Capítulo 2

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—¿También viniste a pedir un deseo, Yugi-kun?

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—¿También viniste a pedir un deseo, Yugi-kun?

—¡Por supuesto!

Su respuesta fue inmediata, la sonrisa en su rostro mostraba la alegría que el solo pensar que lo que anhelaba se cumpliese.

Oni estaba algo ansioso, no dejaba de observar al mayor de los Yugi preguntándose cuál sería ese deseo que lo había puesto tan feliz en unos segundos, para su suerte, Amane continuó hablando sobre su deseo, estando absorto en su propio mundo.

—Mi deseo... es ser un astronauta y...

Al percatarse de lo que decía se detuvo bruscamente mirando al de ojos carmesí, su rostro mostraba vergüenza.

—¡Eso es genial!

Expresó Oni con asombro haciéndolo sorprenderse.

—¡Ver las estrellas tan de cerca sería algo increíble!

Extendió sus brazos hacía arriba contemplando las estrellas ante la mirada aún asombrada de Amane quién luego sonrió amenamente sin dejar de observarlo, aunque sabiendo solo su nombre... Aunque solo fuese eso... quería que ambos fueran amigos por siempre, era un pensamiento realmente infantil pero, vamos, él seguía siendo un niño.

—Claro que lo sería, imagínate, ver la Luna de cerca, a de ser muy grande.

Estiró sus brazos hacía los lados en compañía de sus palabras. Hablar de su sueño no era fácil, no faltaban las personas que dicen que esa clase de deseos son ridículos e imposibles y él sabía eso, sabía que su sueño no podría cumplir se aún así... no podía evitar soñar con que ese día llegará, él día en el que por fin su deseo se hiciera realidad.

—Entonces Yugi-kun... ¿Puedo pedirte algo?— Pregunto poniéndose nervioso, balanceaba sus piernas y jugaba con sus dedos.

—¡Por supuesto Kurobane-kun!— Respondió con total seguridad manteniendo la amplia sonrisa en sus labios.

—Cuando seas astronauta... y vayas a la Luna... ¿podrías... llevarme... contigo?

Término su petición mirando sus manos las cuales estrujaban la tela oscura y floreada de su yukata. El silencio que se provocó después de sus palabras le parecía eterno y agobiante, tanto, que le impedía articular palabra alguna.

—Por supuesto.

Amane colocó una de sus manos sobre los cabellos rojo oscuro de su, ahora, amigo, este giro un poco su cabeza para observarlo ¿habia escuchado mal?

—Iremos juntos a la Luna.

Sus labios formaron una amigable y sincera sonrisa mientras revolvía los cabellos del contrario quien seguía observándolo sin decir nada.

—¿En... enserio?

—¡Por supuesto!

Aseguró inmediatamente, no había duda en sus palabras.

Recuerdos del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora