TWO

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Capítulo dos.

WHISPERS.

Es casi como ahogarse con aire.

Nadie nunca escuchó los susurros de Jisung. Estaban alrededor de todo el lugar pero nadie podía verlos, y él pedía desesperadamente que alguien lo hiciera. Sus voces se impregnaban en su toque, en la punta de sus dedos contra las páginas del libro, y el suave sonido de su respiración.

Aún así no podían oírlo. Incluso si gritaba o si reía, no giraban a mirarlo atraídos por su voz, ellos no escuchaban su voz.

En algún punto de su vida la idea logró consumir su mente, obsesionarlo, casi volverlo completamente loco. Y es que cuando no hablas, solo quedas tú, en el mismísimo abismo de la mente, preguntándote cómo te libras de tus demonios internos si no tienes un modo de dejarlos salir. Jisung era un mundo lleno de palabras sin pronunciar, era algo sin sonido, sin percepción auditiva. Estaba consumido en el fuego de sus propios demonios.

Sus pies se balanceaban mientras caen por el borde del tronco. Su entorno está plagado de un silencio familiar que solamente era interrumpido por el silbido del viento contra las hojas del viejo sauce. Jisung lee algo que ya leyó muchas veces, sin embargo, cada vez que vuelve a tomar el libro entre sus dedos se olvida de su contenido, para volverlo a disfrutar.

Nada interrumpe su guerra interna en busca de paz. Sus ojos se mueven entre las palabras de las que él mismo está construido; sonríe al saber que son casi como hermanas para él.

Jisung cree que si las personas fueran palabras serían más fáciles de comprender.

Es parte de él intentar entender el mundo que nunca intentó entenderlo. A veces pareciera que todo el entorno estuviera plagado de razones y sentidos más que obvios, pero otras sin embargo, era todo tan borroso como un lente de cámara sucio, no se distinguía bien dónde empezaba y terminaba algo. ¿Dónde empezaba y terminaba él exactamente?

Podía decir que su principio está justamente en el final de su ser; Jisung no era él sino lo que trascendía de él al mundo. No comenzaba en la sangre que corría por sus venas, sino en las funciones que lograba completar su cuerpo con aquella sangre. Él era un acorde sin ningún sonido y forma de tocar en particular.

Cerró el libro, dando por terminado su lectura del día. Sus ojos recorrieron las largas hojas del sauce que caían melancólicamente, ocultándolo del exterior. El árbol parecía querer abrazarlo débilmente, diciéndole que no importaba cuándo ni cómo, sus hojas siempre estarían allí para reconfortarlo y ocultarlo de las sombras que lo perseguían a la luz del día. Era hermosa la tristeza que desprendía.

Y Jisung era hermoso sin ningún sonido, aunque eso no lo sabía.

Silence | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora