Sospechas

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Mientras Hamada disfrutaba de un tierno momento en familia Rivera se entristecía por no poder estar con sus seres queridos para noche buena y aún después de haberlo dado todo en el escenario, de que cientos de fans gritarán su nombre y de participar en uno de los eventos más populares en México se sentía solo y triste por pasar su primera Navidad lejos de casa, lejos de su familia, de la comida típica, de los abrazos extra fuertes, de los regalos cursis y los momentos tan simples qué son hermosos. Se encontraba en su camerino viendo los estados de WhatsApp que sus primos subían y leyendo los mensajes de apoyo en el grupo de la familia cuando su manager corría con sus zapatilla de aguja hacia él.

–Feliz Navidad Miguel, Adivina que fantabuloso regalo te consiguió la mejor manager del mundo– dijo con entusiasmo

–¿Un viaje directo a Santa Cecilia?

–Casi sólo que, para nada, no.– dijo mientras el ánimo decaía –Ya está confirmada la primera locación en Estados Unidos para tu gira

–¿Ah sí? Que bien– respondió él desanimado

–Oye no te pongas así, mañana volverás a casa ¿Okay? ¡Lo importante ahora es que te presentarás en el Estadío de Los Gigantes de San Fransokyo!

El rostro del cantante se iluminó ante tales noticias pero aún sentía la tristeza en el corazón.

El 25 de diciembre tomó el autobus para su casa, porsupuesto despidiéndose de su agente y su amigo hasta enero, esperaba. El camino a casa siempre le parecía corto, como si no tuviera que tomar dos camiones y taxi para volver, claro que ahora la cosa no era tan simple como cuando empezó y nadie lo conocía, además, era obvio que sus no lo dejarían viajar a él solo así como así, para eso estaba Juan, el hombre no era nada llamativo por lo que era perfecto, lo habían contratado como una especie de guarda espaldas/chófer/niñero para Miguel ahora que su fama estaba en aumento, rápidamente el hombre se convirtió en una figura de apoyo para Rivera, algo como otro tío, así que mientras Miguel se cubría con la capucha de la sudadera y veía su celular como cualquier adolescente "el tío Juan" compraba las taquillas del camión para volver a Santa Cecilia, una vez dejado él muchacho en su casa el amable sujeto partía a su hogar en el pueblito de San Ángel.

Miguel llegó a casa a eso de las 6pm, su abuela lo recibió entre abrazos y besos, su hermana y primos le mostraron alegres sus regalos del niño Dios/Santa Claus, aún no se ponían de acuerdo. Doña Luisa le calentó la comida que dejaron para él mientras sus tíos y su padre cerraban la zapatería.

–Miél huu– intento decir Coquito desde su silla alta levantando una muñeca María más estilizada de lo usual.

–Yo bote por un súper héroe pero mis tíos no quisieron– Dijo Rosa entrando a la cosina –Hola Miguel.

La más pequeña soltó su juguete al piso provocando que su madre lo levantará inmediatamente.

–No es que no quisiéramos, es que no se nos hizo buena idea, con los juguetes de Miguel le basta– contesto Luisa mientras entregaba la muñeca a la bebé.

–Ademas, es mejor que tenga una artesanía de su tierra a que anden gastando en esos juguetes todos feos que venden ahora– Agregó Mamá Elena.

–Hablando de eso, les traje algunos regalos– dijo Miguel llamando así la atención de las mujeres a su alrededor.

–Pero primero come mi'jo– indicó la matriarca de la familia poniendo frente él un plato lleno

–Me sirvió como compadre abuelita– bromeó.

Doña Elena lo vió con ojos de "a mi no me vas a despreciar la comida" así que Miguel trago saliva, sonrió y comió la primera cucharada.

Mientras él comía podía observar el movimiento de la casa, que sus familiares iban y venían, que Dante y Pepita se escabullian a la cosina para saludarle, que su madre y su abuela lo dejaban a solas con su hermanita, la presencial de Rosa no contaba porque solo estaba viendo su teléfono, y era en esos fugaces momentos de cero atención sobre él que guardaba pedacitos de comida en servilletas, le daba "probaditas" a Coco o dejaba caer comida al suelo que, obviamente, su guía espiritual devoraba de inmediato, cuando finalmente volvió su abuela a verlo no había más comida en su plato.

Entre Sueños E HilosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora