Día 8. "Just friends"/Regrets

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Cuando estábamos en segundo, Todoroki se me confesó. Yo le dije que no. Le dije que no a pesar de que sentía lo mismo. En esos momentos, creía ciegamente que el amor era un obstáculo en mi camino a convertirme en el héroe número uno, y solo ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba. No era más que un niñato incapaz de ver más allá de su puto ombligo, por eso hice tanto daño a la gente que me rodeaba y lo único que buscaba era lo mejor para mí. Por supuesto, hoy en día lo entiendo, pero en su momento no. Rechacé al chico del que estaba enamorado porque pensaba que me retrasaría, a pesar de que habíamos luchado codo con codo en multitud de ocasiones. Tal vez fuera la persona que mejor conocía su fuerza, y aun así, cuando todo ocurrió, no la vi, no vi al mismo Todoroki junto al cual aprobé el examen de licencia provisional, sino al que enfrenté en el festival deportivo. Quizá fue mi propio miedo impidiéndome verle de verdad, obligándome a decir esas palabras que nunca quise decirle. "Seamos solo amigos, ¿vale?". Ni siquiera lo consideraba un amigo, para mí no era más que un estorbo. Él lo sabía, siempre lo sabía todo sobre mí, veía cosas en mí que nadie había visto jamás. Y calló, no replicó, no protestó, no intentó convencerme ni imponerse. Respetó mi decisión, y eso es lo que más me jode.

A veces, cuando vuelvo a mi apartamento vacío después de ser "el héroe número uno", dejo que mi mente divague y me enseñe lo que podría haber sido. En ese futuro alternativo, le grité a Todoroki que lo quería, y que si estaba preparado para confesarme sus sentimientos, tendría que estarlo para seguirme el paso en el camino a la cima. Por supuesto, ese bastardo sería capaz sin ningún esfuerzo. Entonces, en el presente, no regresaría a una casa fría e impersonal por las noches, porque estaría él ahí para calentarla y darle vida. Tal vez ya estuviera allí al volver yo, sentado en el sofá que elegimos juntos en Ikea, y leyendo un libro mientras acariciaba a un cachorro de pastor alemán. Querría darle una sorpresa, pero él no me daría esa satisfacción y percibiría mi presencia, aunque se dejaría llevar y permitiría que lo tumbara sobre el sofá. Quizá llegaría más tarde debido a alguna complicación en el trabajo, y me encontraría preparando la cena cuando entrase por la puerta. Iría directo a la cocina, y trataría de probar la comida aunque no estuviese terminada todavía antes de darme un beso que me dejase sin aliento y sin fuerzas para seguir gritándole. O a lo mejor regresaríamos al mismo tiempo, cansados, con ganas de darnos una ducha rápida y pedir una pizza. Sacaríamos unas cervezas mientras esperábamos a que llegara, él con una sudadera mía y yo con unos calzoncillos suyos. En ese mundo, no me dejaría caer sobre la cama y miraría mis redes sociales porque no tenía otra cosa que hacer ni nadie con quien hablar, y no sentiría envidia de mis antiguos compañeros de clase, que tenían sus perfiles llenos de fotografías con sus parejas. No tendría que forzarme a mí mismo a ver los posts de Todoroki con ese maldito calvo de Shiketsu, sus selfies cariñosas, sus vídeos intentando no quemar la cocina que subían día sí y día también a instagram, sus imágenes en los periódicos, los putos titulares llamándolos "la pareja de héroes por excelencia".

Esos podríamos haber sido él y yo, podrían habernos llamado así a nosotros. Lo único que debía hacer era no ser un puto gilipollas, y la cagué, y ahora ya no hay vuelta atrás.

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