26 de octubre del 2020.
Estoy enferma, pero me he estado automedicando. No he ido a un doctor, es muy caro y preocupante; yo sola intento aliviarme.
Mi enfermedad no es algo de todos los días (aunque a veces sí lo es), es espontánea y casi nunca tiene un trasfondo, sólo llega. Sin algún síntoma previo para detectarla.
Tampoco puedo saber qué tan grave o qué tan avanzada está porque eso varía, del día, de la hora, del lugar, del momento...
Creo que es un poco difícil de asumir, porque nadie te da una incapacidad por ella, debo cumplir con mi trabajo o con mi estudio, ir, sintiendo que no tengo fuerzas para absolutamente nada.
Me automedico, a veces con algo suave, a veces con algo fuerte. Aunque la mayor parte del tiempo, sólo dejó que la enfermedad avance, que me carcoma, que me intoxique. Esta enfermedad me quita las ganas de luchar; al menos contra ella.
No tiene cura. Tiene más bien un tratamiento, no muy asequible, si me lo preguntan. Difícil de tomar para algunos, si piden mi opinión. Injusto.
Incluso si pudiese tomar el tratamiento, no garantizaría que me pudiese curar; siempre puede haber una recaída. Casi la siento como una enfermedad terminal.
Este mal es bipolar, me pone a dormir de manera excesiva y, otras noches, simplemente no me deja conciliar el sueño. Me quita la vitalidad, las sonrisas, me hace amargada, enojona. Le encanta hacerme cambiar de personalidad.
En su mayoría, me causa heridas internas, pero de vez en cuando me hiere también la piel, y ni qué decir de la mente. La enfermedad en sí es altamente peligrosa.
Es mortal, de esas que rara vez se sabe porqué se te coló en el sistema, es un veneno increíblemente tóxico. Lo inusual de esta, es que ataca diferente: no hace que pelees contra ella, hace que pelees contra ti. Y entonces cuando te das cuenta, le estás ayudando a la enfermedad a exterminarte. Así me pasa a mí.
Quisiera decir que es silenciosa, pero no, de alguna forma me hace gritar. La gente no presta atención a mis síntomas, son apáticos a mis señales de auxilio, y yo me pregunto si es sólo con este tipo de virus o si a lo mejor son ciegos ante toda clase de enfermedad.
De todas maneras no se dan cuenta, no me llevan con un doctor, así que sólo me automedico (a riesgo de hacerla empeorar). Suspiro, cierro los ojos y pienso en algo, lo que sea, cualquier cosa que me haga desear quedarme, busco la mínima excusa, para pelear. Yo no soy de violencia, pero esto me hace pelear (contra mí, contra ella, no importa. Siempre estoy peleando).
Agarro la razón más vaga y me obligo a permanecer aquí, incluso sabiendo que estoy empeorando, que aquel veneno se está extendiendo cada vez más adentro. No me queda más remedio que quedarme con mi enfermedad.
Esta cosa que está en mi alma, en mi piel y en mi mente, en cada rincón de mí, hace que tenga mala vista (que distorsione un cuerpo y le vea fallas), me hace mala oyente (porque me obliga a creer que risas sin sentido son para mí), me adormece el gusto (ya no me gusta la comida que antes me gustaba), el olfato (porque cualquier olor me da náuseas), ni que decir del tacto (siento que es superficial cuando en realidad es profundo)...
No hay con quién tratar esta enfermedad de mierda, acabará conmigo con el tiempo, aunque no estoy segura si así serán los hechos. Ella acabará conmigo o lo haré yo misma, en un intento por deshacerme de ella. Por probar un último remedio casero.
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Diario de un alma vacía.
Fiksi RemajaTengo 18 años, soy una puta mierda, escribir tranquiliza mis demonios, así que decidí crear un diario para contarle a mucha gente lo que se siente vivir en conflicto consigo mismo.