FIFTEEN

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Capítulo quince.

TRUST.


Los climas cálidos que llevó enero consigo estableció una rutina en la vida de Jisung y Minho: ir al lago tres o cuatro veces a la semana. Más si se podía.

A mediados de mes, luego de una divertida tarde refrescándose en las frías aguas, se encontraron con la madre del menor esperando fuera, en el porche de la gran casa. La mujer había puesto una pequeña mesa con sus respectivas sillas, todo tallado en madera algo desgastada con el tiempo. La comida para la cena estaba servida, esperando a sus únicos dos invitados. Jisung se había sorprendido más de lo que Minho notó.

Si una característica tenía el rubio de su madre era ser observador. Sin embargo, Jisung había pasado por alto la actitud de su madre los días pasados. Youngmi se hallaba más feliz y risueña de lo normal, incluso parecía apunto de echarse a llorar en cualquier momento. Nada malo sucedía. Tan solo el cambio en su hijo desconcertó su vida. Veía como aquel esplendor renacía después de tanto tiempo, de tanto esfuerzo en vano que no la llevó a ninguna parte. Casi juraba oír la dulce y suave voz perdida de su hijo reír y expresar alegría. Pero no era tonta, si de algún modo había logrado estar donde estaba era gracias a su astucia. Y había vislumbrado ciertas señales de la relación que mantenía su hijo con el heredero de los Lee.

Se sentaron los tres en calma, dejando que Minho llenara el ambiente con su voz mientras contaba todo lo que habían hecho fuera. Al mayor le gustaba hablar, y a Jisung le gustaba que hablara tanto. Esto era porque a pesar de poder comunicarse con Minho sin ningún problema, él no era alguien que tuviera mucho que decir.

-Tus padres han llamado, Minho. Al parecer volverán a finales de mes, su trabajo se alargó un poco- anunció la mujer, revolviendo con una pequeña cuchara de metal el contenido de su té. El sol aún no se escondía del todo, dándoles la luz suficiente para estar en tranquilidad afuera. Youngmi en parte se sentía un poco relajada por la noticia de su amiga, aunque en parte la entristecía que siempre estuviera tan metida en su trabajo y fuera tan descuidada con su hijo, también le aterraba pensar que pasaría cuando Lee Minho se fuera de allí. Los dos adolescentes podían vivir felices evitando la realidad, porque eso era muy fácil de hacer cuando al no tener preocupaciones. Sin embargo, ella estaba consciente de que aquel chico solo estaba allí de vacaciones. Y al igual que todo, las estaciones pasan y se acaban.

-Chicos- murmuró, luego de dar vueltas en su mente durante unos minutos. Había observado a los menores hablar sobre quién-sabe-qué delante de ella. No había querido prestar atención para no entrometerse. - Necesito hablar de algo con ustedes dos.

Tal vez era por sus palabras o porque ambos adolescentes se dieron cuenta de lo seria que estaba que no pudieron tomárselo a broma. Jisung más que nadie sabía lo extraño que era ver a su madre lejos de su faceta brillante y encantadora; ella siempre estaba tan feliz, que contagiaba el entorno. Era como Minho. Jisung tenía dos estrellas girando a su alrededor, diciéndole que él podía ser como ellas.

-Yo... quiero preguntarles algo- intentó expresarse la rubia, sin saber exactamente cómo decirlo. Podían existir miles de manuales en algún lugar del mundo pero ser madre y hacer esas cosas siempre sería una experiencia totalmente desconocida dependiendo de la persona. - Últimamente he notado que son muy cercanos... quizás más de lo que pienso. Por casualidad, ¿no tienen algo que decirme?

Minho era lento para digerir esa clase de cosas, y se pudo notar en su rostro de confusiión absoluta. A menudo le causaba mucho problema que la gente soltara indirectas, porque se quedaba pegado en sus dudas de si lo había captado bien o no. En cambio Jisung comprendió automáticamente cuál era el camino que intentaba tantear su progenitora, dándose cuenta de lo perspicaz que podía ser ella cuando quería.

Todo se quedó en silencio por unos minutos. Jisung tuvo un leve recuerdo de los días consiguientes a su cirugía, cuando su voz ya no existía por completo. Del silencio tan atroz que entonces envolvía la mesa cuando se sentaban a cenar; casi entendía porque tanto él como su madre en algún momento llegaron a evitarlo, comiendo por separado siempre.

"No hay nada que decir" señaló Jisung, consciente de que su madre lo entendía por completo. Minho frunció sus labios, ¿qué se suponía que hacía él en esa escena? No tenía ni la menor idea de que responder pero quería decir algo. El aire de un segundo a otro se había tensado, casi dejando las emociones descontroladas palpar el ambiente. Confusión, indiferencia y decepción. Youngmi iba a seguir hablando cuando su hijo se levantó de la mesa, caminando hogar adentro. Con un suspiro dio finalizada la conversación. ¿Cuántas veces había visto ya esa misma reacción? Al final su hijo aún se negaba a abrirse por completo a ella.

La mujer fijó su vista en silencio sobre el castaño que aún seguía allí, incómodo al no saber qué hacer. Sintió algo de envidia por el adolescente, sabiendo que él tenía la plena confianza de su hijo; él lo tenía todo.

-Minho, ¿qué me vas a decir tú?

-Yo...- balbuceó el contrario, mirándola con indecisión, quizás algo de miedo. Finalmente el menor solo se puso de pie, disculpándose con una reverencia antes de salir corriendo sobre las pisadas de Jisung. Dejándola sin las respuestas tan claras que no necesitaba obtener, tan solo quería escucharlas como confirmación de la confianza que pensó que existía.

Tal vez aunque no lo sabía, Jisung aún tenía algo de miedo para exponerse a sí mismo. Mientras subía las escaleras de madera, haciendo resonar sus pies sobre el suelo. Pensó que a pesar de sentirse mejor no había mejorado demasiado, porque aún seguía siendo tosco, frío y evitaba que personas que no fueran Minho pudieran ver mucho de él.

Quizás la confianza que no podía dar a los demás, era la confianza que no tenía por él mismo. 


Silence | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora