Capítulo 8

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Tricia Helfer como Ana Herrera
Justin Bruening como Carlos Herrera

La oportunidad se me presentó cuando entró en el lavabo de chicos. Sin pensármelo dos veces, fui tras él. Se había metido en uno de los huecos que había entre mampara y mampara. Empujé la puerta y entré sin ningún tipo de préambulo.

-¡Déjalo en paz! ¿Me oyes?

Rodrigo me miró sorprendido, sin poder separarse del retrete ni darse la vuelta por completo.

-¿Eh? ¿Qué se te ha perdido aquí?

-Álvaro ha estado a punto de acabar con su vida por tu culpa.

A esas alturas Rodrigo se había subido la bragueta y dado la vuelta.

-¡Vaya mierdecilla! Ni siquiera ha sido capaz de terminar lo que ha empezado... -dijo sin remordimiento alguno-. El capitán del equipo de baloncesto del insti pidiendo la ayuda de una colgada que se cree bruja. ¡Es lo último!

-¿Pero a ti que te pasa? -le espeté-. ¿Te divierte destrozarle la vida a los demás? 
 
-El mundo no lo echará de menos. Mira, lo máximo a lo que puede aspirar Álvaro en la vida es a servirme un Big Mac en el McDonald's.

-Pues espero que esa hamburguesa se te atragante y te siente como una patada en los huevos.

Rodrigo entornó los ojos, mirándome.

-Tienes razón, por el momento me olvidaré de él. Tú eres una pieza mucho más interesante.

Minutos después volví a verlo en el pasillo. Me siguió con la mirada. Llevaba una manzana en la mano y le pegó un mordisco sin dejar de observarme. Sonrió cínicamente mientras que con su dedo índice hacía el gesto de apuntarme con una pistola.

Todavía no era muy consciente de lo que eso significaba.

***

Aquella tarde, tenía una cita con Alma en la playa de Samil.

Estábamos sentadas en uno de los escalones que conducían a la playa. Alma solía ir por libre, pero respondía fácilmente a mis ruegos. Me miró con curiosidad.

-Necesito eliminar unas imágenes de vídeo del servidor de una empresa de seguridad. Y también la copia de esas imágenes en un teléfono móvil.

-¿De quién estás hablando?

-Si fuiste al mismo instituto que yo, sabrás de primera mano que Rodrigo Herrera es un cabrón asqueroso -ante su silencio, continué hablando-. Es un caso de bullying. Está utilizando esas imágenes para jugar al gato y al ratón y joderle la vida a un pobre desgraciado.

-¿Y qué quieres que haga yo? Sabes perfectamente que no puedo actuar en el mundo físico.

-En el físico no, pero yo creo que en el inmaterial sí. En muchas historias de fantasmas las luces se encienden y se apagan solas. Y lo que me pregunto es si puedes alterar corrientes eléctricas o señales de ondas.

Saqué mi IPhone y se lo enseñé a Alma.

-Intenta encenderlo. No te concentres en el botón sino en la corriente eléctrica.

Ya lo sé: era un razonamiento absurdo, ridículo, traído por los pelos...

Pero funcionó. Encendió mi móvil no sé muy bien como. Y también, hizo amago de llamar a mi padre. A las tres de la tarde.

Entre FantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora