Capítulo 33

75 2 0
                                    

Me desperté en la habitación de un hospital. Al pie de la cama había varias personas: una enfermera, mis padres y mi hermana y Andrés. No podía recordar nada, ni siquiera algún sueño, aunque poco a poco volvieron a mis recuerdos las terribles escenas vividas en el barco de Ana. Al verme despierta, mis padres soltaron un suspiro de alivio, mientras que mi hermana directamente se echó a llorar, abrazándome tan fuerte que por poco me ahoga. La enfermera fue la primera en hablar.

-¿Cómo te encuentras, Victoria? -me preguntó.

-Regular. Me duele el hombro y no puedo mover ni un dedo.

-Has sufrido hipotermia por haber nadado en esa agua tan fría. También te hemos tenido que hacer una transfusión. Tienes el pulso un poco lento, pero se te pasará.

Mi madre, que trabajaba en el hospital y conocía a la enfermera, le dijo.

-Lola, nos gustaría quedarnos un ratito a solas con ella. ¿Te importa?

-Os dejo, pero tendréis que abandonar la habitación tan pronto como llegue el inspector Sánchez. Quieren hablar con ella dentro de diez minutos,

Apenas salió la enfermera, Andrés se abalanzó sobre mí. Tenía los ojos llenos de lágrimas y era incapaz de hablar. Mi madre también se acercó.

-¡Menudo susto nos has dado! -dijo-. El pobre Andrés se ha pasado las noches al pie de tu cama. Fue él quién avisó a la policía y nos alertó a todos.

Yo no podía apartar los ojos de Andrés. Estar viva y a su lado me parecía el más maravilloso de los sueños posibles. Enjugué una lágrima que se deslizaba por su mejilla y él me sonrió.

-Al final conseguiste despertar.

-Si tú lo hiciste, yo no podía ser menos.

-¿Qué ha pasado? -logré preguntar al fin-. ¿Clara está bien?

En ese momento entraron Marina y Mateo, portando una cesta llena de chocolate.

-Has estado inconsciente durante dos días enteros -dijo Marina-. Y Clara estuvo a punto de ser violada y asesinada por los hermanos Herrera, pero consiguió escapar del almacén donde la tenían secuestrada

Mis peores temores, esos que se habían producido en el piso de Mateo, se habían hecho realidad. Pero el hecho de que Clara había conseguido escapar, impulsó mi curiosidad.

-Supongo que presentó una denuncia, ¿no?

-Sí, pero ya no hacía falta.

-¿No hacía falta? -me extrañé-. ¿Pero qué quieres decir?

-Que no hizo falta denuncia. Rodrigo, Juan y Ana se nos habían adelantado y la policía está haciendo su agosto.

Al ver mi expresión de desconcierto, Mateo estalló en carcajadas.

-¡Cómo se nota que has estado KO! ¡A estas alturas la historia la deben de conocer hasta los gatos!

Clara no vino al instituto inmediatamente -aclaró Marina-. Necesitó un buen rato para reunir el valor suficiente para levantarse y huir del almacén. Calculamos que pasó cerca de tres cuartos de hora antes de que llegase y hablase con el conserje. Mientras tanto, Rodrigo, Juan y su madre ya se habían presentado en la comisaría.

-¿En la comisaría? -yo ya no entendía nada de nada-. ¿Para qué?

-Para entregarse como autores de diversos delitos, incluyendo la tentativa de violación y asesinato contra Clara. Admitieron hacer lo mismo con Alma y explicaron que iba huyendo de ellos cuando le atropelló el coche.

Entre FantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora