Bonita casa, bonitas mascotas, suficientes lujos, trabajos perfectamente estables y un futuro eterno asegurado. Estos eran los pensamientos de Choi Yooryeong, directora de un instituto vívido y esposa del subinspector policial Jeon Jeongguk.
Todo parecía estar en orden hasta que ese día llegó, desgraciadamente.
Comenzó como un día normal y rutinario. La pareja rebosaba alegría debido al ascenso del joven chico, aunque eso significara su ausencia por dos días en esa ciudad. Jeongguk fue despedido con un amoroso beso, prometiendo volver cuanto antes para poder poner en marcha su tan ansiado plan familiar.
No hizo falta mucho tiempo para que las cosas fueran realmente mal.
"—Jeon Jeongguk ha muerto, Yoo.—Dijo Jung Hoseok, superior de Jeon y amigo íntimo de la pareja."
Sin decir nada, sus piernas flaquearon y sus rodillas impactaron en el suelo, para así darle inicio a su desgarrador llanto.
Días después, luego de vender su casa y despedirse de todos sus seres queridos, Yoo marchó a Seoul, esperanzada en poder pisar esos oscuros momentos en Daegu.
Al parecer las cosas volverían a estar de cabeza gracias a la aparición de Kim Seokjin, un dhampiro si rumbo que solo buscaba diversión por las oscuras calles de la gran ciudad.
Se supone que es imposible que un vástago y un dhampiro yazcan juntos, pero, siempre hay alguna excepción.
"—Prometo amarte por el resto de la eternidad, Choi Yooryeong."
