Capítulo 28

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" TONO PÍCARO Y MIRADAS ALTANERAS "

Isabella:

Paramos de correr luego de una carrera y seguimos caminando, al llegar a un punto céntrico lo vi ponerse la capucha y no dije nada porque sabía lo que significaba.

Cuando Megan nos presentó a su hermano todas estuvimos encantadas de conocerle y además de que él venía con un combo de dos chicos más, ambos retobados y con su propio carácter, eran en cierto modo parecidos y tan diferentes a nosotras.

Nosotras nos queríamos como hermanas y noté eso desde esa misma tarde en que, en aquella plaza conocimos al que pronto se volvería parte de nuestra familia, al que nos ayudaría y consolaría siempre, también trajo a dos más que se volvieron al igual que él indispensables para nosotras.

Ellos no tenían muchas cosas en común, si los mirabas bien físicamente tal vez solo unas cosa, pero después solo encontrabas dos o tres parecidos.
Nosotras éramos algo así también, solo que nosotras estamos algo locas como se refiere la sociedad a nosotras, ya que tenemos actitudes poco normales, somos diferentes sí, todos lo somos pero nosotras rompemos a lo que ellos llaman normal, nuestra normalidad es otra muy distinta a la que ellos viven, lo que para algunos es normal para otro puede ser completamente inusual, totalmente diferente. No todos vivimos en la misma realidad, ya que todo depende de la forma en que cada uno lo ve.

Esos chicos resultaron ser mucho más para nosotras y cuando se tuvieron que ir, dejaron un gran vacío en todas.
Nos tuvimos que ajustar a los cambios, ponernos a la altura de la situación si queríamos seguir viviendo, no podíamos lamentarnos teníamos que salir adelante y eso fue justamente lo que hicimos, por supuesto que nos dolió, claro que no fue fácil pero lo hicimos, no estuvimos solas nos tuvimos las unas a las otras pero hubo momentos en que cada una tuvo que luchar sola su propia batalla y nos quedaba solo darnos ánimo ya que cada uno tiene además de la batalla en frente sino también una batalla interna que casi siempre es la más difícil de todas.

— Oye —me llamó el rubio, plantándose frente a mí—¿En qué piensas?

— Nada —conteste—¿Qué se supone que haremos?

Él se lo pensó unos segundos, luego camino hasta un banco y nos sentamos allí, ladeo su cabeza pensándolo antes de dar una respuesta.

—¿Te parece pasar la noche conmigo? —preguntó en un tono pícaro.

Entendía eso, entendía el doble sentido que tenían aquellas palabras y él sonrió una vez que yo arqueé una ceja.

— Vamos pelirroja, pasemos la noche juntos como lo hacíamos de niños —me animó—. Con la pequeña diferencia que podremos hacer otras cosas.

— No te pases de listo Rayo —le advertí-. Conozco esa mente sucia y por lo que veo haz pasado demasiado tiempo con Rex.

Suelta una risa antes de recostarse contra el respaldo del banco con sus brazos por detrás de su cabeza, no lo niega y sé que es así.

— Espero y no te haya contagiado sus asquerosos hábitos —mascullo entre dientes.

Desde pequeños Rex tuvo sus mañas, mañas que nunca aprobamos pero cada quien vive su vida como quiere vivirla, tratamos siempre de ayudarnos y de aconsejarnos lo mejor, pero ya depende de cada uno si quiere o no escuchar.

— No vayas por ahí —dice rápidamente incorporándose—. Yo sé lo que estás pensando y no es así.

Me hace mirarlo y con el ceño fruncido lo hago, su tono al igual que su cara cambiaron a uno totalmente serio.

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