Han pasado un par de días desde que visite la casa de Eric. Fueron días normales de ir y venir de la guardería y de vez en cuando ir al parque, solo que este día es diferente.
— ¿Una cita?
— Así es, por eso le pedí a Jessica que te cuide por hoy además de que te podrás despedir de ella.
— Esta bien... Y puedo saber que va a ser la desafortunada... Digo, la afortunada?
Lo dije sin preocuparme de lo que diga Papá, solo quiero ver su reacción.
— Con Gloria, la mamá de Eric. Así que el también te va a hacer compañía esta noche.
Y en este instante me sentí como un cristal rompiendo por un martillo.
— ¿¡Que!? Estas loco, Enserio vas a salir con ella?
— Ella me gusta, yo le gustó, ya deberías saber como son las cosas a no ser que tu mente sea de igual que tu cuerpo de niño.
— Mi mente está perfectamente, solo no comprendo cuando sucedió todo esto.
— Desde secundaria, solo que nos fuimos alejando y ahora los dos estamos libres.
— Claro, ahora que mamá ya no está...
— Yo la sigo amando, pero tengo derecho de estar con quien quera.
— Si entiendo, solo espero que esto no esto no nos lleve a una típica conversación de padres e hijos.
— OK, de todos modos se ve que eres lo suficientemente grande para eso.
— Gracias. Así que, solo van a comer? Y me vas a traer algo?
— Tal vez y no.
— Bien, espero que te diviertas en tu cena aburrida.
Luego de unas horas llego Jessica, al principio estaba nervioso de volver a verla pero solo respire hondo y que las cosas vayan con tranquilidad.
— Jessica, gracias por cuidar a Alan por hoy, tu eres la única que confío para esto.
— No hay de qué, aunque ya no podré otros días, mañana me voy.
— Si descuida, ya veré como lo haré luego.
Me acerqué para saludar a Jessica, solo que me avergonce un poco ya que no llevo pantalones y estoy mostrando mi pañal ya que me da calor. Al verme me sonrió y luego yo también lo hice.
— Hola Alan, como estas?
— Bien, y tu?
— También.
— Bien, vamos a mi cuarto a jugar.
Se sorprendió un poco cuando puse voz más infantil y la lleve a mi cuarto.
— Tengo algunas juguetes nuevos.
Si, tengo que admitir que a veces tengo impulsos infantiles que no puedo controlar.
Ya en mi cuarto le mostré un balón de fútbol, un camión de bomberos, dos autos de carrera, en lo que se intereso más fue el conejo de peluche sobre mi cama.
— Que lindo.
— Si, pero es mío.
— Calma vaquero, no le voy a quitar el juguete a un niño.
— Si, pero recuerda que no soy un niño del todo.
— Aunque aún sigues siendo muy infantil o tal vez peor.
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No otra vez
Kort verhaalTrata sobre un cambio en la vida de chico de 17 años. Ahora el tomará la decision de si volver a ser como era antes o adaptarse a su nueva realidad.