—Yoo-
Yoongi atacó con fiereza los labios de Jimin, haciendo que este se tragase sus palabras. Miró a los ojos a Park Jimin y chocó sus frentes con cierta brusquedad.
—Mi destino está a tu lado, Park Jimin.
Y el más bajo, sin saber qué contestar, lo abrazó.
(...)
—¡Kim Seokjin!—Canturreó un demonio feliz, bailoteando al son de sus tarareos.
—Estoy de muy mal humor, Tae.—Respondió seco el mayor, haciendo que Taehyung hiciese un puchero.
—¿Ya Namjoon te dijo lo del oráculo?—Preguntó juguetón el de sonrisa cuadrada, captando así la atención de Jin.—Oh... ¡ya entiendo todo!—Rió—, Namjoon hyung te lo contó y tú tienes miedo, Seokjin.
—Me lo dijo Lilith.
Y ahí fue cuando Taehyung frunció su ceño, dejando esa aura juguetona de lado.
—¿Lilith noona?—Preguntó. Seokjin asintió.
—Ella vino, e hizo uno de sus shows de magia, intentado intimidarme.—Dijo sin gracia.
"Oh, y si que me intimidó" Pensó, intentando disipar ese extraño sentimiento de terror.
—Oh, ella estará en problemas.—Tae volvió a utilizar ese característico tono juguetón, dando saltitos por la habitación.
Jin se levantó del sofá y despidió a Taehyung, dirigiéndose hasta la puerta de salida.
Seokjin no era cualquier cazador de vampiros. Él era el mejor, y el único que no era conocido en su comunidad; puesto que sería desterrado y perseguido por la especie contraria.
Aunque su relación con más vástagos y demonios era realmente buena, maldecía a su madre todos los días por amar a ese ser repugnante que nunca había querido que llegase al mundo.
¿Quién querría un dhampiro como hijo? Vaya sorpresa más desagradable.
Pero aunque existiese esa relación de amor/odio con sus padres, tendría que actuar de manera cautelosa y calmada.
Seokjin siguió caminando y entró en un gran edificio, bajando por las escaleras de emergencia hasta una elegante puerta vinotinto.
—Kim, ¿qué haces por aquí?—Dijo sorprendida la chica que atendía en esa oscura recepción.
—He venido a hablar con Joongki y con Seunghyun.—Se limitó a decir.
La secretaria avisó de su llegada, haciéndolo pasar de inmediato.
—¿Hijo?—Su padre quedó atónito con su llegada.
—El mismo.
—¿Por qué razón has venido?—Preguntó su tío por detrás.
Los dos fuertes vástagos pertenecientes al consejo de Seoul estaban parados frente a Jin. Estos lucían elegantes y negros trajes, que combinaban con la moderna y opaca oficina en la que se encontraban.
Si alguien osaba desafiar a esos hombres, temería por su vida el resto de la eternidad.
—Quería consultar algunos libros en la biblioteca, además de hablar con ustedes acerca de un tema un tanto delicado.—El mandamás frunció el ceño, haciendo que su hijo suspirara pesadamente.
Sabía que el sabía.
—¿Qué sucede?—Habló su tío.
—¿Es posible... enamorarme de alguien que no me conviene?—Siseó Jin, sintiéndose algo apenado.
—Kim Seokjin, si los dioses han decidido dividir tu alma con aquella persona, es porque él o ella te conviene. Ellos nunca se equivocarían.—Respondió nuevamente Joongki, a lo que Jin tragó.
—¿Podré acaso tener descendencia?
—Así es...—Habló Seung, el padre de Jin.—¿Has encontrado a tu destinada?
—Siento que lo he hecho, pero estoy tan aturdido que no he podido hacerme cargo de lo que dice mi corazón.
—Presta atención y óyelo. Aunque seas un dhampiro, tienes destinado pero no puedes olerlo con tanta claridad como lo podemos hacer los pura sangre.—Añadió Joongki. Jin frunció su ceño.
—¿Pudiste oler a mi madre?—Jin le preguntó a Seunghyun, haciendo que el mencionado esbozara una pequeña sonrisa.
—No pude descifrar su aroma al instante, pero mediante pasaba el tiempo y la tenía a mi lado, me di cuenta que los dioses la habían puesto ahí.—Contó él, con una pizca de nostalgia.
Jin sonrió algo confundido por la conversación, y con un despido dejó la habitación, dirigiéndose así a la biblioteca.
Jin quería leer sobre su especie, y sobre la de Choi Yooryeong.
Porque entre tanta confusión, Kim Seokjin estaba seguro de algo, y era que desde que Yooryeong empezó a hacer más apariciones en su vida, Jin había caído en un serio trance del cual no podía escapar.