Capítulo 10

499 41 49
                                    

“Haré cualquier cosa con tal de no verte triste”

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Haré cualquier cosa con tal de no verte triste

5:07 PM

La semana de clases había llegado a su fin. Tsukasa se encontraba siendo curado por Kaida mientras esperaba a su hermano. Era lo menos que podía hacer por él, fue su culpa que terminará así. Desde que Amane se había distanciado de ella los rumores sobre eso empezaron a circular y los estudiantes pronto se dieron cuenta de que ella era de quién se hablaba en aquel rumor.

Los insultos habían aumentado al igual que los golpes pero podía soportarlo, sin embargo, Tsukasa se empañaba en protegerla obteniendo como recompensa golpes e insultos que deberían ser para ella y no para él. Le había pedido que dejará de hacerlo, solo se estaba lastimando por algo que no tenía sentido ni valía la pena.

Eres mi amiga y pasar tiempo contigo hace que valga la pena. Además se que tú haces lo mismo.

Era la respuesta que siempre recibía cuando le pedía que se mantuviera lejos de sus problemas. No hubiera querido decirle que podía ver fantasmas pero ocultarle algo al chico era realmente difícil. Su curiosidad era demasiado grande.

—Sonríe un poco ¿si?

Él azabache tomó sus mejillas entre sus manos, las jaló, masajeó y volvió a jalar.

—Vamos, vamos ¿donde está esa sonrisita?— Sonrió mostrando sus colmillos.

Una pequeña risa salió de su boca la cual se mantuvo en una sonrisa.

—¡Eso es! ¡Ahi está!

Liberó el rostro de la chica mientras reía. Amane le había dicho que no se acercará a ella de nuevo pero no le dijo porque y mientras no supiera porque seguiría pasando tiempo con ella.

—¡Tsukasa!— La voz de su hermano lo hizo voltear rápidamente.

—Amane-kun a venido por tí.

Le dijo ella notando como él mayor de los Yugi dejaba de acercarse al darse cuenta de su presencia.

—Ya debo irme, nos veremos el lunes— Se acercó a darle un abrazo.

—Kaida-chan...

—Cuídense mucho.

Se separó del abrazo y comenzó a retirarse. La mano del menor tomando la suya la detuvo. La jaló hacía él, dándole otro abrazo un poco más fuerte que el anterior.

—Tú también cuídate mucho— Tomó su rostro entre sus manos y junto sus narices mientras sonreía con alegría.

El rostro de Kaida se pintó de un rojo tan intenso como el de sus ojos. Asintió con la cabeza aún apenada y, al separarse, empezó a retirarse de nuevo siendo observada por él menor de los hermanos.

Recuerdos del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora