir entre el bien y el mal? miro la daga..., hace días que no me reconozco al mirarme en el espejo, me veo desde fuera de mi cuerpo y no me siento latir ni pensar, sólo este silencio que me atosiga, ¿Por qué no puedo reaccionar e imponerme?, mi cabello cambia poco a poco, tornándose gris y anunciando la tragedia... Shion me espera, escondo la daga en mi peto, mi armadura ni se inmuta parece darme la razón al no abandonarme, tal vez está tan maldita como yo, intento resistirme, y  él se ve tan cansado... siento que me espera por la forma en que sus ojos me miran, no lleva su máscara puesta, cuando dice "mi dulce Saga... al fin te has decidido a liberarme" siento su sangre tibia... correr entre mis dedos, por Athena...¿qué es lo que he hecho... cómo lo he hecho?. Me mira con paz, al fin veo paz en alguien en todos estos años... me sonríe y clava su mirada violeta en mí... ¿Por qué no se defiende?, sólo me detiene cuando intento taponar su hemorragia con mi cosmo y murmura: "debes amarla, protegerla de todo, y sobre todo de él... de... ellos; ese ser maligno que te ocupa por dentro no eres tu, Saga, tu llegarás a lo mas alto, tu... la amarás incluso contra ti mismo. No hay nada escrito sobre ti todavía, lucha hijo mío..." el hilillo de sangre que baja desde el lado izquierdo de la comisura de su boca me indica que es el fin... Mi alma se ha perdido para siempre, no entiendo el significado de sus palabras. Tomo su cuerpo entre mis brazos y lloro amargamente, me he convertido en todo aquello en contra de lo que estaba destinado a luchar, me he dejado vencer, por momentos mi cabello se torna azul cómo obligándome a entender el alcance de mis actos, grito como poseído por el infierno y todos mis diablos interiores se vuelven en mi contra, he asesinado a aquel que era un padre para mí, para todos, aquel que me lo dio todo y aún no sé porque lo he hecho ni el porqué de esta desgracia.

Oculto su cuerpo y lo cubro de energía para que permanezca incorrupto, lo dejo levitando en una ladera que conduce a Star Hill dónde nadie lo pueda encontrar, me pongo su casco, su máscara y me dirijo hacia el gran salón... ahora puedo ser libre de hacer a mi antojo... mi mirada se torna rojiza, mis ojos se inyectan en sangre, me veré obligado a portar la maldita máscara por siempre, en público, para no ser reconocido, pero nada alterará el devenir de los días en el Santuario de Athena, no bajo mi mando, mis niños crecerán sanos y fuertes y serán hombres justos que defenderán todo lo bueno que queda en este planeta, la vida humana. Que defenderán... ¿Qué defenderán?, otra vez este maldito dolor de cabeza partiéndome en dos...

Entro a la cámara de la diosa, con la daga en mi mano... una única idea en mi cabeza, llorando sin poder evitarlo y sintiéndome una vez más fuera de mí mismo. ¿Cuántas veces lo he intentado ya? Y cuantas he fracasado... sólo con mirar sus ojos inocentes... esa mirada verdeazulada de destellos violetas... no puedo hacerlo, ¿o sí?

Acerco mi mano, a ella y abre los ojos la maldita, clava su mirada en la mía, puedo sentir su cosmo, es inmenso, nada que se pueda describir con palabras, ni que me atreva a nombrar, me arrodillo ante ella, mirándola a través de los barrotes de la cuna, ella ya gatea y balbucea... se acerca a mí, juega con mis dedos, la muy maldita, ¿quiere ganarme así...?

¡¡Mierda!! Sólo es un bebé, pero por alguna razón me siento amenazado por ella..., paso largas horas mirándola, impregnándome de su esencia, un bebé... sólo es un bebé, pero yo... desearía matarla por no tener que volver a sentir su mirada sobre mí, parece entenderlo creo que me disculparía si comprendiera el alcance de mis actos pasados. El mal que me gana por momentos y la crueldad que devora mi interior... No me atrevo a tocarla, ¿cómo podré entonces hundir la daga en su cuerpo?

Me acerco sigiloso, acaricio su cabeza y ella abre los ojos siento su mirada otra  vez, buscando mis ojos... No puedo hacerlo... ¿Qué es esto que siento? ¿Por qué me siento así de mal? su manita busca mis dedos, aferra mi pulgar y no lo quiere soltar, sostengo la daga en la otra mano, en alto... me detengo, no puedo dejar de mirarla, ahora sé que este bebé será mi sentencia de muerte porque jamás me atrevería a tocarla o hacerle mal, simplemente no puedo alzar mi mano en su  contra, siento que me desgarro por dentro, el mal que habita en mi está rabioso... se sabe vencido por mi verdadero YO, entonces oigo un grito.

-Saga, ¡¡detente!!, estás loco!! Que pretendes?

Maldición!!!, Aioros me ha descubierto... ahora ya nada podrá volver a ser cómo antes, ya no..., imprudente de mi tenía la máscara quitada, me ha reconocido. Se la lleva, tal vez sea lo mejor pero no puedo permitir que me delate, lo ataco, me esquiva con Athena en brazos, huye por la ventana, se lleva a mi dulce bebé, mi diosa a la que yo debía instruir y proteger.

Doy la orden, Shura va tras él, a partir de esta noche... ya nada será igual...

Desde el silencio (parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora