Capítulo 16

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Esa noche me quedé despierta hasta muy tarde, aunque no era el ultimátum de Rodrigo lo que me impedía dormir. No podía dejar de pensar en nuestra visita a la consulta de Ana Herrera y sentir remordimientos por haber sido tan brusca con Andrés. Él solo pretendía ayudarme, pero a mí me sacaba de quicio cada vez que adulaba a la psicóloga. No tuve más remedio que reconocer que esa mujer sabía más acerca de los sueños que la mayoría de la gente, y si ella había admitido que los sueños compartidos eran posibles, no parecía descabellado aceptar que Hugh y Nerys existían en el mundo real, igual que yo. Tal vez me viaje a O Rosal me sacara de dudas, si bien pensé que sería difícil convencer a Andrés para que me acompañase. Su imagen acudió a mi mente con fuerza y me di cuenta que cada vez me sentía más a gusto con él. Me dormí sin dejar de pensar en él, deseando poder invitarlo a compartir mis sueños también algún día.

Sé que estoy soñando y esa certeza me permita asumir el mando de lo que ocurra a partir de ahora. O eso espero. Recuerdo haberme dormido pensando en Andrés, pero ahora es a Hugh a quién debo busca. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en un túnel débilmente iluminado. Mis pies están en medio de unos raíles así que se trata de un túnel del metro. No hay metro en Vigo, así que estoy en otra parte. Empiezo a andar mientras me pregunto si estaré lejos de una estación. Mis pensamientos se interrumpen al ver el resplandor de dos faros que se acercan de frente. Me cambió a la vía contigua y descubro otro par de faros que vienen en dirección contraria. Siento una punzada de pánico. ¡Estoy atrapada entre dos convoyes que se cruzarán a gran velocidad justo donde me encuentro! Recuerdo que es un sueño y me quedo plantada, esperando que me atropelle el tren más cercano. Los faros crecen y oigo el estruendo que se aproxima. El instinto me empuja a apartarme o dar media vuelta y correr, pero me mantengo firme, sin pestañear. Ya puedo ver con detalle la cara del conductor . Es Rodrigo, que me saluda con su sonrisa malévola.

De golpe me veo envuelta en un rápido torbellino de luces, rostros y objetos que atraviesan mi cuerpo sin producirme el menor daño. La sensación es parecida a una brisa suave. Enseguida me encuentro otra vez sola la silenciosa penumbra del túnel. Me siento orgullosa de haber controlado el sueño.

Ahora veo la silueta de una mujer que se acerca caminando. Va enfundada en una gabardina marrón y su pelo castaño brilla, iluminando a contraluz por las luces del túnel, como una cálida aureola alrededor de su cabeza.

También la reconozco: es mi tía Isabel.

-¿Qué te ocurre, Victoria? -me pregunta al llegar a mi lado.

Mi tía Isabel es la hermana mayor de mi padre que falleció poco antes de mi décimo cumpleaños , a pesar de lo cual (o precisamente por eso), suele aparecer en mis sueños.

-Acaba de atropellarme un tren conducido por alguien que me hace la vida imposible -le explico-. Menos mal que estoy en un sueño y no me ha hecho daño.

-Pero tienes que algún día te lo haga de verdad, ¿no?

-Sí, porque es mucho más fuerte y no soy capaz de enfrentarme a él. ¿Qué debo hacer?

-Un enfrentamiento no se gana necesariamente por la fuerza bruta, Victoria. A veces basta con exhibir la actitud adecuada, que no debe ser cobarde ni demasiado provocadora. Tienes que parecer tranquila, como si tuvieses unos poderes ocultos que te inmunicen contra todo lo que él pretende hacerte. Algo parecido lo que acabas de hacer ahora.

-No sé si podré.

-Cuando llegue el momento, lo sabrás. Y ahora dime qué hacías por aquí.

-Busco a un chico que conocí en un sueño -le respondo.

-A los chicos de los sueños nunca hay que buscarles, sino dejar que aparecen cuando les dé la gana -me aconseja-. De todas formas ,es lo que harán.

¿Y si ese chico no está en el sueño?

-Entonces búscale cuando despiertes. En el mundo real a veces hay que correr tras ellos -me guiñó un ojo-. Sin que se note demasiado.

-Es que no sé dónde vive.

-A lo mejor lo sabes pero no sabes que lo sabes.

Tras pronunciar estas enigmáticas palabras, mi tía gira sobre sus talones y desaparece través de la pared del túnel.

Tras pronunciar estas enigmáticas palabras, mi tía gira sobre sus talones y desaparece través de la pared del túnel.

Intento seguirla, pero me cuesta atravesar el muro. Me siento frenada por una resistencia viscosa que me obliga a ir a paso de tortuga. A mi alrededor desfilan lugares extraños, cámaras huecas dónde se acumulan montones de chatarra, amasijos de tuberías y manojos de cables que cuelgan de altos techos abovedados. También hay seres que arrastran o se escabullen en la penumbra, ojos brillantes que acechan y bocas hambrientas que babean a mí paso. Sigo lúcida y sé que no pueden hacerme daño.

Por fin acaba el interminable espesor del muro y me encuentro en una caverna de proporciones gigantescas. El suelo resbaladizo está cubierto de piltrafas y restos informes cuya naturaleza prefiero ignorar. Del fondo de la cueva surge una figura oscura que flota despacio hacia mí, sin apenas rozar el suelo.

No es mi tía Isabel.

Un escalofrío me recorre la espalda cuando comprendo que se trata de Nerys. Tengo que hablarle, es mi única defensa posible pero mi garganta está aprisionada por el pánico. Hago un esfuerzo y consigo desbloquear mis cuerdas vocales.

-¿Qué quieres de mí? -mi voz suena como la de una niña de cinco años en la inmensidad del enorme espacio subterráneo-. ¿Por qué no me dejas en paz?

-Tú tienes la culpa, Idris, alias Victoria -me responde-. Has entrado en un mundo peligroso donde nadie te ha llamado. Vas a pagar las consecuencias.

-No te tengo miedo -me marqué un farol.

-¿Ah, no? Está tan cerca que puedo percibir el olor a carne quemada que emana de su cuerpo. Noto que estoy a punto de perder la lucidez y caer en el pánico absoluto, pero no se me ocurre nada para evitarlo. Nada, salvo seguir hablando.

-Sois Hugh y tú los invasores de mi sueño -intentó defenderme-. Además, de que estoy soñando y eso me hace inmune.

-¿Eso crees? Te vas a llevar una sorpresa. Te garantizo que yo también existo en el mundo real y si osas acercarte a Hugh te alcanzaré. No importa donde vayas. Él me pertenece para siempre, ya sea en este mundo o en cualquier otro.

Extiende una mano y su dedo roza mi cara. El contacto es tan real como cuando toqué a Hugh, salvo que en este caso me produce tal repulsión que brinco hacia atrás.

-Acabas de notar un contacto entre seres vivos -me dice-. Y si puedo tocarte también puedo matarte. Sé quién eres y dónde vives. Seguiré siendo tu pesadilla cuando estés despierta y te acecharé día y noche. Si te atreves a hablar con Hugh o si se te ocurre volver a O Rosal, ya puedes darte por muerta.

Tras lanzarme su advertencia se abalanza sobre mí a una velocidad de vértigo. Intento dar media vuelta para huir, pero es demasiado tarde. Desesperada dejo la mente en blanco y me concentro en mi interior: me doy la vuelta como la manga de un jersey.

Noto que todo cuánto me rodea se esfuma, incluida Nerys.

Me despierto helada de terror.

Ni siquiera el éxito de mi técnica para escapar de una pesadilla me tranquiliza, ya que por primera vez en mi vida tengo la certeza de que el hecho de despertar no me libra del peligro.

Presiento que la pesadilla continua, tal vez para siempre.

Entre FantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora