Capítulo 9

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Estoy en un lugar extraño que, sin embargo, me resulta vagamente familiar. Por todas partes hay árboles altos como secuoyas que me cortan el paso. No hay animales de ningún tipo: sólo una espesa vegetación que recuerda a una jaula. Estoy atrapada en un bosque que no ha sido creado para albergar a animales vivos. Está oscuro, aunque la penumbra es suficiente para permitirme ver con cierto detalle cuanto me rodea. En el aire flota un olor peculiar, como a libros viejos. De pronto veo una sombra que cruza el bosque a cierta distancia y desaparece al instante. Apenas he tenido tiempo de apreciar su silueta, pero he podido ver que viste una capa oscura cuya capucha oculta su cabeza.

Me invade un mal presentimiento. Estoy segura de que si vuelvo a encontrarme con ella algo muy malo me ocurrirá. Sigo adelante, despacio, atenta a cada árbol por si reaparece esa figura que, no me cabe duda, sabe que estoy ahí. Mi corazón late con tanta fuerza que noto sus golpes en mi pecho. Giro a la izquierda y me encuentro frente a un acantilado. ¡Estoy atrapada! Doy media vuelta y empiezo a correr. De repente tengo la impresión de que los árboles crecen a ojos vistas y sus ramas se enganchan en mi cuerpo, impidiéndome avanzar.

La figura encapuchada surge ante mí.

Intento retroceder, pero estoy atrapada por las ramas y no puedo moverme. Apenas consigo respirar. La figura se acerca cada vez más y noto que voy a morir Está tan cerca que podría tocarla estirando el brazo. Poco a poco levanta su capucha. No quiero mirar su rostro. Cierro los ojos, pero no sirve de nada porque sigo viendo a través de mis párpados. Por fin la capucha cae hacia atrás y los ojos del espectro clavan su mirada en los míos. Empiezo a gritar...

...Mi grito en el sueño se confunde con el pitido real del despertador.

Me despierto con la almohada en la cara. La almohada me provocó la sensación opresiva que he vivido en el sueño. Sin embargo, aún puedo ver con toda nitidez la cara que la aparición de mi pesadilla dejo al descubierto tras alzar su capucha. Sobre todo sus ojos, que me taladran con una intensidad indescriptible.

Lo curioso es que, a pesar del terror que me provoca, no se trata de ningún monstruo. Es el rostro de un chico que podría tener mi edad.

***

La primera clase de la mañana era Historia. Había tal jaleo que era imposible mantener una conversación normal con alguien a menos que fuera aullando a su oído. Perfecto para decirle todo lo que había descubierto a Andrés.

-Andrés, sé cómo se llama esa chica muerta. ¿Por qué no me dijiste la verdad antes?

-¿A qué te refieres?

Me senté enfrente de mi amigo y le apreté la mano con fuerza.

-Alma te quiere mucho. Dice que eres un chico estupendo y que Clara era su mejor amiga.

Andrés abrió los ojos cómo platos. Empezaba a creerme.

-¿La has visto?

-Sí. Puedo verla y oír su voz. Hemos estado hablando durante estos días y no recuerda de que murió. Todavía no sé por que sigue en el mundo de los vivos. Pero espero que me puedas responder a la siguiente pregunta: ¿De qué murió Alma? Ya sé qué es muy doloroso para ti, pero necesito saberlo.

Andrés se tapó el rostro con las manos.

-Se ahogó en el mar. Su madre no quiso decirme nada más.

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