Día 22. Villains

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¿Os acordáis que dije que ningún día superaba las mil palabras? Bueno, pues mentí.

Todoroki Shouto, diecisiete años.
Fallecido el día en que ardió la UA.
Nunca encontraron su cuerpo.

Ya habían pasado tres años desde el incidente en el que un grupo de villanos que se hacía llamar Flames of God prendió fuego a la UA. Sucedió en octubre, el día del festival cultural. Había vigilancia continua alrededor de la academia, y aun así, nadie pudo pararlos. Llamas tanto rojas como azules devoraron el edificio, y no todo el mundo fue capaz de escapar. Todoroki Shouto, el hijo del reconocido héroe Endeavor, fue uno de ellos. Estaba en último año y era uno de los muchachos más prometedores de su promoción. Su pérdida fue un golpe muy duro para sus maestros, amigos y compañeros, pero sobre todo para Bakugou. Ese mismo día por la mañana se había armado de valor y le había confesado que llevaba mucho tiempo enamorado de él. Le pidió que le diera una respuesta después del evento, sin embargo, ya jamás podría recibirla. Él estaba dentro del gimnasio cuando comenzaron las llamas, y ayudó a evacuar. Y cuando casi todos los estudiantes habían salido ya, escuchó sus gritos, le oyó llamarle, pero el fuego que rodeaba a Todoroki era demasiado intenso, y no logró sacarlo de allí. Se había quedado atrapado y no había esperanza, ni siquiera Bakugou conseguiría salvarlo. El chico dijo algo entre toses antes de que el fuego apagara su voz para siempre, pero Bakugou no lo escuchó.

Katsuki, ahora héroe profesional, trabajaba con Endeavor hasta que pudiese montar su propia agencia independiente como hizo en su momento Hawks. Todavía hoy en día se veían algunos anuncios de "desaparecido", y seguía habiendo programas de televisión que trataban de descubrir el misterio de su desaparición dos años después. Se esfumó de un día para otro, dejando todas sus pertenencias atrás y ninguna pista. Algunos opinaban que se cansó de ser un juguete de la Comisión de Héroes y decidió empezar una nueva vida en otro lugar, aunque la mayoría creía que había sido secuestrado y asesinado por Flames of God, ya que se rumoreaba que antiguos miembros de la Liga de Villanos buscaba venganza contra él y se había unido a este nuevo grupo. Bakugou procuraba no pensar en ello, ya tenía muchos demonios de los que preocuparse, no le quedaba tiempo para conspiraciones. Probablemente, Endeavor fuese como él en ese aspecto. Él y Hawks tenían una buena relación, habían formado equipo en varias ocasiones a lo largo de los años, pero no podía permitirse el lujo pensar en él. Había perdido a dos hijos, su cabeza ya tenía bastante con recordarle esas muertes cada instante de su vida. Quizá ese dolor que compartían fue lo que unió sus caminos y los había llevado a trabajar juntos.

Bakugou sabía todo lo que Enji había hecho a su familia, el propio Shouto se lo había contado. Nunca se habría imaginado peleando a su lado, codo con codo, como iguales, porque lo odiaba por ello. Sin embargo, cuando lo vio derrumbarse frente a la tumba de su hijo, cuando lo vio caer de rodillas y romper a llorar porque no pudo pedirle perdón apropiadamente, cuando Natsuo abandonó su orgullo delante de todos para abrazar a su padre mientras él también lloraba y Fuyumi se aferraba con fuerza al traje de héroe de su hermano pequeño; entonces, su corazón se encogió y perdonó a ese hombre. Su relación empezó de cero, sin prejuicios ni secretos, porque aquel día uno perdió a su hijo menor y otro, al chico que amaba. Tal vez aquello fue lo que hizo que estableciese una buena relación con la familia Todoroki. Fuyumi y él quedaban a menudo, unas veces para cocinar juntos y otras para visitar el cementerio. Respecto a Natsuo, podía decirse que se habían hecho buenos amigos. Los dos conocían el dolor del otro, por lo que se les hacía fácil hablar entre ellos, y así dio inicio su relación.

Se había acostumbrado a llevar flores a la tumba de Shouto todos los domingos. Nada demasiado extravagante, un par de tulipanes rojos y otro par de tulipanes blancos, atados juntos con un lazo azul oscuro. Sus amigos le decían que debía dejar de hacerlo porque así nunca pasaría página, porque si continuaba yendo a verle cada semana, seguiría reabriendo la herida de aquel día una y otra vez, y jamás tendría el tiempo necesario para cicatrizar. A él no le importaba y se negaba a escucharlos, quizá porque, en el fondo, le daba miedo superar su muerte. Temía olvidar su rostro, olvidar todo lo que le hizo enamorarse y entregarle su corazón a alguien más. Por eso no podía permitirse cortar esa rutina, para seguir recordando. Normalmente, el cementerio estaba vacío cuando iba, lo cual le daba la libertad de quedarse todo el tiempo que quisiera sin que la gente empezara a pensar que era un tipo raro que había acudido a un lugar santo con alguna clase de doble intención. Sin embargo, ese día había alguien frente a la tumba del más joven de los Todoroki. Vestía una camisa sin mangas y una fina chaqueta con capucha que le caía por los brazos, dejando a la vista unas feas quemaduras en el brazo derecho. Sus manos, medio metidas en los bolsillos traseros de su pantalón ajustado, estaban cubiertas con unos guantes, y llevaba unas botas con un ligero tacon. Toda su ropa era negra salvo por una corbata roja. Al oírle llegar, la persona se giró y le sonrió. Las marcas de una vieja quemadura y una más reciente cubrían toda la mitad izquierda de su cara, por la que caían unos mechones rojizos más cortos de lo que habían sido hacía unos años. Sus cabellos blancos estaban echados hacia atrás, dejando ver a la perfección su oreja perforada.

Tenía que ser un sueño. Él estaba muerto.

  -Hola, Bakugou -saludó, con un tono más alegre del que usaba en aquel entonces-, cuanto tiempo sin vernos. ¿Qué tal te va como héroe profesional? ¿Eres ya el número uno?

  -Tú... -El rubio notaba la garganta seca, no se sentía capaz de articular una frase coherente-. Shouto...

La sonrisa del chico se ensanchó, pero sus ojos no reflejaban dicha. No reflejaban absolutamente nada.

  -¿Oh? ¿Desde cuándo nos tratamos por el nombre?

  -Estás... ¿vivo?

  -Bueno, creo que eso es evidente. ¿Qué crees que soy? ¿Un Noumu? -Bakugou tragó saliva-. Así que eso es lo que piensas. Pues siento decepcionarte, pero no lo soy. Estoy vivito y coleando, un poco chamuscado, es verdad, pero vivo al fin y al cabo.

  -Tú... Tiene que ser una jodida broma de mal gusto... Es imposible que salieras del gimnasio con vida.

  -¿Estás seguro? Porque si estoy aquí, es porque lo hice, ¿no? -La sonrisa desapareció del semblante de Shouto-. Los héroes en seguida tiráis la toalla y abandonáis a la gente a su suerte.

  -Intenté sacarte de ahí.

  -Lo sé.

  -No quería dejarte.

  -Lo sé.

  -Si lo sabes, ¡¿por qué cojones no volviste?! ¡Cinco años, Shouto! ¡Cinco putos años pensando que habías muerto! ¡¿Sabes cuánto ha llorado Fuyumi?! ¡Tu madre tuvo una recaída cuando se enteró!

  -Todo esto es por ellas, para que puedan vivir en un mundo sin héroes que les hagan daño.

  -¿Qué mierdas estás diciendo, bastardo?

  -Los héroes son el problema de esta sociedad, Bakugou. ¿Te crees que los villanos son malvados por naturaleza? Vosostros creáis a los villanos. No encajan en vuestra sociedad perfecta de cuento de hadas, así que los margináis. Al final, solo les queda una posibilidad si quieren sobrevivir en este cruel mundo: convertirse en lo que llamáis "villanos".

  -¿Qué has hecho? -Ante el silencio del otro, el rubio alzó la voz de nuevo-: ¡¿Qué cojones has hecho, Shouto?!

  -Lo que debía. ¿Acaso mi familia no ha sufrido bastante ya a causa del abuso de los héroes? Yo solo hago lo que debo para salvarles, nada más. No es que yo quiera hacerlo, Bakugou, es que no hay otro camino.

  -Siempre hay otro camino.

  -No, no lo hay.

Shouto se subió la chaqueta hasta los hombros y se colocó la capucha. Caminó en dirección a Katsuki, y robó de su mano los tulipanes.

  -Gracias por traerme flores todos los domingos, eres muy atento. -Una sonrisa triste se vislumbró en su rostro-. Flames of God te manda recuerdos. Dice Dabi que a ver si te vienes a cenar un día. Ya nos veremos, Bakugou, todavía te debo una respuesta.

Podría haberle seguido, haberle cogido de la muñeca y obligado a detenerse. Besarle. Sin embargo, se quedó allí parado, inmóvil, incapaz de asimilar lo que acababa de pasar. ¿Qué debía hacer ahora?

TodoBaku MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora