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Abrió el transportín en donde sus perros se resguardaban.

Yoo se encontraba ya en el apartamento que había comprado, pues la venta de la casa le había dado más que suficiente para uno.

Movió unas pocas cajas con sus pies y deslizó las dos únicas maletas hasta la habitación principal.

Yooryeong había decidido dar a sus padres la mayoría de cosas que tenía en su antigua casa, así que no estaba obligada a pasar horas organizando su nuevo hogar. Cerró la puerta de entrada y caminó a la que sería su nueva habitación. Tomó una foto entre sus manos y la admiró.

"—Jeonggukie, posa para la foto.—Yoo rió emocionada mientras sostenía una cámara con intenciones de capturar a Jeon.

Jeongguk la tomó del brazo y posicionó la cámara encima de la chimenea.

—Así podremos salir los cuatro.—Le sonrió este.

Yoo tomó en brazos a uno de sus cachorros mientras que Jeongguk alzaba el otro.

—¿Lista?—Dijo Jeon. Yoo asintió sonriente mientras veía a Jeongguk maniobrar con el mando de la cámara.—¡Di queso!.

—¡Queso!."

Sonrió enternecida gracias a ese recuerdo. Terminó de colocar sus cosas y se fue a alimentar a sus ovejeros, quienes la esperaban con ansias y ladridos en el salón.

Su teléfono sonó, haciendo que quitase la mirada de los perros.

Era su padre preguntando cómo se encontraba, miró el mensaje con una sonrisa y le respondió. Todo iba bien por el momento, y gracias a él podría recordar a Jeongguk para siempre.

Luego de despedirse, tomó la cámara y miró el cartucho de tinta, esa invención milagrosa de su padre, y volvió a introducirlo.

—Saldré un rato por ahí, chicos, no hagan travesuras.—Habló Yoo con sus perritos.

Tomó sus llaves y bajó por el ascensor para dar con el portón de entrada. Saludó al recepcionista y salió a divagar un poco en sus pensamientos.

Aunque el sol no le afectaba mucho por ser un vástago relativamente joven, Yooryeong prefería salir por las tardes, cuando el sol esparcía una tenue luz en el cielo.

El concurrido centro de la ciudad era adornado ya por luces que esperaban a que la luna les hiciera compañía. Yoo aspiró el aire no tan fresco, captando todo olor posible en la calle en donde se encontraba.

Una hora después de una larga caminata, Yoo paró en seco al escuchar un ruido ensordecedor proveniente de un callejón cercano a la principal.

Miró más atentamente y se encontró con un niño siendo acosado.

—¡Hey!.—Gritó furiosa—Suéltalo ahora mismo.

Sus ojos brillaron más de la cuenta y sus colmillos pincharon sus labios por dentro. Choi Yooryeong estaba en posición de ataque.

—¿Y si no qué?.

Aprovechando que la atención no era dirigida hacia él, el niño corrió lejos de allí. Más rápido de lo que debería.

—Deberías empezar a meterte con gente de tu edad, idiota.—Yooryeong lo miró, bajando su cuello para observarlo mejor.

—No eres nadie para decirme lo que tengo que hacer, vástago asqueroso.—Espetó el pelinegro, haciendo que a Yoo se le pusieran los pelos de punta.

Alguien sabía quién y qué era.

Vástago → Kim Seokjin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora