Suerte.

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Ok. Este es un mensaje directo y en extremo urgente de parte de Miguel Rivera para Hiro Hamada:

"¡¡¡Ya salte de mi mente, chingada madre!!!"

Apenas había pasado un día después de saltar del "No voy a pensar en él" a "No puedo dejar de pensar en él", era malditamente frustrante. Hay que decir qué no era una especie de amarre a distancia o algo como eso, Rivera había empezado a fijarse en el genio de cabellos desordenados desde que se fueron conociendo, Hiro era físicamente atractivo para él y su forma de ser era bastante agradable a su parecer, Hamada había sido super atento y amable con él, en sima era divertido estar juntos, además Hiro es simplemente muy cool y ¡ahhhhh!

Cada vez que su mente se iba de cualquier cosa en la que estuviera pensando se frustraba, sus ideas evolucionaban a ser un recuerdo de las cosas que vivió al lado del Hamada, lo peor era que el recuerdo se volvía en una extraña necesidad de verlo, tocarlo, hacerle un berrinche monumental por no decirle la verdad y que Hiro se disculpara y le contara todo para que pudieran vivir felices por siempre, amen... Bueno, quizá eso era demaciado pedir pero se da el derecho de soñar lo que quisiera.
En realidad no tenía mucha opción, el diseñador se colaba hasta en la sopa empalagosa que tardaba horas en terminar de comer porque la remolina al punto de volverla masa, la cual odiaba tragar, así en todo lugar y en todo momento por más incómodo que eso se volviese pensaba en Hiro.

Con el paso de los días se sentía raro, seguía luchando en contra de la anorexia y el estrés que le provocaba ver cómo sus medidas aumentaban, aunque esto fuera apenas evidente, para él era como si estuviera a un paso de la obesidad, cosa total y completamente lejana de la realidad. También se encontraba combatiendo con la espinita de fallarle a su familia y las expectativas irreales de compensación que él solito se impuso porque su familia dejó de presionarle a dedicarse a algo luego la vez en la que despacio por una noche entera por querer que fuera zapatero y obligarlo a dejar la música al punto de destruir todo lo relacionado al tema que Miguel guardaba con tanto cariño, sí, eso había sido demasiado cruel, los Rivera aprendieron su lección y le dejaron ser a él y a los demás lo que ellos eligieran, pero a Miguel le costaba mucho hacerse a la idea luego de ese trauma.
Sumado a eso, ahora tenía que lidiar con las distracciones constantes, las eyaculaciones nocturnas y en general la tortura que es estar enamorado y alejado de la persona que le gusta, si estar enamorado apesta.

La estrella ganó fuerzas, energía, con el pasar de los días, así que decidió por cuenta propia retomar la música ya que eso requería su concentración y memoria. Ah como extrañaba tocar la guitarra de Héctor en las noches, cuando el museo cerraba y antes de ir a dormir, definitivamente no había perdido la noción del tacto de las cuerdas en sus dedos pero el instrumento se sentía distinto, especial, aún más que antes.

Daba algunos acordes al azar, recordada una que otra canción de su repertorio o piezas que le gustaban de otros artistas, las canciones de amor eran inevitables y era peor ahora que las sentía a flor de piel, pues sin darse cuenta se encontraba soltando un que otro suspiró traicionero que lo exhibía como el baboso enamorado que era, cosa que afortunadamente no estaba en el radar de sus parientes porque definitivamente no estaba listo para enfrentarse a eso quien sabe cómo reaccionarían al enterarse que le gusta un chico.

Los ligeros rasgueos en la guitarra lo conducían otra vez a la imagen mental que tenía del diseñador. Detuvo su tocar para no caer en tentación, abrazó su guitarra imaginaba que está era el objetivo de sus anhelos. Se moría de ganas por tener al asiático entre sus aún delgados brazos, por declararle su amor y recuperar el tacto entre sus labios como aquella vez en la entrada del bosque pero se autogolpeba la frente al recordar que él mismo alejó al genio tajantemente sin decir nada, ni dar tiempo a explicaciones. En su defensa estaba realmente molesto con aquel por mentirle en toda la cara sin embargo seguí deseando llenarlo de besos tan pronto lo viera.

Entre Sueños E HilosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora