Capítulo 21

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Llegué tan cansada a casa que apenas acabé de cenar me dejé caer en la cama. Sentía un hormigueo en los músculos de las piernas que anunciaba agujetas para el día siguiente, pero en mi cabeza bullían otros pensamientos oscuros que me preocupaban más, como la muerte de Hugo y el hecho de que apareciese tan vivo en mis sueños. ¿Era una simple creación de mi subconsciente o de verdad estaba compartiendo sueños con un chico fallecido? La segunda posibilidad parecía imposible. Porque de ser así, ¿dónde estaba él? ¿En qué lugar del universo podía quedar atrapado el sueño de una persona muerta? ¿Tenía eso algo que ver con mi capacidad para ver a los espíritus que había en el mundo de la vigilia? Otra cuestión que también me inquietaba era si Hugo, en caso de vivir atrapado en un sueño, sabía que lo estaba. Casi me daba miedo volver a soñar con él.

Al final el cansancio pudo más que mis miedos. Me dormí envuelta en imágenes apenas vislumbradas entre las turbias aguas del mismo río que bañó mi infancia y adolescencia. Poco después...

...Entro en un sueño lúcido.

Descubro que estoy en Vigo, en una calle estrecha del casco viejo que no recuerdo haber visto jamás. Miro alrededor y percibo el ya familiar realismo exagerado en todas las cosas que me rodean: los desgastados adoquines empapados por la fina lluvia que cae sin mojarme, las paredes desconchadas de los edificios, el musgo que prolifera junto al bordillo de las aceras, el cielo plomizo que arrastra sus nubes sobre los tejados, el olor a alcantarilla que flota en el aire espeso.

Me siento extraña, como si mi forma de soñar hubiese cambiado para siempre.

Quizás se deba al hecho de saber que mi mundo onírico está habitado por el fantasma de un chico muerto. Apenas pienso en él, aparece a la vuelta de una esquina y se dirige hacia mí con paso rápido. Parece cansado pero vivo.

-Me ha costado llegar -suspira-. Ya sabes que en tu territorio no tengo poderes.

-¿Y qué haces aquí?

-Buscarte. Cada vez me resulta más complicado evitar a Nerys, ya que ella empieza a tener poderes en todas partes.

-Ya lo había notado. ¿Desde cuándo te persigue?

-Desde hace mucho, y ahora va por ti. Yo en tu lugar me andaría con ojo.

-¿Crees que me encontrará?

-Es probable, ya que comparte tu sueño. Sabrá dónde has estado hoy, igual que yo, porque este sueño tuyo está plagado de recuerdos recientes por todos lados.

Me entran escalofríos solo de pensar que Nerys sabe lo que Andrés y yo hemos estado haciendo en O Rosal.

-¿Cómo puedo evitarlo? -intento averiguar.

-Para resolverlo has de afrontar la realidad en el mundo de la vigilia. No solo tú corres peligro. También tu amigo, el que te acompaña en tu investigación.

Un segundo escalofrío me hiela la sangre. ¡Andrés! La culpabilidad se suma el pánico en una mezcla insoportable.

-Los dos estáis amenazados -prosigue Hugh, sin cambiar el tono sereno de su voz-. Es preciso que actuéis.

-¿Actuar contra Nerys? Pues ya me dirás como.

Hugh posa su mano sobre mi brazo y vuelvo a notar la misma sensación indescriptible de contacto físico. ¿Cómo es posible, si está muerto? Me mira con intensidad y dice:

-Escúchame bien, Idris, porque ha llegado el momento de hablar claro. Nerys no es una simple pesadilla. Existe en el mundo real y es una asesina. Te conoce y sabe que tú viste lo que hizo, así que irá a por ti. También buscará a tu amigo y os matará a los dos para que no habléis. Ella se creía fuera de peligro, pero volver aquí la has asustado. Créeme, no hay nada más peligroso que una fiera que se sienta acorralada.

Lo que acabo de oír es la confirmación de algo que ya sabía, aunque sin ser consciente de ello. Me aterra reconocerlo.

-No puedo hacer nada mientras no recuerde lo que vi -me lamento- Ni siquiera sé quién es o cómo se llama. En cambio tú la conoces, tendrías que darme alguna pista.

-Lo siento, no puedo decirte su nombre ni dónde buscarla, porque esos detalles han desaparecido de mi memoria, igual que se borraron de la tuya Tu única opción es recordarlo todo antes de que os encuentre. Y me temo que te queda poco tiempo.

Las palabras de Hugh me espantan, aunque no me sorprenden. Sé que tiene razón. Me doy cuenta de que una parte de mí ya intuía la verdad desde el primer instante en que la silueta encapuchada de Nerys apareció en mis pesadillas. Es evidente que ella es la asesina de Hugo García y que yo fui testigo del crimen. Ese es el vínculo que nos une a los tres, pero el hecho de saberlo no me facilita ninguna solución.

Lo terrible es que no sabemos nada de la asesina de Hugo García, mientras que ella, al parecer, si nos conoce a Andrés y a mí.

Y nos convertirá en sus próximas víctimas.

Esta vez no me desperté aterrada, sino presa de una intensa angustia que me oprimía el corazón.

Andrés y yo íbamos a morir. ¿Qué podía hacer para evitarlo? Se me ocurrió hablar con mi madre para volver a Estados Unidos, su lugar de nacimiento, pero deseché la idea porque no podría llevarme a Andrés.

No pensaba abandonarle, y mucho menos sintiéndome culpable de haberle puesto en peligro. De todas formas, nunca conseguiría convencer ni a mis padres ni a mi hermana de que dos personas reales se habían metido en mis sueños y que una de ellas había matado a la otra años atrás. Y aunque me creyeran y nos metieran a Andrés y a mí en el primer avión es probable que ya no pudiésemos estar seguros en ningún rincón del planeta. ¡Qué estúpida había sido al venir a despertar fantasmas del pasado!

Me pasé el resto de la noche en vela dándole vueltas y más vueltas a un problema que no parecía tener sino una solución: hacer caso a Hugh y localizar a Nerys en el mundo real, aunque eso supusiera mi muerte. Pero tendría que hacerlo sola para no poner en peligro a nadie más.

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