TWELVE

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Capítulo doce.

SILENCE SOUND.


-¡Espérame!- gritó, salpicando sus botas de barro y agua. Minho corrió a través del sendero de tierra mojada, esquivando lo mejor que podía las ramas de arbustos y árboles que habían crecido demasiado durante el tiempo que llevaban ahí. La silueta del menor amenazaba con perderse frente a él, asustándolo con quedarse solo en medio de un lugar poco conocido.

Entonces Jisung se detuvo, y él demoró unos segundos en llegar a su lado.

La lluvia caía con fuerza por todos lados. Podía escucharla entonando su canto a través de la vegetación, mostrando su belleza con fuerza al reventar contra el suelo y sus chaquetas impermeables. A pesar de bullicio de la madre naturaleza Minho logró oír la respiración agitada de Jisung a su lado. Desvió su vista segundos después al darse cuenta de donde estaban.

-Aquí fue donde te caíste- interrumpió. El rubio solo lo observó de reojo, haciendo una mueca de molestia notoria en su rostro. Él en cambio sonrió, recordando lo trágico de su encuentro.

El barro sonó bajo la suela de sus botas cuando se movió, siguiendo la delgada sombra de Jisung. El gran sauce llorón se alzaba ante ellos como un edificio. Era impotente y arrullador. Sus hojas caían con tal elegancia y delicadeza que Minho advirtió como algunas gotas de lluvia se deslizaban por ellas hasta llegar al lago. Una vista hermosa.

-¿Quieres caerte de nuevo?- soltó. Jisung se encogió de hombros, aferrándose a la corteza del árbol como tantas veces lo había hecho. Se impulsó hacia arriba sin mucho trabajo, apoyando su pie en un pequeño agujero de la madera. Minho frunció el ceño, rechazando la idea de que él pudiera subir con tanta facilidad. No estaba acostumbrado a eso.

Primero decidió guiarse por las grandes raíces, haciendo su mejor intento por mantener el equilibrio. Literalmente se abrazó al árbol mientras se movía, tratando de evitar hundir sus botas en el agua y empaparse él también. Al llegar al lugar correcto necesitó algo de ayuda, y milagrosamente Jisung lo percibió, agarrando su mano antes de que su cuerpo se fuera hacia atrás y terminara en el piso.

"No seas tan despistado" le señaló, una vez que ambos estuvieron bien acomodados sobre las ramas del sauce. El árbol vivía completamente ajeno al exterior, en una tranquilidad y un silencio abrumador, protegiéndolos de las fuertes lluvias y vientos. Minho inconscientemente pensó que el sauce se parecía a Jisung. Porque lo transmitía todo, sin decir nada.

-Tú has querido venir aquí. No me regañes- se defendió, haciendo un puchero que al rubio se le hizo ridículo. Aunque también tierno.

Jisung puso los ojos en blanco, y sacó con rapidez de su bolsillo las galletas navideñas. Sus cabellos estaban descubiertos, aprovechando la poca agua que se filtraba entre las ramas, aunque estas no podían evitar que cada cierto tiempo algunas gotas cayeran sobre sus cabezas.

Comieron sin decirse nada. Con Minho acercándose un centímetro más cada segundo, creyendo que el menor no se daba cuenta de sus acciones cuando era completamente consciente.

No le molestaba.

Minho siempre rompía su espacio personal, insistiéndole en ser más de piel. No le hacía caso, pero a él lo dejaba ser. No se quejaba cuando el mayor se aferraba a su brazo o cuando entrelazaba sus manos, tampoco cuando apoyaba su cabeza cobre uno de los hombros y se quedaba dormido. Aquello se había vuelto común. Jisung se dedicaba a observar y tratar de lidiar con la extraña calidez que lo envolvía. Calidez que le recordaba los límites sin fronteras de su soledad, que lo habían encerrado dentro de un frío tan exigente hasta congelarle todo el cuerpo. Ahora sentía como poco a poco se iba derritiendo, entre los cariños de Minho, entre sus palabras dulces y juegos tiernos.

¿Todo eso estaba bien? No lo sabía. No le importaba de todos modos.

Las cosas lindas siempre amenazaban con tener un mal lado. Jisung estaba consciente de ello, pero se abstenía a no pensar. No quería darle importancia, no quería sentir dolor. Se había vuelto tan bueno evitando ciertas realidades, cosas necesarias de saber para no pegarse tan fuerte contra el suelo al caer. Que ya se había vuelto un ciego ante las cosas como la culpa, el dolor y el rencor.

Tal vez tenía que culpar a Minho y su tonto encanto personal. Porque el mayor brillaba tanto que verlo apagado parecía una tonta broma sin razón. Porque le gustaba creer que las estrellas duraban para siempre, aunque sabía que llegaba el momento de su muerte y lo único que quedaba era una feroz luz resplandeciente.

Suspiró y cerró los ojos cuando la cabeza del mayor se apoyó en él.

Había cerrado su mundo a todos y ahora solo dejaba a una persona entrar en él. Estaba actuando en contra de sus precauciones. Se iba a romper después de eso y ni siquiera le importaba.

Giró su rostro hacia Minho, viendo la perfecta y delgada curva de su nariz. Resonaba el silencio pero algo había cambiado. Sintió su pecho arder. Una extraña emoción recorrió todo su cuerpo, traspasando sus sentidos racionales.

Minho pareció notar su rareza porque levantó su rostro, mirándolo desde cerca.

-¿Jisung? ¿Estás bien?- habló, provocando un eco de sus palabras en la mente del menor.

Jisung no rompió el contacto visual, sin responder nada. Aquel silencio tenía algo extraño, casi parecía droga. Porque lo hacía sentir tan extasiado y emocionado. Su corazón parecía poder gritar todo lo que sentía a sabiendas de que alguien estaba para escucharlo.

Jisung se dio cuenta de que Minho podía escucharlo sin siquiera intentarlo. El mayor oía cada uno de sus gritos, susurros y miedos.

Lee Minho podía escuchar el sonido del silencio.

Su corazón pareció aumentar su sonido. De repente podía escuchar resonar sus latidos con fuerza en sus oídos.

Entonces se guió con su no pensar hacia lo que deseaba. Tomando el rostro del mayor entre sus manos para besarlo. En una confesión de algo que ni él mismo entendía ni quería entender.

Lo que fuera que quería expresar con aquello resultó, porque Minho no se apartó.


Silence | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora