dieciseis

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Aquella mañana en que sus delicados parpados se sintieron livianos al abrirse lentamente mientras sentía el suave calor abrazador de la mañana tocar y delinear cada pequeño detalle de su piel de una forma totalmente diferente, activo una diminuta alarma en el fondo de su mente cuando se despertó, tan hiriente pero necesitada de ignorar, se sentía como si su respiración por primera vez estuviera estable, fija, melodica, y su pecho pudiera subir y bajar tranquilamente como si no tuviera ni hubiera existido ningún peso tratando de ahogarlo a cada segundo, a cada momento de su vida, a cada razon que su mente lo traicionara y lo convirtiera en el esclavo de sus pecados con cadenas que pesaban el doble de montañas repleta de oro, era como si su alma hubiera abandonado su cuerpo y lo hubiera dejado ahí, sólo, en una delga línea entre el limbo y lo desconocido, y no podia ser el alvio de aquellas disculpas que le había dicho ayer a su hermano menor, no, aquello no podría hacerlo descansar ni por toda la culpa que cargara en sus hombros, aquello era algo más profundo, era algo más atemorizante de lo que se veía, algo mas hiriente y doloroso que un profundo corte de una espada, suspirando temblorosamente, sus delgadas cejas claras trataron de formar una delgada línea en confusion, cuando se percato como su delgado cuerpo se sintió más libre y ágil al levantarse, como si nunca hubiera experimentado esa sensación de libertad y liberación que su cuerpo tanto buscaba con desesperación al dormir y su corazón solo latiera sin emitir sonido alguno. Como si no tuviera problemas.

Como si ya no existiera la necesidad de poder respirar.

Como si no pudiera sentir culpa ni arrepentimiento.

Entonces supo que algo estaba mal.

Algo mas alla de lo que podia comprender.

Desde que se despertó aquella mañana, se dio cuenta de algo importante que le faltaba, no podía sentir a su lobo, no podía, pero sabía que estaba ahí, que se encontraba con él, en algún lugar de su pecho, escondido quizas durmiendo. Pero no podia. Y entonces trato desesperadamente de llamarlo, una y otra vez, quería saber cómo se encontraba, quería preguntarle ¿Por qué no podía percibirlo? Pero aquello era inútil, todo intento era un fracaso, era estupido, parecia que solo era una linea sin el otro extremo receptor, era como si su lobo ya no estuviera en su mente y aquel lazo se hubiera debilitado, se hubiera roto y hubiera dejado de existir, se hubiera desvanecido en el aire llevandose todo su sufrimiento, soltó un suave suspiro negándose a creer aquello, negandose siquiera a pensarlo, era evidente que no era cierto, no podía simplemente ser una opción, ya que el día que aquello sucediera seria el día en que su cuerpo deje de respirar y los dos, y los dos morirían.

Se hirian de este mundo a uno lleno de paz, no,no era cierto aquello, si hirian a uno con mas dolor.

Levanto perezosa y lentamente uno de sus pálidos brazos para tallar sus rosadas mejillas eh ir subiendo poco a poco y tallar sus parpados que se sentían cansados y soñolientos luego de una siesta, podía sentir su tacto caliente en la parte sensible de sus pómulos querer extenderse por todo su frágil rostro.

¿Acaso estaba a punto de enfermarse?

Abrió sus hermosos orbes avellanas de golpe al darse cuenta que no podía sentir aquel sentimiento completo de preocupación, aquella inquietud de pronto quiso tomar lugar en sus acciones, penso en hacer estragos por todas partes, tan solo aquella pregunta que rondo por su mente se oía tan casual y normal en sus pensamientos que aquello envió escalofríos por todo su cuerpo. Como si fueran ondas eléctricas dañando todo a su paso y obligando a ejecutar un sistema que no comprendía con exactitud.

Como si fuera otra persona.

Suspirando negó varias veces mientras llevaba sus manos a su cuello y los dejaba ahi, reposando, quizás y solo quizás sea la falta de sueño que activaba sus alarmas de aquella manera, y comenzaba a imaginar cosas que no podían ser ciertas hasta ese punto, desde que conocio por primera vez a yoongi, trato de odiarlo, trato con todas sus fuerzas de descagar aquela ira en él, pero no lo merecia, sus rebeldes y ondulados cabellos sedosos se movieron libremente con aquella acción, causando un mayor revoltijo en sus hebras despeinadas que cayeron perfectamente por su rostro.

El Baile de Blanco - jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora