Capitulo 5: La Guardería

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Empieza la mañana de un buen Lunes, los adultos salen de sus casas para ir a trabajar, los niños esperando el autobús para ir a la prisión que los mayores llaman "escuela" y nuestro querido protagonista dirigiéndose a su infierno personal.

Dentro del auto solo me quede en silencio, no quiero hablar con mi padre y mientras más nos acercamos, más no me dan las ganas de estar ahí. ¿Hay algo bueno de volver a una guardería? Bueno, tal vez sirva para entretenerme algunos días, dormir una siesta no estaría mal, tener amigos... No, espera ¿Que estoy pensando? Eso es absurdo.

Salí de mis pensamientos cuando el auto se detuvo, mi padre me abrió la puerta viendo así los colores pastel de la guardería. Mi padre me ayudó a bajar, ambos nos dirigimos a la puerta, yo daba un paso muy lento dando a entender que no quiero entrar mientras mi padre me toma de la mano para que me apresure y una señora nos da la bienvenida.

— Buenos días, usted debe ser Gabriel Belmonte, ¿Verdad? Soy la directora, me llamo Sara.

— Así es. Un placer.

— Igualmente, y tu debes ser el pequeño Alan.

Se agachó para que los dos nos quedemos viendo, y yo retrocedí un poco al tenerla muy cerca.

— Es tímido con los desconocidos.

No es que sea tímido como lo dice mi padre, simplemente quiero mi espacio personal, ¿es mucho pedir eso?

— No hay problema, en poco tiempo se acostumbrada en estar aquí y conocer a sus nuevos compañeros.

Los tres entramos al edificio, bueno... Solo ellos dos porque mi padre vio que no quise caminar más simplemente me cargo para que entrará. Que truco más sucio, aprovechandose de mi estado actual.

— Nos encargamos de cuidar a los pequeños pero también de enseñarles a hablar, a contar, a hacer amigos y que aprendan a ir al baño por si mismos.

Mi padre me dio unas palmadas en la espalda sabiendo a que se refiere y yo se lo devolví con una pequeña patada que no le hizo mucho, pero ahora debe saber que no me gusta que hablen de eso.

La directora nos dejó en la puerta de un aula con la imagen de un delfín en ella.

— Si tienen una duda, háganse la saber a la profesora Ana. Si me disculpan me retiro, y que tengan un buen día.

La directora se fue, dejándonos solos a mi padre y a mi. Él me bajó en el suelo para hablar.

— Te portas bien, no quiero escuchar que te metes con ninguno de los niños, ¿De acuerdo?

— No me trates como un niño, no voy a golpear a nadie y ya vete que de seguro se te hace tarde.

Mi padre tocó la puerta y unos momentos después la profesora la abrió viéndonos a mi padre y a mi.

— Buenos días, señora profesora. Le vengo a dejar a mi hijo.

— Bien, me dijeron que alguien vendría hoy. Alan, ¿Verdad?

— Si, saluda Alan.

— Buenos días.

— Que educado. Adelante Alan, ¿no quieres hacer esperar a tus nuevos compañeros?

Antes de entrar mi padre me dio un abrazo.

— Cuidate y no le pongas problemas a la profesora.

Yo también lo abrace, me entrego mi nueva mochila y luego se fue. Entre al salón de clases, un grupo de 7 niños estan sentados distrayendo se en sus propios asuntos dibujando hasta que la profesora alzó la voz para llamar su atención.

No otra vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora