Aviso: El siguiente escrito puede herir la sensibilidad de algunas personas, ya que trata un problema un poco fuerte para muchos, si eres sensible a estos temas, por favor, abstente de leerlo.
Los errores se vuelven problemas, los problemas se vueven dolores de cabeza, los dolores de cabeza se convierten en dolores del alma, los dolores del alma se convierten en un trastorno mental y algunos trastornos mentales te llevan...a la autolesión.
Así fue como inició aquel capítulo de mi vida del que tanto me reía, si a los 14 años me hubiesen dicho que algún día yo me iba a llegar a cortar, me hubiese reído en la cara de quien osara decir tales palabras absurdas. Y es que para mi tal acto era estúpido y la gente lo hacía solo para llamar la atención, pues, ¿quién en su sano elegiría rasgar su carne sólo para que alguien se diera cuenta de lo mal que está?
Me parecía algo tan tonto, que generé una nula empatía hacía las personas que lo hacían, pero como todo en la vida se paga, más temprano que tarde, el karma me tuvo comiéndome mis propias palabras.
Sólo hasta que te toca vivir algo semejante, te pones en los zapatos de los demás.
Esa frase es más que real, lo comprobé un tiempo después, cuando ya llevaba unos años conviviendo con el demonio más letal que habitaba en mi cuerpo: La depresión. Era torpe, tosca y demasiado brusca conmigo, no le importaba nada más que lastimarme y yo la dejaba hacerlo.
Los problemas con mamá solo avivaron su llama y ella lo aprovechó. Ella se estaba encendiendo, ella me quería quemar y lo hizo, primero desde adentro, pero eso no le bastó y me empezó a dar pensamientos incorrectos, todos me llevaban al mismo sitio, todos me decían que sería mas fácil si me atacara desde afuera.
Escribí esto unos días antes de hacerlo:
No sé cuánto tiempo aguante más esto, mi salud mental está más afectada que nunca, ya ni siquiera puedo pensar con claridad. Si alguien encuentra esto y aún estoy viva, díganle a mi mamá que por favor pare, que ya no puedo más.
Aunque no creo que lo encuentren, a menos que yo lo muestre (Cosa que no haré), o que me suicide (Cosa que es muy probable). Todo esto me está llevando más allá de lo que puedo controlar, estoy pensando seriamente en cortarme, si tantas personas lo hacen, quizá sea porque soluciona o alivia algo, o quizá sólo es un paso a seguir que me dará el valor para por fin matarme. Sé que lastimaré a mucha gente, y esa es una de las razones por las que detendré la navaja justo antes de tocar mis venas, pero no sé cuanto tiempo pueda detenerme más. Por eso pido perdón, porque sé que el día menos pensado, esa navaja entrará completamente en mi, o tomaré esa pastilla que intoxicará todo mi cuerpo, o ese carro no alcanzará a frenar. Y por fin, por una u otra manera, terminaré con mi vida.
26/11/2018 4:31 AM
Ahora me alegra que haya tomado la decisión de quedarme, pero me entristece, que mi opinión no haya cambiado aquel día en que sentí que ya no podía más y tomé aquellas tijeras (con las que mi abuelita solía cortar la tela para después coser) y dibujé líneas verticales en uno de mis brazos, para nada artísticas, que dolieron como el infierno, pero que como por arte de magia, saciaron un monstruo que me estaba carcomiendo desde las entrañas. Aquel monstruo se lleno por ese día, pero luego pidió un poco más, y ya no lo pidió solo en los brazos, quiso que fuera también en las piernas, y luego ya no quiso que fuese sólo con unas tijeras, ahora lo quería con una cuchilla. Y en menos de lo que pensaba, me había convertido en esa persona de la que tanto me reía.
Nadie en mi familia las noto, no, no lo hicieron. Estaban demasiado ocupados en sus labores diarias como para preguntarme porqué me ponía saco, si hacía tanto calor, porqué los pantalones se convirtieron en mi atuendo favorito, si antes me gustaban los shorts, o porqué de la nada había empezado a utilizar tantas manillas.
Ocultarlo era perder el tiempo, pues de todas maneras, ellos no lo notaban, así que, dejé de hacerlo y aún así, no lo notaron.
Las heridas tardaron mucho tiempo en sanar, debido a que constantemente un monstruo más de los que me atormentaban, llegaba a intranquilizar mi vida, y primero fue el gesto de tomar mi muñeca entre mi otra mano y girar esta cada vez más fuerte hasta que me ardiera de a poco, pero luego me pidió un poquito más y ahora necesitaba de mis uñas para rasgar aquello que había comenzado a cicatrizar, y sólo así me calmaba, siendo un completo desastre conmigo misma, sin sentir compasión, cariño, un poco de amor, nada de eso iba para mi, me sentía tan insuficiente como para merecerlo, sólo quería...morir.
-¿Por qué lo haces? -Preguntó mamá cuando descubrió aquellas fotos.
-No lo sé -Le contesté tajante, no me sabía explicar.
Una muy buena pregunta para una respuesta tan vacía. Y bueno, no es como si en realidad no tuviese respuesta, la tenía, yo también me había hecho esa pregunta múltiples veces, ¡Claro que la tenía! El problema quizá era, que no había sólo una respuesta, tal vez eran muchas y lo más probable es que a mamá todas le disgustarían.
-¡Estoy llamando la atención! ¡Necesito que me escuchen, que me hablen, que me vean! ¡Necesito que me pongan cuidado!
Esa seguramente habría sido una de las primeras respuestas, la más obvia, por supuesto y la más escuchada. Y ahí lo entendí, obviamente estaba llamando la atención, exigía hacerlo, era un llamado de emergencia, una señal de ayuda, necesitaba realmente que alguien me diera un poco de su tiempo, necesitaba desahogarme.
Error.
Yo ya me había ahogado hacía mucho tiempo.
-Me duele más el alma, que el cuerpo.
Esa pudo ser otra respuesta, ¿porqué no? Tenía razón, a veces me dolía mucho más el alma de tanto llorar, que todas esas heridas que yo misma rasgaba sobre mi piel, a veces esa era mi forma de hacer sentir menos el dolor del alma, a veces este era tan fuerte, que me hacía perder la cordura.
-Somos dos viviendo en un cuerpo.
Y esa sería la respuesta que asustaría más a mamá, pero que más me definiría. Somos 2 viviendo en un espacio reducido, peleando todo el tiempo por tomar el control, fingiendo que nos hacemos bien cuando es todo lo contrario, intentando apartar a la otra de sus más preciados amigos, pero finalmente, buscando a toda costa la manera de eliminar a la otra...y adivinen, ¿quién va ganando?
Siempre pensé que mis auto-lesiones me lastimaban sólo la piel, no podía estar más errada, me lastimaban el alma y un poquito más allá.
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Diario de un alma vacía.
Teen FictionTengo 18 años, soy una puta mierda, escribir tranquiliza mis demonios, así que decidí crear un diario para contarle a mucha gente lo que se siente vivir en conflicto consigo mismo.