ELEVEN

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Capítulo once.

THE CHRISTMAS?


Minho bajó el porche corriendo, provocando un sonido grave en las escaleras de madera. Sus pies salpicaron contra el suelo húmedo, sobre los pequeños charcos que generaba la lluvia con su caída, la cual seguía mojando los alrededores junto al viento. Se dirigió con pasos rápidos hacia el auto, intentando empaparse lo menos posible al salir sin un paraguas.

-Mamá, se te olvidó esto- dijo, sacando de su bolsillo un delgado reloj de plata. Lo pasó a su madre a través de la ventana, quien agradeció antes de despedirse nuevamente con un beso en su frente.

Minho sonrió algo triste mientras observaba el auto girar en redonda para encaminarse por el sendero, sintiendo las pequeñas gotas mojar su pelo. Sería algo extraño estar allí sin sus padres por tanto tiempo, tendría que acostumbrarse a ya no tener nada familiar en el entorno. Al menos las personas que lo acompañarían eran maravillosas, y no había cabida para el aburrimiento junto a ellas.

-Jisung- murmuró sorprendido, al notar que la silueta del menor se ponía a su lado. El contrario no lo miró, con su vista pegada en el auto a la lejanía, llevándolo a hacer lo mismo por segunda vez.

Minho extendió su mano hacia adelante, abriendo su palma para recibir la fría y esponjosa lluvia que reventaba sobre su piel, perdiéndose entre los bordes de sus dedos. Por su frente también hizo acto de presencia aquella agua dulce, diciéndole que tal vez llevaba demasiado tiempo debajo de ella y era hora de entrar. No quiso seguir sus órdenes.

Siempre había amado la lluvia y todo lo que tenía relación con el agua. Y así como decía su abuela: distinguir a alguien que ama la lluvia es fácil. Ellos jamás se esconderán debajo de un paraguas, sino que se fundirán entre sus componentes dejándola recorrer su piel.

-Mañana es Navidad- comentó, cerrando su mano en un puño, con la sensación de tristeza en el cuerpo al tener que pasarla lejos de las personas que quería. Jisung se percató sin que él se diera cuenta. Porque el menor, tenía práctica como observador, que había aprendido a diferenciar algunos aspectos de Lee Minho. Uno de esos es su tristeza, ya que eran las únicas veces en que el menor pegaba su vista al suelo y decaía el brillo de sus ojos.

A Jisung la imagen se le hizo depresivamente hermosa. Pues de ese modo podía admirar las largas y finas pestañas del contrario, mojadas en sus bordes, con lo que no supo nunca si fueron lágrimas o lluvia. Sus labios estaban muy rojos por el frío, contrastando consu tersa palidez, como una manzana en medio de la nieve. Su garganta ardió, y su pecho dolió al ver tal imagen y no poder decir ninguna palabra. Así que alargó su brazo y tocó con sus dedos la mano de mayor, extendiéndola nuevamente sobre la suya para que no dejara de disfrutar de algo que parecía hacerlo tan feliz.

Al final ambos terminaron empapados hasta su ropa interior, y fueron obligados por la madre de Jisung a darse un largo baño con agua tan caliente que se evaporaba al fluir la llaves. Mientras tanto la mujer aprovechó de prepararles té de manzanilla junto con una sopa de verduras y patatas cocidas, que al estar terminada revolvió los estómagos de los recién duchados con un exquisito olor.

-Este verano será bastante cambiante- dijo Youngmi, parándose frente al gran ventanal con un chocolate caliente entre sus manos. Empañando la ventana con el pequeño calor que desprendía su cuerpo y el vapor de la taza.

Minho comió felizmente la sopa, sintiendo el relajante calor que envolvía su cuerpo debajo de la ropa. Le gustaban los climas fríos por tantas cosas, y gracias a eso la tristeza que lo tapaba pareció dejar entrar un rayo de sol. Además no podía sentirse tan mal con Jisung en frente, cubierto con un abrigo algo grande y un gorro que lo hacía ver tierno. Estuvo a punto de reírse por la ternura que desprendía, pero se contuvo porque se ahogaría con la sopa.

-Niños, vengan a ayudarme- les dijo Youngmi después de un rato, cuando ellos ya habían terminado su comida. La mujer traía consigo unas pequeñas cajas que sin embargo estaban bastantes pesadas, y Minho lo descubrió cuando tomó una.

Al abrirlas deslumbraron miles de decoraciones para Navidad, desde luces hasta adornos para el árbol.

-Tenemos mucho trabajo por hacer, así que manos a la obra- mandó la mujer, con una sonrisa en su rostro y las manos en la cintura. Minho no lo sabía, pero la Navidad no se celebraba en aquella casa desde hacía años, y la sonrisa de Youngmi se hizo mucho más grande cuando vio a Jisung ayudar.

Jisung estaba distinto. Su madre ya no lo sentía tan distante ni diferente. Su hijo parecía estar mejor y eso le llenaba el cuerpo de alegría.

En cambio el rubio se quedó unos segundos observando las botas navideñas, con un recuerdo tan lejano de lo que era la Navidad que tuvo una emoción rara en el cuerpo.

-Hay que ponerlas donde está la televisión, ahí se verán bonitas- habló Minho detrás de él, sorprendiéndolo en sus pensamientos. El mayor se veía exageradamente emocionado, incluso aquel brillo perdido había vuelto tres veces más fuerte. Asintió ante la idea del castaño, dirigiéndose hacia el lugar indicado.

Minho trajo unos pequeños adhesivos para pared donde luego Jisung puso los botines, quedando perfectamente pegados en la superficie plana. El mayor sonrió y con una expresión de aprobación se encaminó hacia la escalera, donde empezó a colgar pequeñas campanas, las cuales tenían un listón rojo de decoración.

"Pon unas guirnaldas" señaló, sacando unas cuantas de a caja. Subió unos peldaños hasta ubicarse al lado de Minho, pasándole un extremo de la guirnalda mientras él enrollaba el otro en el pasamanos. Cuando llegó al final pudo observar a su madre armando un gran árbol blanco, con tanta felicidad que se le hizo extraño pensar que llevaban mucho tiempo sin celebrar la Navidad. Minho en cambio, tenía miles de pelusas en el pelo por estar jugando con unos renos de peluche, los cuales Jisung luego tuvo que sacudir por la gran cantidad de polvo.

"Tu pelo" indicó.

-¿Qué? ¿Qué tiene mi pelo?- respondió Minho, dirigiendo sus manos al lugar anteriormente señalado. El mayor puso una cara de disgusto cuando se topó con miles de motas enredadas en las puntas de su cabello, y Jisung solo pudo sonreír divertido ante la expresión.

Minho era demasiado torpe.






Silence | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora